¡Reencarné en un elfo! Cap. 13

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En un salón de reunión del orfanato.

Un grupo homogéneo de elfos adultos se sentaron alrededor de una larga mesa. A la cabeza, la directora Anhuar pedía la atención de todos con un gesto de mano.

“Profesores del orfanato, gracias por asistir a toda prisa a esta reunión de emergencia.” Todos muestran un gesto de humildad ante las palabras de la directora. “Entiendo la importancia de su tiempo, por lo que seré breve en mis palabras.” Con unos segundos de silencio, tomó aire y se preparó para explicar la situación.

“Nos han raptado un bebé recién llegado.”

Esas palabras causaron una ola de conmoción entre los presentes, fue como si hubieran olvidado cómo respirar. Siendo ellos un grupo de elfos mayores, las noticias urgentes o las emergencias eran demasiado infrecuentes a su edad, odiaban ser perturbados en su monotonía. Pasaron unos segundos antes de entender lo que su directora les estaba comunicando.

“… y su última comida fue anoche, tras una larga ronda de candidatas a nodriza, por lo que es urgente su pronto rescate. Como podrán entender, no es un bebé común, sino que posee un hambre voraz que impactará en su crecimiento físico, espiritual, mágico y social. Podríamos tener en nuestras manos aquella semilla de estudio perfecta, con las condiciones controladas a nuestro parecer. ¿Imaginan las alturas que podríamos alcanzar entre la comunidad educativa?”

Las caras de todos seguían tan estupefactas como al momento de enterarse del rapto del bebé. Tal como si un maleficio de hielo hubiera congelado sus caras y ninguno supiera cómo reaccionar. Anhuar se decepcionó al notar que ningún presente entendía el enorme valor de la vida que tenían en sus manos. De todas maneras, eran profesores comunes que realmente no compartían su pasión investigativa, viviendo de la misma manera día a día, repitiendo las mismas costumbres heredadas de sus ancestros milenarios. 

Le comenzó a doler un poco la cabeza, por lo que decidió cambiar el enfoque de la reunión al tema más urgente y así acelerar la búsqueda.

“De todos modos… estuve en el lugar del crimen y noté un enorme charco de…” No quiso completar su frase, recordando el golpe de olor ácido que recibió al entrar al cuarto del bebé. Era una imagen demasiado fresca en su memoria y no podía apartarla. “… de evidencias. Ejem...”. Se apresuró a tomar un poco de agua.

Entre todos los presentes, solo uno parecía estar al día con la reunión.

“Directora Anhuar…” Un hombre anciano, de larga barba trenzada llamó la atención de todos. Era el profesor con menos antigüedad, llegó hace apenas ochenta años al orfanato a dictar clases de Magia Espiritual e Historia Divina. Pocos hablaban con él, salvo en las fiestas de docentes que celebraban cada diez años.

“Profesor… Guhewa, por favor, hable.”

“Gracias directora por recordar mi nombre, es un verdadero halago para mí.” Una brisa incómoda atravesó a todos, realmente nadie recordaba el nombre del profesor y fue un alivio que su amada directora lo hubiera mencionado. “Nos dice que encontró un gran charco de evidencias, no entiendo bien la expresión, pero, entiendo que tiene pistas del posible delincuente. ¿Estoy en lo correcto?”

“Sí, realmente no son grandes pistas, pero el estudio inicial determinó que se trata de una persona de la altura de un niño de cuarenta años. Entre un metrelfo y un metrelfo con treinta centimetrelfos. Por lo que es muy probable que sea uno de nuestros queridos niños. Pero aún no sabemos si alcanzó a escapar o sigue entre nosotros, estamos a la espera del informe de los guardias del perímetro.”

Mientras todos ponían caras difíciles por la situación, se dio un golpe de aviso en la puerta y un asistente dio la bienvenida al doctor Gial-Thirpenle. Tras ser anunciado, se acercó a la directora Anhuar y le entregó un pergamino enrollado. Sin perder más tiempo, tras recibir nuevas instrucciones de la directora, hizo una despedida general a todos los presentes y se retiró a paso rápido. 

“Bueno, esto confirma mis sospechas, ni en las entradas principales ni en los límites del orfanato se ha recibido alguna fluctuación desconocida de energía en las últimas horas. Esto quiere decir que tenemos la certeza que el raptor y el bebé siguen cerca de nosotros. Ya ideé un plan de emergencia para un caso así, no esperaba implementarlo tan pronto con tan solo medio siglo de haberlo escrito. Esto refuerza nuestra urgencia de acción.” Se tomó un momento para mirar a todos los presentes. 

“Mi petición a todos, es su completa cooperación en la búsqueda de ambas personas y así lograr una captura exitosa, priorizando la vida de ambos niños elfos.”

