Para no olvidarte nunca

Fumabas un cigarrillo mientras buscabas en tu celular la canción que querías mostrarme. Era “My friend of misery” de Metallica, dijiste que era tu favorita y yo elogié tu buen gusto. De algo teníamos que hablar después de una buena sesión de sexo con un desconocido total. Ni siquiera podríamos saber si los nombres que nos dijimos eran reales o un invento para no revelar nuestras identidades. Ja, como si tú o yo tuviéramos algo que perder fuera de esta habitación.

Yo seguía encima de ti, una que otra vez me pasabas el cigarro sólo porque decías que te excitaba ver a una mujer fumar. Yo sólo apreciaba tu cuerpo, me ponía sedienta ver lo bien trabajado que estaba, qué suerte haberte conocido esa noche. Por un segundo mis pensamientos intrusivos me dijeron que a lo mejor deberíamos conocernos más para llegar a una relación amorosa… pero eso era algo que ni tú ni yo buscábamos.

Pero qué melancolía me provocaba el pasar de los minutos, sabía que cada segundo era uno menos a nuestra despedida. Se notaba de inmediato que estabas acostumbrado a los encuentros casuales, y yo de novata ilusa queriendo grabarme bien cada parte de tu cuerpo, de tu rostro, de tu tacto para no olvidarte nunca.