Capítulo 14. Kalkuu.
Mi nombre es Alakai, soy un elfo adolescente de apenas setenta años. Por mis logros académicos en las últimas décadas, fui promovido al cargo de Presidente del Consejo Estudiantil. En un colegio normal eso sería un gran honor, pero, dentro de un orfanato es poco más que un título de adorno. Aquí todos los elfos que alcanzan la mayoría de edad terminarán trabajando como asistentes o servidumbre de alguien más.
No hay mayor futuro en este mundo para los huérfanos como nosotros.
Cada año me doy cuenta de la débil posición social que tengo, ya que, por muy excelente que sea mi rendimiento, es incomparable al de un niño elfo normal que ha crecido con todas sus necesidades cubiertas. En solo una década más cumpliré los ochenta años y tendré que ofrecerme al mundo para lograr el mejor dueño posible. Pero, a pesar que eso es lo que se espera de mí, me niego, yo no vine al mundo para vivir esa miseria.
Todas las noches rezo con sinceridad a los dioses, rogando por una luz que pueda mostrarme otro camino. No fue sino hasta anoche, dentro de un sueño, que recibí una señal clara. Al parecer mis súplicas no fueron en vano.
En mi sueño apareció una gran nube de colores, sin ninguna forma que me fuera familiar. De su interior emanaba una voz que me transmitió palabras más allá de la comprensión. Una emoción nueva llenó mi pecho, me sentía asombrado ante una existencia tan superior a mí que me hizo notar lo pequeño que era. Una deidad se estaba realmente comunicando conmigo.
Al despertar, olvidé rápidamente casi todo lo que me dijo en el sueño. Las metáforas y las formas complejas en que se comunicó conmigo, hacían imposible que pudiera recordar algo coherente, salvo por una frase: “…en un encuentro fortuito, el cerdo padecerá hambre, aliméntalo y te llevará volando a mundos que aún no existen.”
Retuve con fuerzas esas palabras en mi memoria y las repetí toda la mañana mientas asistía mis deberes. Cuando me informaron que la directora Anhuar realizaría una reunión de emergencia, supe que algo estaba fuera de todo lo común. Tomé un puñado de pan del comedor y me dirigí sala por sala avisando a los profesores de la reunión. Necesitaba buscar a ese cerdo y alimentarlo.
No fue sino hasta la última clase de la mañana que algo llamó poderosamente mi atención. Al entrar en la sala de Historia Divina, donde solo había niños de unos cuarenta años, un elfo desarreglado, de piel morena y largo cabello azul, era duramente criticado por Guhewa, el nuevo profesor. Al explicarle el motivo de mi interrupción, entendió de inmediato la gravedad del asunto y se fue corriendo a la reunión de emergencia, lo que me dejó a solas con el pequeño.
Cuando me contó que era nuevo y no sabía nada del orfanato, recordé el sueño de anoche e intenté comprobar si este niño era el supuesto cerdo o no. Cuando le mencioné la comida, noté que sus ojos se nublaban y su cuerpo perdía fuerzas. Lo engañé para que abriera la boca y le introduje un trozo de pan. Me miró con incomodidad, pero su mandíbula no paró de moverse con desesperación. Logré entregarle dos trozos más de pan, los cuales devoró en segundos.
Definitivamente era lo más cercano a un cerdo de todo lo que había en este orfanato. Mi cabeza trabajaba a tope intentando darle una explicación a todo esto. No obstante, tras reflexionarlo detenidamente, comprendí que, si era realmente un camino decidido por los dioses, no tenía sentido intentar ir contra él o detenerlo, al contrario, apoyarlo era la clave para alcanzar escapar de mi funesto destino.
Entendí que la comida lo haría confiar más en mí, así lo llevé al comedor del orfanato y así se deleitara con la comida en abundancia y muy nutritiva. Sin embargo, su reacción fue totalmente contraria a lo que esperaba.
“Oye… ¿y la comida?” Me preguntó el niño cuando nos sentamos en la mesa más cercana. Le ofrecí todo lo que había a mano: hiervas frescas, frutas cocidas, semillas tostadas y el famoso pan norteño. Probó un poco de todo y no dejaba de comer, pero en su mirada no había ni una pizca de satisfacción.
