La relación se derritió como la nieve

   La nieve blanca y fría se parece a la relación que tuve contigo. Al principio, cuando comenzó, apenas te conocía y el mundo a mi alrededor era el mismo, sin cambios. Luego, los copos de nieve haciéndome despertar, cubriendo poco a poco los tejados y las calles. Fuera el frío y la nieve, dentro de la habitación el calor de tu cuerpo y el sabor de tus besos. 

    A la mañana siguiente, los árboles pintados de blanco y el mundo que me rodeaba diferente, ocultos los sinsabores bajo una gruesa capa de hermosa pureza.

    Salimos a caminar, a probar el nuevo mundo que habías creado para mí. Tu compañía hacía de venda, ocultando el peligro que acechaba en las copas de los árboles que aguantaban el peso de la nevada. En calles no tan lejanas ramas por el suelo, incluso árboles enteros quebrados por el engaño de la belleza que ciega y no deja ver.

    En medio de la hermosa pureza sin mácula comencé a ver nieve sucia, sucia por el paso del tiempo, manchada por el roce. Más rápido de lo que deseaba, toda aquella idílica estampa comenzó a derretirse, el mundo ya no era otro, si no el mismo, la magia desaparecía, el encantamiento tocaba a su fin.

   Volvía al mundo de antes o eso creía yo, el mayor de los ilusos. Porque la nieve se iba, pero el frío no. El camino se convirtió en una trampa de hielo que no me dejaba avanzar. Quería olvidarte, quería, al menos, pasar página e iniciar una nueva relación. Pero ahí estaba el hielo que me hacía resbalar, el recuerdo de un amor que duró lo que dura una ilusión.