Detrás de las cortinas

Qué descuido el tuyo de no cerrar bien las cortinas de tu habitación, desde aquí, en el frío de la ciudad, puedo verlos. Lucen como una pareja realmente fresca, por la forma en que ella te sonríe intuyo que tus chistes le son lo más gracioso de nuevo; por tu mirada, sé que has descubierto que nunca dejaste de amar sus gestos.

Buscas su mano entre sus piernas, la sostienes con firmeza y besas la unión entre sus cuerpos. Me recordaron a mis padres antes de lo malos tiempos, ellos solían tomarse las manos de esa manera antes de consolidar las promesas que se hacían de pura mirada con un beso. Y así lo hicieron ustedes, un beso los unió.

Ella tan segura, tú tan nervioso. La forma en que sostienes sus hombros sugiere que estuviste esperando por este momento hace mucho y aprietas tanto los ojos que pareces temer despertar del sueño. Pero lo estás viviendo, con ella.

Te toma un par de momentos abrazarla por la cintura para profundizar el beso y hacer cada vez más corta la distancia entre sus cuerpos. Ella sonríe entre besos, se ríe mientras exploras su cuello, cierra los ojos cuando llegas a sus clavículas. Recuerdo que alguna vez me dijiste que amabas eso de ella, y ahí estaba para ti nuevamente.

Qué momento tan mágico ver como sus cuerpos vuelven a reconocerse, como dejan de extrañarse para tenerse. Los gritos de la distancia han cesado en algún lugar del mundo, la sensación de soledad ha desaparecido entre dos almas, un par de labios agradecen volver a coincidir… un corazón se rompe detrás de las cortinas.