“¿Qué te parece? Si quieres más, puedo traer las bandejas de las otras mesas, puedes llenarte con tanto pan y fruta como gustes.” Esperé una respuesta positiva que jamás llegó, al contrario, una sombra de decepción fue evidente en todo su rostro al tiempo que se metía un trozo de fruta y la tragaba sin apenas masticar.
En un momento, me miró con cierto brillo en sus ojos e hizo una pregunta muy extraña.
“¿Este es el desayuno o el almuerzo? ¿Acostumbran a comer pollo asado con papas fritas? Cualquier carne en verdad me vendría bien, no soy exquisito en eso.”
Si no escuché mal, creo que dijo una palabra muy extraña y fuera de lugar en una conversación sobre comida.
“¿Qué es el pollo con papas?” Pregunté inocente, no me recordaba a ninguna hierba o fruta de la zona. Tal vez se estaba refiriendo a alimentos propios de su pueblo natal.
“…no hay pollo...” Su mirada se puso aún más triste que antes, mientras tomaba otro pedazo de pan norteño y se lo metía a la boca. Un brillo húmedo se asomaba en las orillas de ambos ojos.
Mientras intenté, sin éxito, que me explicara sus problemas, noté que un grupo de elfos se reunían en un círculo y parecían hablar de una noticia muy interesante. Le pedí al niño que me esperara un momento y me levanté a escuchar de cerca.
“… todas las salidas cerradas, lo acabo de comprobar. Los guardias se quejaban en voz alta del exceso de trabajo que no están acostumbrados a hacer.”
“Yo escuché a un niño, de unos cincuenta años, que gritaba enfurecido porque le habían robado su ropa mientras se bañaba…”
“¡Yo lo vi corriendo tapándose con un paño diminuto!”
“¡Ay! ¡Si me pasara a mí algo así, no saldría del baño nunca más!”
“¿Qué dices? ¡Yo saldría desnudo gritando! ¡Libertaaaaaaaaaad!”
Entre tantas conversaciones cruzadas sin sentido, fui armando un cuadro en mi cabeza con la situación actual. Si hubo un robo de ropa, podría sospecharse del robo de otros elementos del orfanato. Solo por una muda de ropa no harían una reunión de emergencia, por lo que es bastante probable que el ladrón ya haya sustraído algo mucho más valioso. ¿Habrá robado instrumentos encantados? ¿Quizás información clasificada de los niños del orfanato?
¿Realmente hay algo de valor dentro de esta pocilga?
Sea como sea, algo grande estaba pasando y fue al mismo tiempo que me encontré con el niño hambriento. La sospecha fue casi evidente al notar su ropa holgada, que le pertenecía un niño bastante más grande que él. Así como el profesor Guhewa y yo lo notamos, pronto otros lo harían también. Necesitaba hacer algo al respecto.
“¿Ya comiste lo suficiente?” Volví a la mesa con el niño y este seguía mordisqueando el pan sin ninguna motivación. Me miró sorprendido, como si se hubiera olvidado de mí en estos pocos segundos que me ausenté.
“No… quiero decir, ¡Sí! ¡Gracias por la comida!” Me sonrió con cordialidad al tiempo que cerraba sus ojos, era evidente que estaba fingiendo para no hacerme sentir mal, creo que realmente nuestra comida diaria le pareció un asco. Me acostumbré tanto a ella, la misma comida en la mañana, tarde y noche, sin variación, salvo por los días festivos.
Seguimos conversando algunas cosas básicas del orfanato, como la disposición de las habitaciones, las asignaturas, los deberes de orden y limpieza, las prácticas de magia y combate, y todo lo esencial para un recién llegado. Cuando le hablé de las clases teóricas y los exámenes sobre los dioses, su cara fue la misma que cuando se defraudó por la comida. Pero sus ojos recuperaron brillo cuando le hablé de la magia y el combate, por lo que deduje que ahí había algo que realmente le podría gustar.
