Capítulo 9.2 El primer guardián.
“¿De… de todo el Imperio acabas de decir?” Mientras el asistente asistía en silencio, Anhuar mostró una sonrisa muy distinta a su estado de ánimo anterior. Esa era una noticia realmente buena que no podría haber anticipado. Se acercó al doctor y me tomó en brazos, abrió la cobija que me cubría y recorrió con un dedo tembloroso sobre mis costillas. No había notado hasta este momento lo delgado que estaba mi cuerpo. “Con tantas nodrizas al menos podremos alimentarlo lo suficiente hasta que recupere su peso. Calculo que podremos contratarlas durante dos semanas hasta decidir aquella que se quedará hasta el final de su crianza. Hazlas pasar una a una, yo me encargaré de lo demás.”
El asistente se retiró en silencio. Anhuar y Gial se acomodaron en uno de los asientos de la oficina mientras esperaban con calma. A los pocos segundos, sucedió algo increíble, una persona, no, me corrijo, una real diosa entró a paso lento en la oficina. Sus prendas, de suave seda rosada, se dejaban caer con delicadeza sobre cada curva de su cuerpo. Su rostro, de blanco porcelana adornado con finos cabellos dorados, emanaba una belleza por la cual cualquier humano perdería la cabeza. Mis ojos se nublaron unos segundos por la conmoción. En ese momento, algo hizo click dentro de mi cerebro. Ella… esa diosa… sería mi… ¡¿MI NODRIZA?!
Sin notar la entrevista profesional que la señora Anhuar estaba manteniendo con la diosa, un sentimiento perdido en mi memoria resurgió en este momento. Mi vida anterior era normalmente un lejano recuerdo que nunca recordaba con claridad. Sin embargo, recordé las sensaciones en mi cuerpo cuando fui adolescente, luego con mi primera novia, luego la segunda, la tercera y…
“No tengo más preguntas. Estás altamente apta para pertenecer al orfanato como mi asistente personal. Bajo mi tutela, aprenderás las más refinadas técnicas de crianza y tu fama solo irá creciendo con el tiempo. Ahora solo resta que nos demuestres tus habilidades como nodriza.” En ese momento, Anhuar se levanta y me deposita en los brazos suaves y delgados de la diosa de cabellos dorados. Tragué la saliva acumulada en mi boca y un fuerte sonido vino de mi garganta. “Como notarás, el bebé está bastante desnutrido, pero no te preocupes, basta que lo alimentes como siempre lo sueles hacer.”
¿Dijo que me ‘alimente’? Querrá decir con eso que…
Antes de asumir lo que sucedería, la hermosa mujer que me sostenía, con un movimiento delicado de muñeca se tomó el cuello de su prenda y lo jaló hacia un lado. Entre los suaves pliegues de sedas, emergió un punto rosado que se acercó con mucha lentitud a mi boca. Mientras casi grito de la impresión, un olor a leche fresca llenó mi nariz. En ese instante, una energía ardiente comenzó a recorrer todo mi cuerpo, el dolor en mi estómago pasó a convertirse en un hambre voraz, como si despertara un instinto básico que rogara ser satisfecho. Antes de llegar a su pecho descubierto, mi deseo fue tan fuerte que impulsé mi cabeza con fuerza y estrellé mi boca, cubriendo todo lo que pude antes de comenzar la succión.
Ah… ser alimentado… por una diosa… este es realmente un mundo de fantasía… yo… ¡yo no me arrepiento de nada!
Con más fuerzas seguí succionando, la leche entró a goteo al inicio, pero ahora entraba como un fuerte río que llenaba mi boca y pasaba directamente a mi estómago. Era como intentar tragarse el mar, el delicioso líquido no paraba de salir y el gozo en mi cuerpo llegó a su punto máximo. De un tirón, más fuerte del necesario, mi boca fue separada de tal manjar.
“¿Está todo bien?” Preguntó Anhuar al ver que el rostro de la nodriza se puso un poco más pálido. “Todo bien directora, solo cambiaré de lado para que le sea más fácil beber.” Dio vuelta mi cuerpo entre sus brazos, destapando su otro pecho ante mí. Sin perder más segundos, me adelanté a sus lentos movimientos y choqué de frente contra ella, volviendo a succionar con toda mi fuerza. La leche volvió a inundar mi cuerpo, sin embargo, por más que tragaba y tragaba, era como si nunca el líquido llegara a mi estómago.
Cuando sentía que el chorro de leche se convirtió en un goteo inconstante, fui separado nuevamente del pecho. La hermosa mujer me devolvió a los brazos de Anhuar y se fue rápidamente tras dar una corta excusa. Su rostro pálido y su caminar tambaleante hizo notar que no estaba en su mejor condición física. Sin darle mayor importancia, Anhuar mandó a llamar a la segunda candidata. Esta era tanto o más hermosa que la anterior, pero lo realmente preciado para mí no estaba en su rostro, sino que en sus enormes pechos que anunciaban estar llenos de preciada leche. El ciclo fabuloso de beber sin límites continuó intermitentemente, las candidatas a nodriza llegaban con su mejor sonrisa y disposición, pero, a pesar de las palabras de adulación que les daba Anhuar, todas se disculparon y arrancaron despavoridas, con el miedo reflejado en los ojos de cada una de ellas.
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