No era necesario una respuesta hablada, la sola mirada era suficiente para que todos pudieran transmitir su apoyo absoluto a la actual emergencia. Si bien, no entendían la gran importancia del bebé, sí tomaban el peso del prestigio que estaba en juego, tanto de la institución como de su reconocida directora.

“Directora Anhuar, si me permite hablar, creo que tengo información circunstancial que podría estar relacionada al presente caso.” El profesor Guhewa volvió a intervenir, sonriendo como si acabara de hacer calzar la última pieza de un puzle. 

“Esta mañana recibí el informe de un alumno enfadado, alegaba que le habían robado sus ropas mientras estaba dándose un baño. No le daría importancia a la travesura de un niño, sino fuera por una cara nueva que conocí en la última clase del día, un elfo con ropas que no parecían concordantes con su tamaño, ¿Le recuerda algo que haya visto esta mañana?”

Su mirada y la de Anhuar se cruzaron unos segundos, como cómplices de un evento que solo ellos conocían. Esto causó una segunda ola de conmoción entre los profesores, pero, esta vez era de envidia a la abierta cercanía con la directora que se atrevía a mostrar el profesor nuevo. Las miradas de odio comenzaron a filtrarse poco a poco, bajo un instinto de cuidar un tesoro muy preciado.

“¿Ese niño…?” Anhuar trató de recordar el encuentro de la mañana. Le pareció extraño ver un estudiante merodeando en el pasillo durante el horario de clases. Cuando intentó recordar algo más, la escena del crimen volvía a invadir su mente, como si se tratara el inicio de un nuevo trauma. Para evitar más recuerdos desagradables, buscó la ayuda del profesor. “¿Recuerda usted cómo se veía exactamente?”

La sonrisa de Guhewa se hizo aún más intensa cuando la directora le hizo esa pregunta, sabía que todo lo había llevado a este momento exacto.

“Tuvo la osadía de tocar mi colección de figuras divinas, por lo que su imagen quedó grabada en mi espíritu. ¿Puedo hacer uso de mi magia para mostrarle lo que registré?” La directora meditó la pregunta un momento, no era común permitir conjurar magia en una reunión formal, pero, considerando la actual emergencia, era mejor saltarse algunos protocolos de seguridad y cortesía. 

“Adelante. No intente nada extraño si no quiere ser considerado hostil por los demás profesores.” Se apresuró a decirlo al notar que la ola de odio estaba creciendo poco a poco contra el profesor. Si era mal interpretado, podría armarse una real batalla dentro del salón.

“No intentaría nada hostil frente a usted, directora Anhuar, no necesitan tener precauciones. Las figuras divinas son una manifestación de mi energía espiritual, como tal, no es una habilidad que pueda dañar a otros, sino que es una poderosa herramienta de investigación. Me permite profundizar mi conocimiento sobre los sesenta y seis dioses que nos gobiernan.”

Mientras explicaba su habilidad espiritual, reunió energía entre sus manos y materializó un pequeño cofre ornamentado. De su interior, el profesor sacó la figura divina que todos los adultos conocían como Kajiwi, el dios de la hambruna y la saciedad, con el aspecto de un cerdo gordo y pequeñas alas en su espalda. La figura no tenía nada en especial, era la artesanía más común en cualquier pueblo donde vivieran elfos.

“Esta fue la figura que ensució con sus manos. Les mostraré el rastro que dejó.” Tras tocar unos segundos la figura del dios Kajiwi, la hizo brillar levemente, formando una imagen nublada en el aire. Poco a poco la nube de luz fue tomando sentido y comenzó a mostrar la figura de un niño elfo común. A pesar de la baja calidad de la imagen, podía distinguirse la ropa holgada, las orejas largas, su piel tostada y una melena larga azul traslúcida. Los ojos eran dos cuencas vacías, lo que le daba un aspecto algo aterrador.

Anhuar miró la proyección del niño elfo, pero su atención se dirigió principalmente al cofre de figuras divinas del profesor. Algo le picaba la memoria, algo reciente que intentó olvidar y ahora luchaba por salir. ¿Dónde había visto figuras así antes y por qué sentía frío en su espalda? Cuando creyó recordar algo, la escena del crimen invadió con malicia en su mente, las manchas en la pared, el techo y el suelo, el olor ácido de leche descompuesta… se le revolvió el estómago y luchó por no vomitar sobre todos. 

Cuando recuperó el control de sus pensamientos, grabó la imagen del niño elfo en su cabeza. No era una figura especial, salvo por el color de piel, lo que reducía un poco los criterios de búsqueda. Se dio fuerzas a sí misma y retomó la palabra.

