Tren - Vuelta a casa.-2

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Ya sentados le levanto la cara y miro sus ojos, que son de color caramelo y se los beso con ternura. Beso su nariz, su boca, su cuello y ella se deja hacer encantada, la abrazo con cariño y la noto excitadísima. Con sumo tacto intento quitarle las bragas, pero se resiste, quiere jugar, pero no llegar a tanto. No la fuerzo, sino que la acaricio con toda intención y cuando se pone a punto deja de poner resistencia. Le meto el cipote entre las piernas y me muevo de forma que su coño lo note bien y éste enseguida se le revoluciona. La echo sobre el asiento, le quito la prenda y me la empiezo a follar con todo el cuidado posible. Por mucho que lo intento no puedo evitar que mi grandota la llene más allá de lo permitido en un polvo rápido y me tengo que arriesgar a darle tiempo y follarla bien o quedarme a medio camino. Opto como era de suponer por el riesgo con tal de no perderme aquel sorbito de dioses y entro y salgo de ella a ralentí hasta que se le acomoda bien. La muchacha se lo está pasando como nunca en su vida y me lo dice con toda confianza, porque en estas ya no tiene reparos en mirarme embobada y soltar cuanto se le va ocurriendo. Se corre y queda como desmayada, pero con el coño atento a todos los movimientos que le hago. La culeo con más vigor y se me corre de nuevo con un quejido que le sale del fondo y ya puestos me entrego totalmente follándola durante un buen rato y cuando me corro fuera lleno de leche medio asiento. A la muchacha le cuesta andar con normalidad cuando volvemos a nuestro departamento y por el corredor no deja de mirarme atenta a ver si me rio de ella. Cuando nos aproximamos la dejo que se adelante porque no sé qué nos vamos a encontrar y no quiero escenitas a estas horas de la noche. La tía que está despierta le pregunta a donde ha ido y se queda tranquila cuando le responde – a hacer de cuerpo. Me quedo quieto un metro antes de llegar y en vez de entrar me voy a dar una vuelta por otros vagones.

Recalo en un departamento que se lo están pasando genial, tres chavales juegan a las cartas y una chavala con una tía de unos treinta años los animan. Me quedo clavado en la puerta y uno de ellos me pregunta si quiero jugar y me sumo a ellos sin más. Jugamos al subastado y al chinchón y nos lo montamos bien. La mayorcita que no deja de rozarse conmigo quiere entrar más en el “juego” y me pide que le enseñe y a partir de ahí nos ponemos a hacer manitas cada vez con más descaro. A la más joven le canta el coño que da gusto y no dejo de tirarle los tejos por debajo, pero no tardo en tener claro que la niña está en la onda expansiva que le llega de uno de los chavales y que no tengo nada que hacer con ella. Así las cosas, me dedico por completo a la madurita que se pone como una moto de carrera y me pide que salgamos un rato al fresco. No hacemos más que tomar tierra en el descansillo y la tía me morrea a placer. Le sobo las tetas y la entrepierna y se me abraza de caliente. Le sugiero que nos vayamos a un departamento vacío y se queda lela, al parecer todas sus expectativas terminaban en un buen magreo. La llevo por último no sin antes convencerla de que solo haremos lo que ella quiera. Está apretada y buenorra y con el juego se le abren todas las válvulas y el olor a coño lo invade todo excitándome sobremanera, a la tía le va el magreo a base de bien y no para de restregarse y darme lengua, pero de quitarse las bragas nada de nada. Le cojo la mano y se la pongo encima del cipote y me lo empieza a masajear por encima del pantalón, cuando se me pone a cien la tía no da crédito a lo que ya es manifiesto y me pregunta si es real. Me la saco y se la pongo en la mano al natural y alucina y se queda tonta, le pido que me haga una paja y no sabe cómo hacer, le pregunto si no ha visto ninguna antes y me responde – sí, pero normales, esto es otra cosa. Añade – me da susto y le digo medio cabreado - no va a comerte. - No es normal, repite en plan simple, está tan gilipollas que ni me tomo el esfuerzo de convencerla, me la guardo como puedo y la dejo allí sin más. Como estoy salido de nuevo y tengo tan pocas posibilidades de aliviarme, me pongo en una ventanilla del pasillo a tomar el fresco a ver si se me pasa.

La “tonta del bote” se me acerca de nuevo y me pide que la perdone y que no entiende que le ha pasado. No tiene que decir mucho para que de nuevo le dé cuartelillo y allí mismo empezamos de nuevo a darnos la lengua y a restregarnos deseosos. Nos vamos de nuevo al departamento vacío y la coloco sobre una esquina y la ataco sin contemplaciones, le cojo el coño a través de las bragas y le hago una paja que se le enciende la pajarita. Hago por quitarle las bragas y la tía se resiste al punto que tengo que desistir.  Le pregunto qué a que juega y me dice que no quiere follar y que ya me lo dijo antes. - ¡La madre que la parió! exclamo para mi empezando a odiarla. Estoy tan salido que temo me duelan luego los cojones, le pido que me haga al menos una paja y a esto accede no sin hacer antes algún comentario en voz baja.


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