La llamada de su prima

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Su prima le llamaba todos los días para decirle que se sentía muy sola. Su hijo se había ido a México con su banda de música por una larga temporada y su marido se hallaba en el hospital convaleciente por una operación de alto riesgo y no podía visitarle durante unas cuantas semanas por culpa de la pandemia del coronavirus.

Soltero y solo, él decidió visitarla para hacerle compañía antes de que cerrasen las ciudades en prevención por la pandemia. Antes de viajar a la ciudad en donde vivía su prima reservó habitación en un hotel, pero cuando se lo dijo a ella le obligó a cancelar la reserva y residir en su casa.

-Es muy grande para mí sola. Hay habitaciones de sobra. Si vienes a hacerme compañía no te puedes hospedar en un hotel.

La primera noche, ella le dijo, tras la cena, que se acostaba temprano porque con las primeras luces del día se despertaba.

- También a mí me gusta madrugar. Eso significa que somos alondras. Si nos gustase trasnochar seríamos búhos.

´La habitación que ocuparía él se encontraba en el primer piso, la de ella en el segundo. Al poco de acostarse, sonaron unos golpecitos en la puerta, se entreabrió y asomó la cabeza de su prima.

-Tengo frío. ¿Me dejas un sitio en tu cama?

- Claro, estás en tu casa.

Ella se acostó a su lado y se le abrazó.

-Dormir sola es muy triste -se justificó ella.

- Te advierto de que no me funciona la lívido. Cuando éramos jóvenes me hubiese gustado acostarme contigo y follarte, ahora eso ya no me apetece.

- ¿Estás seguro? Déjame hacer.

Ella se incorporó, le bajó los pantalones del pijama, le sacudió el pene y cuando empezó a ponerse tieso se lo metió en la boca y lo chupó con fruición. Tragó todo su semen y luego se acostó de espaldas. Él se incorporó entonces, le bajó la braga, le separó las piernas y metió toda la lengua en su vagina, haciéndola gemir pronto de placer. No consiguió penetrarla con el pene, que había perdido dureza, pero disfrutó pasándole la lengua por todo el cuerpo.

Al cabo de una hora, cansado y satisfecho, se quedó quieto en la cama. Las manos de ambos se unieron mientras respiraban algo apurados.

- No ha estado mal para nuestra edad -comentó ella.- ¿Cuántos años tienes?

- Setenta, y sé que tú tienes tres años más, pero te conservas muy bien. El año pasado, por Navidad, me enviaste una foto en bikini que llevo en la cartera. La tengo desgastada de tanto mirarla. 

-Te la envié para felicitarte las navidades y para ayudarte a masturbarte.

- ¿Se enteró tu marido?

- Sí, a él le gusta que me admiren. Una vez propusimos a un amigo que me follase delante de él y no imaginas lo que gozó viendo cómo me metía y sacaba durante una hora su gran rabo. Después de que eyaculase el amigo dentro de mí le pedí a mi marido que le chupase el miembro y lo hizo. Creo que descubrió su lado femenino.


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