Capítulo 11. Un pañal en la escena del crimen.
En una pequeña habitación del orfanato…
“¡SEÑOR CERDO!”
Desperté de golpe, con el fuerte ruido de mi propio grito, y me senté. La viva imagen de un cerdo volador se iba diluyendo de mi memoria. Me llevé las manos a la cara, mis dedos acariciaron una piel suave y un pelo sedoso. Revisión completa. Todo dentro de lo normal salvo por largas protuberancias que formaban mis orejas.
¿Qué estaba soñando? …
Con mi mente aún confusa, sentí una corriente fría que me recorrió el cuerpo. Ahí noté que tenía el torso desnudo y solo una pequeña tela envolvía mi pelvis a modo de pañal.
“¡¿Por qué estoy vestido de bebé?!”
Mi voz sonó con eco en una habitación vacía. Nada de lo que estaba pasando tenía sentido para mí, mientras tanto, unos vagos recuerdos sin orden bailaban en mi cabeza. Entre todo eso, una verdad se asomó como absoluta: Esta no es mi vida. Estoy seguro que no tenía las orejas largas ni yo era un bebé. Casi tengo la certeza que era un joven tranquilo y trabajador, pero... ya ni eso lo tengo realmente tan claro.
“¿Quién soy yo?”
Cuando volvía al pozo vacío y frío de la incertidumbre, otra verdad se asomó con una potencia imposible de ignorar. Tenía un paño apretado entre mis piernas y no estaba precisamente limpio. Repito, hay caca en él y siento cómo la humedad blanda está bajando por mis muslos. Necesito un baño.
Me puse de pie de un salto y busqué alguna forma de limpiarme, pero, por más que busqué, solo había telas limpias y otras cosas que no entendí su utilidad. Necesitaba agua y papel higiénico con urgencia. Intenté caminar, pero… no pude dar más de un paso cuando el nudo que afirmaba el pañal se desató. Todo el contenido semilíquido se derramó sin control ni pudor por el suelo de madera.
“Oh no…que cag...”
*Tap, tap, tap, tap...*
Sentí claramente pasos acercándose. Si me ven así… ¡Si me ven así…! Eso no podía ser, mi dignidad humana estaba en juego. Necesitaba un plan, pero…
“¡No hay tiempo!”
Tomé el primer paño limpio que vi y tuve la necesidad de limpiarme con él, así sin más, luego busqué desesperadamente un lugar donde esconderme, pero era imposible, por lo que tomé la opción más rápida: Huir.
Corrí con todas mis fuerzas hasta el otro extremo de la habitación y trepé, desnudo y sin haber tomado una ducha, por unas canastas hasta alcanzar la única ventana que había. Bastó con empujarla un poco y me subí con el corazón en mi pecho acelerando cada vez más rápido.
*Cling*
La puerta de la habitación sonó y el pánico se apoderó de mí. Evitaré la peor escena de vergüenza cueste lo que cueste. Sin considerarlo más, tomé fuerzas y salté… cuando en realidad... debí haber mirado primero.
***
En la oficina de la directora del orfanato…
Otro día más de trabajo. Unos momentos antes del amanecer, me levanto y preparo todo para comenzar la jornada en el orfanato. Mi habitación es mi oficina, por lo que no demoro nada en estar lista. Aún queda bastante tiempo para que se sirva la primera comida, así que intento ordenar mi espacio de trabajo antes que la demanda siga aumentando.
Lo primero que ocupa mi mirada es la larga lista de nodrizas que ayer asistió a la entrevista. La última de ellas fue la que finalmente escogí, o mejor dicho, no arrancó tras amamantar al bebé. ¿Les habrá asustado trabajar para mí? ¿El bebé era demasiado agresivo al comer? Intentaré discutirlo después con la nueva nodriza, mi experiencia me dice que ahí hay algo interesante para mis investigaciones.
Recordando que el bebé debe comer a primera hora, activo mi comunicador de muñeca y busco sintonizar con la energía del doctor Gial. Ya que se ofreció para estar a cargo de la salud del bebé, esta es una tarea que le implica directamente.
“¿Anhuar? ¡Buen día! Estaba atento a su llamada, acabo de llamar a la nodriza para que le dé su primera comida al bebé. ¿Durmió usted bien?” La voz del doctor sonaba llena de energía.
“Buen día, doctor. Agradezco su preparación de antemano. Tras la primera comida, necesito reunirme con usted, hay algunas preguntas que necesito hacerle para mis registros sobre lo que pasó ayer con el bebé.”
“¡Cuente con ello!”
“Y recuerde traer a la nodriza con usted. Nos vemos.”
“Ah… comprendo… nos vemos entonces.”
¿Habré escuchado mal? Creí notar decepción en la voz del doctor antes de cortar. Tal vez esperaba conversar más tiempo ahora, pero realmente tengo trabajo que hacer. Cuando miraba la lista de tareas pendientes, un rayo de luz me cegó unos momentos. Al fin amaneció.
Tras la ventana de mi oficina, las sombrías siluetas del paisaje se iluminaban hasta dar paso a un majestuoso verde. El Gran Bosque cambiaba con el sol, llenándose de calor para crecer y repartir su energía entre nosotros, sus hijos e hijas. Me tomé esos segundos para cerrar los ojos y agradecer a mi deidad protectora.