“¿Podré algún día ser un gran mago? Imagino que debe ser genial aprender hechizos, maldecir a tus enemigos, levitar o, mejor aún, teletransportarse…” Habló un buen tiempo sobre diferentes aplicaciones de la magia, pero varias cosas no tenían sentido para mí.
“Estás diciendo algunas cosas locas, la verdad… creo que será mejor que aprendas de qué se trata realmente la magia en las asignaturas correspondientes. Además, no es lo mismo la magia que viene de tu energía vital que la que manifiestas por tu energía espiritual, son tan diferentes como la noche y el día.”
“¿Energía vital y espiritual? Por favor, cuéntame más, ¡Odio las clases!”
Comenzó una ola de preguntas sobre cómo funcionaba la magia, pero las respuestas serían tan complejas que no supe cómo explicar algo así a un niño como él. Para evitar ese problema, intenté cambiar el tema de conversación.
“Por cierto… ¿Cómo te llamas?” Me cansé de referirme a él como un niño o un cerdo hambriento, así que consideré que era un buen momento para conocernos. “Yo soy Alakai, presidente del Consejo Estudiantil, perdón por no presentarme antes.”
Se quedó en silencio mientras me miraba incómodo. Si lo que intuyo es real, su identidad es su mayor problema en este momento, sin contar el hambre.
“Nunca un momento será tan malo como para que no puedas empezar de cero, confía en mí, busquemos un nombre que te guste y vaya a juego contigo… veamos…” Lo observé unos segundos, debía encontrar algo que lo identificara, ya sea por su piel morena, su pelo azul o su hambre insaciable, aunque Cerdito no sería un mal apodo…
“¡Ya lo sé! El nombre que calza a la perfección contigo es…”
*TOOOOM* *TOOOOM¨*
Un ruido fuerte reverberó en todo el lugar, las puertas del comedor fueron abiertas con mucha fuerza y llamó la atención de los que estábamos ahí. Un auxiliar de mediana edad entró con los ojos casi desorbitados, en evidente agitación tras venir corriendo. No sabía que había un profesor nuevo, por lo que debía tener otro rol dentro del orfanato.
“¡¿DÓNDE ESTÁS MALDITO DELINCUENTE?! ¡SI TE ENTREGAS VOLUNTARIAMENTE SERÁ MUCHO MEJOR PARA TI!”
Si su llegada causó conmoción en todos nosotros, lo que gritó después nos puso los pelos de punta. Todo acto delictual dentro del orfanato era duramente castigado, es especial si ponía en juego el orden público. Entre los demás elfos nos miramos atónitos, tratando de buscar una explicación a un acto tan anormal.
Cuando miré al niño sin nombre, este ya no estaba en su asiento, se había desvanecido en el aire… o así lo hubiera pensado si no notaba que aún se podían ver las puntas de sus orejas sobresaliendo debajo de la mesa. Me agaché a mirarle y entendí que era a él a quien buscaban con tanta desesperación.
¿Qué haría un presidente del consejo estudiantil común? Priorizaría el orden público, la justicia y la reparación de daños… pero, justamente hoy desperté sin ganas de ser otro elfo común más de este lugar.
Si me juego la vida aquí, tal vez yo pueda…
“Oye Cerdito, ¿Confías en mí?” Su mirada, desesperada de ayuda, se aferró al hilo de esperanza que le lancé. Me asintió enérgicamente sin decir ninguna palabra. “Entonces sígueme…”
Comencé a caminar alejándome del auxiliar mientras notaba al niño arrastrarse con cautela bajo las mesas hacia donde yo iba. Intenté llamar la atención de las personas alrededor saludándolas con una gran sonrisa. Era bastante popular en el orfanato, por lo que nadie parecía notar al cerdito que se arrastraba entre ellos.
No estábamos muy lejos de una puerta de escape, pero, entre nosotros había un gran grupo de elfos entrando al comedor, seguramente curiosos por el escándalo que se estaba formando. Si quería que no notaran al niño arrastrándose, debía desviar toda la atención hacia otro lado.
