Superarte se me da bien

Eran como las nueve de la noche y yo estaba buscando distraerme, mi cabeza sólo pensaba en ti y en lo poco que yo te importaba. Desde el último mensaje que me atreví a mandarte, no me habían quedado más ánimos de intentar algo contigo, me ignoraste rotundamente.

Más triste que humillada, busqué mil maneras de no quedarme en la cama a llorar.

Lo que yo no esperaba es que esa noche fuera a escaparme con un tipo que no conocía y que para colmo tenía tu nombre. Te explico:

Él hizo lo que tú nunca, tuvo iniciativa. Vamos, por despecho claro que me iba a ir con él y ya sabía que no pasaría de un acostón pero, maldita sea, no te saqué de mi mente. No te emociones, no era que deseara que fueras tú quién me raptara esa noche de viernes, te pensaba porque él llenó cada espacio que esperaba, llenaras tú.

Hizo lo que deseaba, puso su mano sobre mi pierna mientras conducía y teníamos una agradable conversación. Debiste verlo besándome, no le dio miedo quién pudiera vernos. Sus atenciones pronto dejaron las tuyas como un mal chiste.

Ojalá hubieras visto el interés con él que hablábamos, nunca trató de intentar solucionarme la vida ni me daba discursos baratos de positividad. Tu voz comenzó a olvidárseme entre más tiempo pasaba con él, mi admiración por ti emigró a otro ser.

Pero sabes qué me habría encantado más que vieras, la forma en que me tomó. Cero delicadezas, cero rodeos y toda la necesidad de sentirnos.

¿Notas lo fácil que son las cosas cuando la voluntad supera el interés? Alguien más que tú me vio cuando tú constante ausencia me convenció de que nadie más lo haría, me dio más atención en una noche que tú en semanas, le tomó menos tiempo convencerme que nada estaba mal conmigo.  Le tomó una madrugada hacerme sentir un mundo. Esto de superarte se me va a dar muy bien.