Yo sé que no te hago falta, de hecho estoy consciente de que ni siquiera deseabas mi llegada. Pero para tu mala fortuna, un día nací. Papá, no eres el único con mala suerte, a mí me tocó tu apellido y lo llevaré toda mi desabrida vida.
Hace mucho dejé de cuestionármelo, pero todavía me genera conflicto tu mala presencia. Para mí siempre fue extraño ver a un hombre sentado en el sillón con una botella de cerveza entre las piernas, casi abrazada a su cuerpo, ¿cómo era posible tenerle envidia a un envase? Lo sostenías como si temieras que alguien te lo fuera a arrebatar. Papá, qué ironía que me hayas arrebatado lo que nunca me diste, seguridad, confianza, amor, protección, afecto, comprensión, tiempo de calidad… tú no me diste nada y ese vacío no me lo puedo sacar de encima.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales