Condimentamos
el amor hermoso, de calidad,
con más transparencia,
con la voluntad divina
de estar cerca y mejorar.
Nos hemos añorado
durante años, sin saber
que existíamos.
Decidimos robarnos
el corazón hermoso
que lo es
por el hecho de estar unidos.
Hemos edulcorado los espíritus
con las intenciones más honestas
y fraguado los milagros
que nos hacen estar vivos.
Nos debemos
al presente-futuro
que nos arregla
con sus movimientos certeros.
Nos premiamos
con unos besos fogosos
que nos reinventan.
Admiramos lo que nos rodea.
Nos pensamos.
Nos queremos.
Debemos darnos el tiempo suficiente
para avanzar,
para transformar cuanto tenemos,
que es bueno.
Hemos conseguido la suerte,
convertida en milagro,
de darnos y de ser
con emociones sinceras.
Premiamos al mundo
con nuestra presencia unida,
con las emociones supremas
desde la unidad más determinante
hacia la calma y la felicidad.
Estamos en ese plano
que alimenta el alma.
No necesitamos más que experimentarnos
en la felicidad.
Somos optimistas.
Nos dejamos vivir.
Ya no hay casualidad
en nuestras querencias.
Nos hemos mudado
para ser primera y última razón.
La mente se deja llevar
por un intenso corazón.
Gracias.
Juan Tomás Frutos.
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