¡Reencarné en un elfo! Cap. 8.2

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Capítulo 8.2 La reunión de los 66.

 

“Dignos dioses presentes. Hataryy.” comenzó a decir en voz alta, mirando con desprecio a la deidad de la guerra y el asesinato.

 

“Somos seres inmortales y estamos en un castillo sagrado, ambas cosas significan que no podemos herirnos, mucho menos matarnos, aunque lo intentemos con toda nuestra ira.” Su mirada, de un solo ojo al medio de su cara, hizo un lento recorrido por todos los presentes mientras pausaba a propósito sus palabras. “Estamos ignorando algo sumamente importante. Ya no se trata de la discusión de un feto, sino que de un bebé. Hace unos días, y no sé por qué, el niño se desarrolló con frenesí hasta adelantar su propio parto en varios meses.” Esta declaración sorprendió a la mayoría de los dioses, pero no a todos. Grartuack tomó nota mental de cada uno de ellos.

 

“Antes de iniciar una guerra por quién, o qué adelantó el parto, quiero avisarles de algo más urgente aún…” Toda la atención estaba centrada en el dios pato. “El bebé… ¡ESTÁ A PUNTO DE HACER UN VÍNCULO DIVINO TRANSITORIO!” El anterior silencio en el salón volvió a romperse en gritos, golpes y otros sonidos difíciles de describir para cualquier mortal. Grartuack los miró en silencio y sonrió con malicia, la conducta de los dioses hambrientos era demasiado predecible. Tras contar varios segundos en su mente, comenzó a aplaudir con fuerza y ritmo pausado para volver a captar la atención de todos. 

 

“¡Hermanos divinos! ¿Por qué luchar entre nosotros de esta manera tan indigna? Los dioses superiores son mucho más fuertes que los demás, es verdad, pero ninguno podría ganar contra todos los dioses inferiores unidos.” Observó a todos los presentes, buscando miradas de apoyo entre los demás. Continuó su discurso. “Considerando aquello, con el fin de evitar una guerra sin sentido entre nosotros, les tengo una propuesta más que suculenta...” 

 

Los rostros de los dioses mostraron emociones encontradas, por un lado, no querían ceder sus derechos, pero, por el otro lado, las palabras de Grartuack tenían algo de sentido y estaban bastante curiosos por esa propuesta suculenta.

 

“¡Habla ya maldito pato!” Desafió Hataryy a punto de volver a descontrolarse de la furia.

“¡Ya casi no queda tiempo!” Gritó una deidad oculta entre los demás, notando que el bebé elfo estaba siendo sometido a exámenes físicos.

“¿Alguien se va a comer este pedazo de pastel...?” Preguntó un dios parecido a un cerdo alado, ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor.

 

“Propongo… ¡Propongo un vínculo compartido!” Grartuack dijo eso último levantando un dedo hacia el techo. Luego lo bajó y apuntó a cada deidad, todos lo miraban confundidos. “Es más simple de lo que imaginan… el bebé en cuestión es un elfo, una raza mágica que se reproduce lento, pero, gracias a su vínculo con lo natural, vive más años que la gran mayoría de seres mortales. ¿Y qué tal si, en vez dejar que un solo dios acapare para sí todos esos cientos de años de exquisito manjar, nos repartimos la torta en 66 trozos iguales a lo largo de la vida del elfo? Nos turnamos la protección divina y nos alimentamos en orden, como dioses civilizados que somos, cada uno asegurándose de mantener al ser reencarnado con vida para que el siguiente lo pueda disfrutar.”

 

“¡Pato estúpido, nunca debimos escucharte! ¡¿Y si se muere antes de tiempo?!” Gruñó Hataryy, ya cada vez más rojo y soltando burbujas por la boca.

“¡Rapido amigos! ¡Le están haciendo un examen genético!” Dijo desesperada una voz aguda perdida entre los dioses.

“¿Este berlín está mordido, es de alguien...?” Preguntó el cerdo, con las alas untadas en chocolate.

 

El tiempo apremiaba, Grartuack ya había disparado todas sus balas a través de su discurso, apuntando a generar la atención de todos los dioses del universo. Cuando ya no habría margen para que otra propuesta sea escuchada, decidió que era el momento preciso para lanzar una bomba nuclear con solo unas pocas palabras. Volvió a aplaudir lentamente para retomar el silencio, con una risa sospechosa en su boca. 

 

“Las almas mortales, en especial las reencarnadas, mejoran y maduran su sabor a través de los años. Solo imagen el sabor sublime de ese bebé elfo cuando cumpla 500 o incluso… ¡1000 años! Si todos colaboramos, podríamos crear el plato más delicioso de todos” Cada dios presente tragó saliva al mismo tiempo, no podían recordar la última vez que probaron algo así, incluso no estaban seguros si en algún momento tuvieron tal oportunidad. Grartuack también salivó con los demás, estaba consciente del manjar suculento que estaba en juego con sus palabras. 

 

“En ese caso… propongo estas simples reglas que harán que este vínculo compartido sea lo mejor para todos nosotros, algo así como un juego entre dioses. Los detalles los iremos afinando en el camino, lo primero es aceptar el vínculo transitorio que está a punto de suceder. ¡¿Alguien se opone realmente a todo esto y está dispuesto a iniciar una guerra sin final?!” Esa última frase tocó varios corazones, realmente no había tanta ganancia en iniciar tal destrucción por un alma, pero, bajo reglas justas, todos podrían disfrutar hasta saciarse por muchos años antes que el reencarnado elfo muera de anciano.

 

“¡EN ESE CASO, ESTE HATARYY COMENZARÁ PRIMERO Y JAMÁS LO SOLTARÉ!” 

“¡AHHHH! ¡YA LO PUSIERON FRENTE AL ALTAR DE VELAS!”

“¡¿ES ESO UNA CASCADA DE CHOCOLATE CON PAPAS FRITAS?!”

 

Grartuack, al igual que todos los demás, ignoró completamente al dios elefante, en su lugar, contó los segundos restantes en silencio, esperando el momento exacto en que se terminara de pronunciar la invocación divina transitoria. Cuando estuvo a punto de ocurrir, disparó…

 

“¡COMENZARÁ A COMER EL QUE RESPONDA PRIMERO A LA INVOCACIÓN!”

 

Zaaaazzzzz

 

Todos sintieron en su interior, al mismo tiempo, la llamada de Anhuar, la líder del orfanato, y respondieron con todas sus fuerzas, liberando su energía divina en la búsqueda desesperada por crear un vínculo astral más rápido que los demás, con ansias deleitarse pronto de la deliciosa alma reencarnada.

 

En un cuarto, frente a un bebé y varios elfos adultos, todas las velas fueron consumidas en una explosión de energía, pero una de ellas, por muy poco margen de diferencia, fue más rápida que las demás.


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