E t i c a

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El cristianismo perdona las ofensas y maldades del prójimo, pero también las suyas propias pues debe amar al prójimo como a sí mismo.

Si no puede uno perdonarse a sí mismo 

como podría perdonar a los demás?

Y una justicia ciega, sin misericordia, impediría la

conversión y rehabilitación reparadora del culpable.

Esto es una simple doxa, una opinión, y creo que debemos salir ya de la dialéctica de víctimas y victimarios. Que ha sido tan característica del cristianismo decimonónico, y tan renuente a la apertura que lo salvaría de si mismo.

 


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