“¡QUE NADIE SE ATREVA A SALIR DEL COMEDOR! ¿ME ESCUCHARON? ¡TODOS USTEDES! ¡FORMEN UNA FILA ORDENADA SEGÚN SUS ALTURAS!”
El auxiliar seguía tan agitado como al inicio, buscando desesperadamente algo sospechoso entre nosotros. Nos miraba con desprecio, sin ninguna consideración por nuestra dignidad, seguramente creía que era superior a nosotros y que eso le daba derecho a mandarnos. ¿Esperaba fuéramos sumisos y siguiéramos sus órdenes en silencio?
Evidentemente este auxiliar no sabía que los estudiantes normales eran totalmente diferentes de los estudiantes de un orfanato…
La masa de elfos, que se había amontonado en las puertas, pronto comenzó a avanzar hacia el auxiliar, rodeándolo mientras mostraban sus caras amenazantes.
“¿Quién te crees que eres? ¿Desde cuándo un extraño tiene derecho a tratarnos como se le dé la gana?”
“Alguien parece que no entiende su lugar…”
“Tú… ¡¿Te atreves a interrumpir mi desayuno?!”
El auxiliar retrocedió unos pasos cuando se vio amenazado por tantos niños a la vez. Seguramente dudó si era conveniente seguir con su actitud.
“¿Quién creo que soy?” El auxiliar corrigió su postura y mostró una dignidad acorde a alguien con un alto cargo. “¡PARA QUE LO SEPAS, SOY EL DOCTOR GIAL-THIRPENLE! ¡EL ASISTENTE DIRECTO DE LA DIRECTORA ANHUAR! ¡ÉSTAS SON SUS ÓRDENES DIRECTAS!”
Cuando mencionó a la amada directora Anhuar, el grupo de niños y adolescentes calmó un poco sus ánimos. Realmente nadie quería ir contra la líder del orfanato, tanto por el respeto que demandaba su cargo como por el miedo a las consecuencias que, de ir en contra a sus órdenes, podrían afectar directamente su futuro tras el orfanato.
“Bueno… si es una orden de la directora…”
“Sí, discúlpenos, no sabíamos que había un asistente nuevo…”
El doctor Gial-Thirpenle mostró una sonrisa satisfecha, sabía que el usar del nombre de la directora le facilitaría todo. Poco a poco, los elfos comenzaron a dispersarse para comenzar a ordenarse en una larga fila, del más alto al más bajo. Esto era malo, si todo el comedor se agrupaba en un solo lado, quedaría en evidencia que había un niño escondido entre las mesas. Sin entrar en pánico, me acerqué al doctor.
“Disculpe, mi nombre…”
“¡Ordénate en la fila primero! ¡NO ME IMPORTA TU NOMBRE!”
Despreciándome como un huérfano más, me tomó del cuello y me empujó hacia la fila. Comencé a sentir una sensación ardiente en mi pecho y las manos me comenzaron a picar. ¿Cuándo fue la última vez que me sentí tan denigrado en mi vida? ¿Fue cuando me ingresaron al orfanato o cuando no pude evitar que mi madre fuera asesinada por mi padre?
Sentía que mi energía vital se arremolinaba dentro mío, esto era peligroso, si no me controlaba aquí podría desbordarme y hacerle daño a todos los que me rodeaban. Di dos respiraciones profundas y sentí como todo volvía a la normalidad dentro de mí.
Eso estuvo demasiado cerca.
¿Realmente son órdenes de la directora? ¿La misma directora que nos ha demostrado que los huérfanos seguimos siendo personas? Algo no calzaba en todo esto. Me di la vuelta y encaré nuevamente al doctor.
“¿Cuáles fueron las palabras exactas que dijo Anhuar?”
“¿QUÉ DICES?”
“Lo que escuchaste, te pregunto si esas fueron las palabras exactas de la directora. Golpear con fuerza la puerta del comedor, asustar a todos los niños, gritarles órdenes sin explicar nada y luego ser violento con quien se atreva a cuestionarte.”
