Historia de una infidelidad

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-¿Le quieres?
-...

-Claro que le quieres, es el padre de tu hijo ante todo, lo entiendo. ¿Pero le amas?
-...

-Yo creo que no. Si le amases no estarías aquí conmigo. Si pudiese darte lo que ha hecho que estés hoy aquí..., entonces..., quizás le amarías. Pero lo siento, no es el caso. Y por ello,  no comparto que tú te debas a él. Entiendo que respetes su honor y que temas su enfado, pero no entiendo que te niegues a sentirte mujer.
-...

-¿Acaso alguien nos puede ver? Sabes que aquí no, aquí somos tú y yo... al margen del mundo. Es nuestra intimidad, nuestra historia y lucharé por ella. Cierto es, que no pretendo más de ti que vivir estos apasionados encuentros . Soy consciente de que no te puedo pedir más, lo sé..., no es por ti..., sino porque  las circunstancias no lo permiten. Tienes en mí, no sólo a tu mejor amigo sino también a tu amante fiel.

-...- Agachas la cabeza

-No, no te avergüences. Sé que esto último no te gusta, te incomoda, pero para eso estoy yo aquí para que te olvides de prejuicios, esto no es malo...

-...
Advierto que no quieres mediar palabra, pero tu lenguaje corporal te delata. Siento que estás  de acuerdo conmigo, o al menos, una parte de ti así lo desea, ya que a medida que mis palabras brotan de mi boca, tu oreja esta más cerca de ella.  Mi tono de voz se vuelve  más íntimo, y sé que eso te gusta más, tu respiración entrecortada me lo confirma.

Empiezo a deslizar una mano suavemente bajo tu ombligo tanteando la entrada a tu falda. Mis dedos continúan bajando  torpemente por miedo a tu rechazo, por dentro de tu ropa interior. Llego al final, noto la humedad, y de pronto, tu mano me retiene, me obliga a quedarme allí, pidiéndome más...

-Es siempre lo mismo, verdad?- te digo con mis  labios pegados a tu oreja, mientras no paro de mordisquearla  -Tú me rechazas y siempre, tarde o temprano vuelves a mi...

Empiezo a sentir que tu respiración se agita, incluso llegas a emitir un leve gemido, mientras mi mano sigue jugueteando en la calidez de tu sexo.

Te excitas aún más-¿Te gusta, verdad?-, y en respuesta arqueas la espalda apretando tu cabeza sobre mi hombro, y tu sexo contra mi mano.Ha llegado el momento de entrar en la habitación...

Me siento en una cómoda silla que carece de posa brazos y generosa tú, no tanto en voz, como en gestos, dejas que tus piernas se separen para sentarte sobre mí, dejando que la escasez de tu falda esconda tus muslos prietos sobre mi cadera. Sonríes, me miras con lascivia, deseas comenzar, quieres frotarte contra mí.

 Estás  abrazada a mi cuello, me miras fijamente y con la boca entreabierta respirando fuerte , te acercas a la mía, dejando que sienta tu aliento. Mientras, mis manos exploran tu piel debajo de tu camiseta, levantándola poco a poco investigando la suavidad de tu espalda.

 Empiezas a jugar...,  empiezas a besarme pausadamente por todo mi rostro. Quieres ser cruel, pero yo me resisto no voy a robarte el primer beso sin que luches porque así sea. Vuelves a vacilar, pero yo no aguanto mas, y te muerdo, te devoro, y  mi lengua se revuelve dentro de tu boca incitando a la tuya.

Sujeto tu cara con una mano y empiezo a degustarte desde tu hombro desnudo hasta tu cuello. Te llevas mi mano a tus labios y empiezas a chuparme uno a uno mis dedos y para finalizar el ritual, te introduces mi dedo gordo en tu boca y lo relames una y otra vez con tu lengua traviesa y empiezas a jadear de placer, lo que me provoca tal excitación que no puedo evitar que mi miembro totalmente encendido busque la salida de mi pantalón. Sé que lo has sentido bajo tu falda, porque te estremeces, tus uñas se clavan en mi cuello y tu cadera baila sobre mí a un ritmo ya generoso para nuestro estímulo.

Levantas mi camiseta lanzándola con furia lejos de mí. Te quito los tirantes de la tuya y la dejo caer, acariciando desde los hombros hasta la cadera toda tu espalda desnuda. Antes de que termine de bajarte la camiseta tú ya te has deshecho del sujetador...

-Precioso par de picotas...-Susurro antes de lanzarme a por ellas sin dejar de mirarlas, mientras las sujeto con ambas manos presionándolas hacia ti en un intento de jugar con ellas con la punta de mi  nariz.

Con un brazo te rodeo, ayudándote a que te pegues a mí y te frotes con mi entre pierna con mayor facilidad. Con la otra mano sigo masajeandote  un pecho, dejando tu pezón al descubierto entre mis dedos. Me acerco con la boca a tu pezón, cómo me gusta..., como me excita, y me abalanzo sobre él, empiezo a lamerlo con mi lengua, primero despacio para saborearlo, lo beso, lo succiono, me lo como, no puedo parar, necesito tenerlo entre mis labios. Te encanta, te agarras a mi espalda mas fuerte, noto como me clavas las uñas, tu boca gime cada vez mas  alto, tu cadera aumenta la velocidad de su movimiento, está destrozando un culotte  sobre mí a base de calor y fricción... , sigues con tu danza, rozándote con mas fuerza sobre mi miembro, en él has  encontrado la sensibilidad, te descontrolas, jadeas, gritas y finalmente explotas. Tus piernas ejercen una fuerte presión sobre mis muslos, porque no quieres dejar escapar el placer que te ha supuesto el orgasmo, y tus brazo en mi cuello luchan por aferrarse más a él, mientras toda tú tiemblas sobre mí.

-Gracias- me dices mientras te levantas y te arreglas. - Me marcho, me esperan en casa-

Y allí me quedo sentado en una silla viendo como te marchas sin mirar atrás, con la única compañía de mi propio consuelo de saber que pronto volverás.


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