El mendigo de la calle buscaba en la basura del burgués acomodado por si le habían arrojado un algo un poco mejor, hoy, que Jesús venía a nuestro vacuo mundo.
Encuentra lo que parece algo de carne. Es sin embargo un feto humano muerto.
El mendigo que no era ni mucho menos un Santo siente inmensos deseos de llorar por lo que estima un crimen horrendo.
Pero una luz astral e invisible que no parece de este plano de inteligencia despierta de un profundo sueño al infante pequeñito.
Loco de alegría el vago toma al bebé que con fuerza llora y lo lleva a su refugio de perros de narices frías. Los mismos de Disney.
En medio de una cerrada noche aún existe lo que parece un milagro: la Vida.
Y realmente lo es. Feliz Navidad.
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