A mi alrededor, algunos elfos comenzaron a levantar sus voces en apoyo a mis palabras. Podíamos ser muy inferiores a los niños normales, pero aquí nunca se nos ha tratado mal por ello, al contrario, se nos demostró que con afecto y disciplina podíamos tener una vida tranquila, sin pensar nuevamente en nuestro pasado.
“Bueno… no exactamente esas palabras, pero…” El doctor Gial mostró duda por un momento, tal vez se dio cuenta de su exceso hacia nosotros, por lo que vi el momento preciso para actuar.
Miré de reojo al niño que seguía escondido y le hice un gesto para que se fuera, que arrancara por la salida más cercana a él mientras yo me hacía cargo del resto. Al parecer entendió mi resolución, por lo que asintió con la cabeza y comenzó a moverse lento sin hacer ruido.
“¡ATENCIÓN TODOS, ¡SOY ALAKAI, PRESIDENTE DEL CONSEJO ESTUDIANTIL!”
La mayoría ya me conocía, pero necesitaba llamar la atención de todos hacia mí.
“¡ESTE AUXILIAR NOS DESPRECIA POR SER HUÉRFANOS Y CREE QUE NOS PUEDE TRATAR COMO SE LE DÉ LA GANA! ¿ACASO LO VAMOS A ACEPTAR EN SILENCIO? ¿REALMENTE CREEN QUE ESAS FUERON LAS ÓRDENES DE LA GRAN DIRECTORA ANHUAR?”
El brillo de la ira se mostró en la mirada de la mayoría de los presentes. Todos tenían un pasado triste o siniestro que no querían recordar, un pasado donde el maltrato era común de cada día. Sin embargo, tras entrar a este orfanato, todos hemos vivido la dicha de ser tratados con dignidad, de ser alimentados con frecuencia y educados para tener un futuro, por muy pequeño que sea éste.
“¡Es verdad lo que dice Alakai! ¡No merecemos que nos traten así!”
“¿De verdad Anhuar te ordenó que nos maltrataras? ¡Me niego aceptar eso de mi querida directora!”
“¡Ya es hora que te des cuenta que los huérfanos no somos basura!”
Cuando pensé que esto se convertiría en una discusión a gritos, algunos estudiantes comenzaron a acercarse peligrosamente al doctor. En la mano llevaban bandejas vacías e incluso sillas. Los elfos más grandes agruparon energía vital en sus manos y estaban listos para atacar. Recordé lo que me hizo sentir el doctor al tomarme del cuello y pude entender la ira y los recuerdos dolorosos que tenían mis compañeros.
Cometió el gran error de revivir el trauma de un montón de niños enfurecidos. Mi trabajo aquí ya estaba listo.
“¡AL ATAQUE!” Gritó una elfa que tenía una fruta en cada mano. Lanzó una al aire, haciendo una parábola perfecta hasta aterrizar en la cabeza del doctor. Esa fue la señal que hizo que todos se abalanzaran contra él. Quise quedarme para mirar el espectáculo, pero tenía una misión más importante. Me di la vuelta y noté que el niño había logrado salir por una puerta del costado, así que lo seguí a toda prisa.
Nadie le prestó atención ni a mí ni al cerdito.
Cuando salí, el niño me estaba esperando escondido entre los árboles del patio, le hice un gesto para que fuéramos hacía un pasillo alejado, no sabíamos cuánto duraría el tumulto en el comedor.
“Alakai… perdón por causarte tantos problemas…” Me miraba con algo de vergüenza por todo lo que pasó recién. “¿Estás seguro que me quieres ayudar?”
Para un huérfano, era muy extraño que alguien se preocupara tanto por él, más aún cuando esto puede poner en peligro tanto mi cargo como presidente y mi futuro como adulto. Pero yo ya había tomado mi decisión.
“Oye… Cerdito… mientras estés dentro de este orfanato no hay lugar para esconderse. ¿Lo entiendes verdad? Si las cosas escalan más, seguramente habrá una revisión exhaustiva de todos los dormitorios, buscando pistas y sospechosos que puedan llevarles a ti.” Creo que no pensó en todo eso, sino que solamente se dejó llevar por las circunstancias. Alguien así no podría ser el delincuente que el doctor creía que era.
“…cerdito…” No sabía si me había entendido, pero comenzó a susurrar palabras sin sentido por bastante tiempo. “Yo… no me llamo Cerdito…”
“Sí bueno, como quieras, pero eso no es lo importante ahora, sino que debemos pensar en un plan detallado para evitar que te vean y despistar a los guardias que protegen el perímetro del orfanato. Necesitamos cubrir cada posible evento que pueda ocurrir, no debemos dejar nada al destino ni a la improvisación. Pero primero…”
No se lo dije anteriormente para evitar más preguntas, pero, antes de escapar del orfanato había algo importante que debíamos hacer.
“En este edificio hay una habitación especial, en ella se evalúa a cada niño que entra y le da información muy valiosa sobre sus genes, su potencial mágico y el vínculo divino. ¿No has realizado una evaluación así antes?”
“Yo…” Intentó decir algo, pero se calló al instante. Definitivamente hay mucho en él que no puede decirme, al menos no por ahora. No quiero ser demasiado insistente así que le haré las cosas fáciles.
“Descuida, mientras todos están atentos a lo que pase en el comedor, iremos hacia la sala de evaluación. ¿Acaso no quieres saber la compatibilidad de tu magia y de tu vínculo divino?” Supe que debía atraparlo con lo que más parecía gustarle.
“Magia… yo… ¿Realmente puedo hacer magia?” Me preguntó con una esperanza renovada, definitivamente le importaba más aprender sobre magia que pensar en planes complejos de escape.
“No solo eso, sino que también podrás crear tu propia expresión espiritual… ya lo entenderás mejor luego. Si no te educarás en el orfanato, yo puedo ser tu maestro.”
“Tú… ¿Escaparías conmigo con todo lo que eso implica? ¿Por qué me ayudas tanto?”
¿Cómo explicarle tantas cosas en tan poco tiempo? No había una respuesta simple para su pregunta, no tenía sentido hablarle de sueños proféticos ni de mis motivos personales. Debía responder algo acorde a un niño de su edad.
“Porque dicen que es divertido vivir aventuras, dentro del orfanato nunca pasa nada interesante…” Sentí que era una excusa muy pobre, pero no pensé nada mejor.
“¡Sí! ¡Es exactamente como yo lo veo! Estar en un colegio y prepararse para la adultez está bien, pero… ¿Dónde está la maldita diversión en todo eso? ¡Seré tu discípulo y seremos aventureros en este mundo!” Levantó un puño en el aire, celebrando el haber ganado un aliado en su búsqueda de diversión, aunque creo que realmente le hacía más feliz saber que no tendrá que ir a clases.
Llegamos hasta el salón de evaluación, no encontramos a ningún profesor ni estudiante en el camino por lo que no tuvimos que escondernos ni desviarnos.
“Ven Cerdito, también quiero comprobar algo sobre mi vínculo divino, démonos prisa antes que se asome algún profesor.” Abrí la puerta y entré primero, pero noté que el niño no me estaba siguiendo. Al darme vuelta, noté que tenía los puños apretados y tiritaba levemente. “¿Cerdito…?”
“¡CERDITO NO! ¡TE LO DIJE!” Me gritó al instante que le volví a llamar por su apodo. Está bien, lo entendí, me pasé con la broma, pero si no me dice su nombre, no se me ocurrió otra forma de llamarle que no sea niño o cerdito.
“¿Entonces cómo te digo?”
“Yo soy… yo… mi nombre… es…” Volvió a susurrar palabras incongruentes, me estaba colmando la paciencia su lentitud. Cuando estuve a punto de interrumpirlo, me miró resuelto y una gran sonrisa se dibujó en su cara.
“Por favor, dime Kalkuu, no Cerdito.”
Entendí que al fin decidió su propio nombre, es algo extraño, pero no tanto para ser considerado un nombre extranjero.
“Kalkuu, un gusto conocerte.”
Si mi sueño de anoche realmente fue una relevación divina, este chico extraño me llevará a mundos inexistentes… sea lo que signifique eso, me aseguraré de alimentar al cerdito… quiero decir, a Kalkuu como corresponde.
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