“Eso ayudará bastante Guhewa, distribuiremos la descripción a todos los departamentos del orfanato. Para no crear una situación de pánico, debemos actuar en las sombras durante las primeras horas. En cinco horas desde este momento haremos pública la búsqueda y reuniremos a todos los estudiantes en sus propias habitaciones.” Las ordenes eran claras, cada profesor era, a la vez, organizador de una zona diferente del orfanato, por lo que solo restaba que volvieran a sus regiones y dieran las órdenes a sus equipos de trabajo.

Anhuar agradeció la participación de todos y solicitó iniciar de inmediato la organización y búsqueda de los dos individuos. Solo tenía pensamientos para el bebé inicialmente, pero, a medida que han pasado las horas, el recuerdo de haber tenido al presunto raptor atrapado entre sus manos le estaba carcomiendo la cabeza. ¿Cómo pudo haber sabido ella que ese niño era sospechoso de algo tan grave? 

Cuando todos los profesores abandonaron el salón de reunión, volvió a tomar asiento para ordenar sus ideas. Le preocupaba muchas cosas a la vez y no lograba concentrar sus esfuerzos en ninguna. Para empeorar la situación, cada vez que forzaba algún recuerdo, la imagen del excremento de bebé en todo el cuarto era demasiado prominente. Ella no se consideraba tan débil mentalmente y comenzó a sospechar que estaba recibiendo algún tipo de ataque mágico o espiritual. No tenía pruebas, pero consideró estar más atenta a las señales que la rodeaban.

Cuando pensaba eso, la puerta sonó con un golpe seco. Cuando el asistente la abrió, podía verse al doctor Gial y al profesor Guhewa fuera de ella. 

“Disculpe directora, mejor hablaremos cuando esté menos ocupada.” Dijo rápidamente el profesor, dirigiendo una última mirada algo hostil hacia el doctor antes de irse. Gial lo observó mientras se retiraba, como si no se fiara de darle la espalda a tan poca distancia.

“¿Todo bien doctor? ¿Entregó las ordenes que le di para cerrar el perímetro y expandir el área hacia todas las posibles rutas de escape?” 

“Sí directora Anhuar, la actitud de ellos fue bastante más colaborativa cuando les indiqué que eran órdenes directas de su persona. Los guardias creen que ya es suficientemente duro hacer guardia en las entradas del orfanato como para además tener que pensar en los perímetros. No sé bien qué clase de entrenamiento han tenido, pero yo no los recomendaría para una misión tan importante.” El doctor se mostraba molesto, no creía justo que personas tan poco capaces estuvieran asistiendo a la gran directora del orfanato, una de las instituciones más respetadas en la sociedad de los elfos.

“Lamento que lo vea así, han pasado pocos siglos desde la última expansión del edificio. Esos guardias se acostumbraron a una antigua época donde apenas podíamos cuidar de una centena de niños abandonados. Hoy contamos con más de mil niños, de veinte años de edad hasta apenas alcanzar la adultez. De todas maneras, me alegro que valore el trabajo que realizamos aquí, pues, si todos esos niños se criaran salvajes, no podrían aportar de ninguna manera digna a nuestra sociedad.” 

La directora entendió que el doctor Gial compartía algo de su pasión por la crianza, así que le aceptó la crítica sobre la seguridad. Su mayor preocupación no era que entraran personas hostiles, la magia de vigilancia era bastante efectiva para eso, sino que le preocupaba la fuga de los huérfanos y abandonados. Le era un constante desafío evitar que los niños y adolescentes se tentaran por el mundo exterior. En su mente, calculaba el valor de cada niño en términos de cuán valiosos serían para la sociedad, ya sea como asistentes de las familias nobles, escuderos de un caballero, ayudante en alguna de las iglesias de gran reputación o aprendices en talleres respetables. Eso se traducía en un aporte monetario directo al orfanato.

Tendría que pensar en nuevos protocolos de seguridad para evitar que una situación como esta volviera a suceder. No era muy cercana a situaciones delictuales, a pesar de todos sus siglos de experiencia trabajando con niños vulnerados, pues intentó mantener separado el pasado del futuro de cada elfo que llegaba para su protección y crianza. 

“Doctor Gial-Thirpenle, le solicito su opinión sincera sobre esta situación. He pensado en las horas que lleva el bebé sin comer y en el hambre voraz que nos demostró tener. Pero no sé qué es lo más grave que suele suceder en situaciones así y necesito prepararme para las peores situaciones ¿Qué cree usted que podría pasar?” Aceptó apoyarse en una persona que recién conocía, pero que se había mostrado competente y servicial hasta este momento, tal vez podría hacer uso de su experiencia.

El doctor se sentó cerca de la directora y se tomó varios segundos en meditar su respuesta. No la quería alarmar innecesariamente pero también quería ser realista al considerar otras situaciones similares del pasado. 

