Denunciar relato
Érase una vez en Constitución una pobre mujer que atendía como médica. Yerbas. Aceites. Destilados. Masajes.
Un día las oscuras sombras de pías señoras inventaron que practicaba abortos.
Fue investigada y hallanada su casa. Nada se encontró pero ordenaron excavaciones en su patio.
Unos huesitos de pollo bastaron para la cadena perpetua.
Pero un santo abogado la libero en mil semanas.
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