*Biiiiiiiiiip*
Mi comunicador emitió un pitido y sentí la energía del doctor Gial buscando desesperadamente comunicarse conmigo. Mi pecho dio un salto en seco y hasta mi respiración pareció congelarse. Una ola de mal presentimiento me desbordó e hizo que mis piernas corrieran por sí solas hasta la habitación del bebé, no había necesidad de contestar la llamada.
¿Se habrá caído de la cuna? ¿Tal vez se enfermó por todo lo que comió ayer? ¿Le habrá vuelto la fiebre o peor...? Intenté desesperadamente en pensar todos los planes de acción posibles ante lo que sea que haya pasado. Cuando llegué al pasillo correspondiente, vi salir y entrar personas del servicio con telas y baldes de agua, como si estuvieran limpiando un desastre.
¡¿Un desastre?! Mis músculos se tensaron y sentí mi estómago convirtiéndose en piedra al instante. Olvidando incluso cómo respirar, me atreví a asomar el rostro por la puerta del bebé… estaba lista para lo peor.
“¡Directora! He estado comunicarme con usted, pero no lo he logrado… resulta que esta mañana…”
“Gial, ahorra las palabras y ve al punto. ¿Qué le pasó al bebé?” Mis ojos me mostraban una realidad que mi mente no quería aceptar. La cuna estaba vacía y un charco marrón rojizo decoraba todo el piso del lugar. Una nota ácida de olor penetraba mi nariz sin piedad.
“El bebé… desapareció.” Tras decir esas palabras, me indicó con un dedo el charco en el suelo. Un pañal sucio y todo su contenido parecían el centro de una escena del crimen. Luego lo apuntó su mano hacia la única ventana del lugar. Un claro rastro marrón explicaba el paradero del bebé.
El problema es que un lactante no sería capaz de algo así. Sin entender del todo lo que sucedió, me acerque con cuidado hasta la ventana. Había marcas que eran claramente de pies y manos, pero eran más grandes de las que dejaría un bebé. Mi mirada recorrió toda la caída posible desde la ventana hasta afuera de la habitación, era uno de los patios internos del orfanato. Al menos eran tres pisos de caída. Había una sola respuesta posible a este misterio.
“Doctor Gial…”
“Sí Anhuar, el bebé fue raptado.”
“Por alguien del mismo orfanato.”
Con la respuesta ya en mano, solo bastaba iniciar los protocolos correspondientes. Envié un mensaje por comunicador al personal de seguridad, ordenando monitorear los límites del orfanato y enviar un historial de quienes entraron y salieron las últimas horas.
“¿Debería llamar a la seguridad del pueblo?” Preguntó Gial bastante asustado.
“No, primero lo resolveremos nosotros. Si no ha salido del orfanato, no hay forma que se escape de nuestra vigilancia. Pero si logró escapar, tendremos que dar aviso al cuerpo policial. Algo me dice que no pudo ir tan lejos. Doctor Gial, ayúdeme a coordinar al personal del orfanato para buscar al bebé en todo el edificio y nuestros patios interiores. Ante la mínima señal, comuníquese conmigo de inmediato.” No había tiempo ni necesidad de involucrar a más personas, no por nada este orfanato cuenta con un gran prestigio y prefiero mantener nuestros problemas entre las paredes.
“Como ordene Anhuar. ¿Necesita que le ayude en algo más?”
“Con lo que haces ya me basta, gracias por tu apoyo. Nos vemos después.” Sin querer perder más tiempo acá, dejé a Gial y al resto del personal limpiando la escena del crimen.
A paso rápido recorrí los pasillos del orfanato hasta el patio interior. El contacto con los árboles del Gran Bosque me hizo sentir reconfortada y con los pensamientos claros. Hace unos momentos imaginé una situación horrible… y pensar que estaría tan estresada que confundiría excremento de bebé con sangre…
“Ufff...” En estos pocos días he vivido emociones mucho más intensas de lo normal en mis cientos de años de profesión. “Te encontraré bebé y te daré una buena familia adoptiva.” Con ese juramento al bosque, salí del patio interno hacia los pasillos del orfanato. Cuando estaba a punto de doblar en una esquina, un brillo azul llamó mi atención y giré la mirada rápidamente.
“¡ALTO AHÍ!”
Un niño elfo, de no más de un metro de altura, piel morena y cabello azul translúcido. Su apariencia no me era familiar, pero algo en él me hacía sentir como si lo conociera de antes. Vestía ropas bastante más grandes que su talla de cuerpo y me miraba con evidente culpabilidad. Mi olfato experimentado entendió la situación en un momento. Me acerqué a él con firmeza.
“¡Te atrapé!” De dos pasos llegué hasta él y lo sujeté de la punta de su larga oreja. “¡Vendrás conmigo y tendrás que dar muchas explicaciones después!”
Sin poner resistencia ni decir ninguna palabra, se dejó arrastrar hasta afuera de una puerta interior. Di dos toques a ella y un anciano, de rígida mirada y con la barba trenzada, me devolvió el saludo.
“¡¿Directora Anhuar?! ¿A qué debemos su honorable visita? ¿Y ese niño…? No me diga que…”
“Lo hablaremos luego profesor, ahora hay algo urgente que debo hacer en el orfanato. Dejo a este niño a su cuidado, espero que le pueda explicar bien sus deberes. Hasta pronto.”
Sin quedarme a mirar la cara culpable del niño y la mirada enojada del profesor, cerré la puerta y volvía a caminar por los pasillos hasta mi oficina. Hoy será un día muy ocupado, hay un bebé que buscar y por nada en el mundo se me podrá perder.
Juro por mi nombre y reputación que lo lograré.
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