“Si el delincuente realmente es un niño de cuarenta años, no debe tener la magia suficiente para hacerle daño a un elfo de su misma edad, pero el bebé… es demasiado frágil. Si le priva de respirar con suficiente fuerza... podría ahogarlo en el peor de los casos. Sin embargo…” Intentó cambiar sus palabras cuando vio que la ansiedad en la directora estaba creciendo. “Todo ser vivo se resiste a morir con todas sus fuerzas, por lo que un bebé con tanta energía como él sería realmente difícil de asesinar. Si me permite ser franco, yo me preocuparía más por el siguiente paso.”

“¿El siguiente paso? ¿Se refiere a lo que pasaría con el bebé tras el rapto del orfanato?”

“Precisamente, si el niño tuvo acceso al exterior, pudo haber entrado en contacto con un traficante de esclavos o un ritualista oscuro. Tal vez lo tentaron con dinero o libertad, pero también es probable que esté bajo un maleficio de control mental.”

“¿Qué le hace pensar eso doctor?”

“El salto desde la sala de bebé es demasiado incluso para un elfo adulto. Si el niño que estamos buscando está entre nosotros, debe tener, al menos, una pierna rota o que le cueste desplazarse con naturalidad. Normalmente el miedo nos haría evitar un daño tan grande como ese, por lo que no descarto que pueda estar bajo la influencia de alguien suficientemente poderoso para causar todo esto. ¿Realmente cree que un niño podría burlar todas las medidas de seguridad que tenía sobre el bebé?”

La directora lo pensó unos instantes, realmente algo no calzaba del todo bien en esta historia, por lo que debía priorizar también la vida del posible niño raptor. Si lo que el doctor Gial era cierto, era muy importante rastrear a la persona u organización que podría estar detrás de este secuestro, para lo cual el niño es el principal testigo.

“… por cierto doctor Gial. ¿De qué hablaba con el profesor Guhewa antes de entrar?”

La espalda del doctor se tensó al instante con la repentina pregunta. El encuentro de hace unos minutos fue breve, pero, suficiente para que ambos intercambiaran sus evidentes intenciones de odio hacia el otro. La única causa en común era la directora en sí, pero no podía decírselo abiertamente en este momento. 

“No intercambiamos palabras realmente, solo noté que el profesor estaba fuera de la puerta sin golpear para anunciarse. De seguro le intimidó ver una cara desconocida merodeando por el orfanato, yo no le daría mayor importancia.”

“¿Eso es verdad? Espero que haga su esfuerzo por ganarse el aprecio de la comunidad de profesores, nuestro último ingreso fue hace apenas ochenta años, así que es difícil para algunos adaptarse a los cambios tan repentinos…”

“Esa no es mi situación personal, Anhuar. Yo me adapto a los cambios a toda velocidad, en especial si es una orden de usted.”

Una molestia aguda atacó la cabeza de la directora. ¿Acaso le estaba coqueteando tan abiertamente? La imagen profesional que tenía del doctor se cayó varios puntos, por lo que tuvo que mirarlo con nuevos ojos y tomar acciones de inmediato.

“En ese caso le ordeno encontrar al niño secuestrador, sin dañarle la mente para poder interrogarlo. El bebé es la prioridad sobre todas las cosas por lo que, si debe priorizar en una emergencia, es a él a quien debe rescatar.”

“Sí Anhuar! La aseguro que…”

“Basta de palabras, demuestre con resultados que vale la pena que ponga mi fe en usted. Por cierto, no se olvide de nombrarme por mi cargo mientras esté dentro del orfanato, aquí nunca dejaré de ser directora Anhuar, así que no abuse de la confianza que le he dado.” Sin esperar una respuesta del doctor, se puso de pie y se dirigió a la puerta con sus sirvientes personales. 

No tenía tiempo para más distracciones bajo este estado de emergencia. Intentó ordenar sus ideas mientras se dirigía a su oficina para tomar el liderazgo de la búsqueda durante las siguientes horas. A penas llegó, sintió el olor familiar de los documentos apilados, tareas pendientes e informes de investigación. Sentirse en su lugar seguro le reavivó los ánimos y la motivación.

“¡La captura perfecta comienza ahora!”

Sin saber cómo ayudar, los asistentes de la directora se miraban entre sí. No era común verla tan concentrada en algo, pero sabían que eso significaba que no tenían que interrumpirla por nada en el mundo. Pronto dejaría de escribir y comenzaría a dar instrucciones difíciles sin descanso a quien la rodee hasta lograr su objetivo. 

Lenta y silenciosamente, abandonaron la oficina y huyeron hacia el lugar más alejado posible dentro del orfanato. En sus corazones, hicieron una oración de piedad para los desafortunados sirvientes que estén cerca de ella en ese momento.


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