Años ochenta

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Enviado el , clasificado en Drama
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—Cuando quieras más, llámame — dijo mi particular verdugo mientras sonreía.
Nunca cuatro palabras han jodido tanto a una persona. Han pasado cuatro años desde que escuché esa condenada proposición. 

Pero en ese momento me pareció una idea cojonuda, una oportunidad para escapar de la dichosa rutina que invadía mi vida. Los niños, el trabajo, Laura…
¿Qué será de ella? Recuerdo su mirada, sus ojitos rasgados. Los cuales se volvían aún más finos cuando sonreía. Me encantaría contemplarlos una vez más. Sin embargo, el recuerdo es lo único que me queda de ella. Todas nuestras fotografías están en casa. Los viajes, los aniversarios, los paseos… Nada sigue. No comprendo cómo un pequeño gesto pudo arruinarme de esta manera.
Javi tendrá ahora nueve años, espero que no haga la Comunión. Aunque claro, mi querida ex suegra no dejará que su nietecito no esté vinculado con su Iglesia. En más de una de sus oraciones habré sido el protagonista de sus peticiones. Rezos en vano. No hay más que verme.

Ahora mi única compañía es el monótono ruido de un ventilador de los años sesenta. En Sevilla hace demasiado calor en agosto. De vez en cuando, antes de pillar algo, me dejo asomar por las obras de la nueva Exposición Universal. La prensa explica que el 92 puede ser una gran oportunidad para los sevillanos. No hay más que ver cómo nos tratan los nacionales. Quieren limpiar el centro de ratas antes de mostrarse ante el mundo. Ya han caído unas cuantas. Espero ser la próxima.


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