¿Fue justo?

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A Gerva de Gervasio, le daba igual, no veía en los desplantes de Tonia, que le hiciera de menos o que le humillara, él solo la quería. Se iba a la cama pensando en ella, soñaba con ella, amanecía con ella, se preocupaba por ella, hasta se inculpaba delante de la Señora por ella, él solo la quería. Por eso bajaba la cabeza cuando por las noches la encontraba al lado de las cuadras dejándose manosear por el cuadrero, o cómo cuando la sorprendió con las sayas levantadas y le acariciaba la entrepierna. No le importaba él la quería, la quería más que a su vida, más que a nada, era superior a su raciocinio, era como decía Matilde, la cocinera: “Esto que tienes con la Tonia, te va a costar la vida, no es un amor, para ti es la muerte”.

Al final de la tarde-noche la Señora le felicitó por su gran ayuda en la comunión de su nieta, había estado por la mañana y parte de la tarde haciendo viajes con el coche para llevar a los invitados y además colaboró y mucho con la cocina: “Muchas gracias Gervasio, muchas gracias, debería irse a descansar que mañana quiero llevar a la niña al monasterio a ver a mi hermano”.

Gerva dejo el coche en la fuente para lavarle temprano y sacó a los perros que habían estado encerrados, ya todo en orden se fue a la habitación que tenía en la parte baja de la casa pegado al garaje, al pasar por el invernadero oyó como quejidos, lamentos, no sabía decir, llamo a los perros y se acercó, al iluminar el lugar, vio un bulto acurrucado en la puerta que estaba abierta.

La luz no, la luz no – decía, mientras seguía quejándose.

¡Pero Tonia que ha pasado!

Al ir a cogerla ella le puso la mano para que no se acercara, esperó y la cogió en brazos, ella se acurrucó en su pecho y así la llevó a la habitación.

¿Pero Tonia que ha pasado, quien te ha hecho esto? Estas llena de golpes, tienes la ropa hecha girones, ¡Tonia, dime que te ha pasado! Voy a decírselo a la Señora, a la Guardia Civil a...

¡No por favor, no! No se lo digas a nadie, yo tengo la culpa, me lo tengo merecido.

¡No digas tonterías! ¡Nadie se merece esto!

Ya más tranquilos Gerva, lleno la bañera la quitó los restos de ropa y en brazos la metió en el agua templada. Una vez bañada y seca la dio con un ungüento en las heridas que tenía por todo el cuerpo, “como te han puesto” pensó. Le llamaba sobre manera los latigazos que la cruzaban la espalda, los costados y el pecho, también mordiscos por el interior de los muslos, los glúteos y un pequeño desgarro en el ano, en la cara estaba claro que la dieron algún puñetazo.

Esto no son latigazos, aquí te han dado con una fusta, tienes hasta las marcas. ¿Así que tu amigo el cuadrero no ha podido esperar? ¿El cuadrero y cuantos más?

El jardinero y el jornalero.

Tonia, dejame ir a ver a la Señora.

¡No!

Bien, tu mandas. - Y la dejo descansar, tumbándose él en el suelo encima de una manta.

Se levanto de madrugada, no podía dormir, lavó el coche, dio de comer a los perros y esperó hasta que vio a Matilde.

Mati, por favor - y le contó todo.

Que barbaridad, voy a verla ahora mismo.

Gerva les vio partir en la camioneta, él sabía que esa labor ellos la iban a dilatar todo el día. No lo dudó, dejo pasar un par de horas y se fue tras ellos en la bicicleta, llego pasado el medio día y efectivamente el cuadrero que se creía el más listo estaba durmiendo debajo de un olivo, los otros dos movían un poco la tierra de la puerta para allanar la entrada, mientras se quejaban del cuadrero, del encargado, del padre del encargado, vamos de todos, Gerva, se acercó a ellos con unas botellas de agua, diciéndoles que también a él le habían ordenado ir.

Pues coge el pico que hay en la camioneta y venga – le dijo el jardinero.

Hombre tomar un poco de agua.

Bueno, pero podía haber sido vino.

Mejor unos cubatitas con mucho hielo – dijo el jornalero.

Gerva, quito el mango del pico y les grito – no lo encuentro -. El que se acercó fue el jardinero e iba refunfuñando, no le dio tiempo a decir nada más, Gerva haciendo un semicírculo de abajo arriba le dio con el palo en la boca, repitiendo la misma operación pero esta vez de arriba abajo golpeándole en la cabeza, no dijo nada cayó como un fardo chorreando sangre y sin dientes. “Anda cabrón para que muerdas” dijo Gerva para sí. Le arrastró hasta las jaras dejando un reguero de sangre que borro echando tierra. Se acercó al jornalero por detrás, escondiendo el palo tras su cuerpo, al llegar a su altura le llamó, no se había girado cuando le dio en la nuca, con tal fuerza que sonó el crack del cuello roto. “Cubatitas, pues toma cubatitas cabrón”. A este le rodó hasta tirarlo en el estanque.

“Y ahora te toca a ti bella durmiente”. Le despertó de una patada en los riñones, al incorporarse le soltó un puñetazo en la nariz por la que manaba sangre al instante.

Pero que haces hijo … - no le dio tiempo a decir más, Gerva le pateó los testículos y se quedó en el suelo hecho un ovillo gritando como un cerdo.

Anda machote porque no intentas metermela a mi, para ti te reservo algo especial. - Sacó una navaja barbera, le piso el cuello, le bajó el pantalón, cortandole de un tajo el pene y parte de los genitales.

Como seguía gritando, con el mango del pico le dio en la boca, de esta forma se tragaba su sangre, le llevo hasta el estanque tirandole y, una vez dentro le hundía la cabeza repetidas veces hasta ahogarlo. Fue a buscar al jardinero le cortó el cuello con la barbera y le pasó la camioneta por encima, llevándole atado al estanque para también tirarlo, cubrió los regueros de sangre y se marchó.

 

Mati, dale esto a Tonia, me falta valor para darse lo yo, dáselo pasado unos días, creo que sabrás cuando. - y le tendió un sobre, que decía: “Para Tonia”.

Muy bien Gerva, no te preocupes.

Gracias Mati.

Sacó a los perros, que le lamían y jugaban a su alrededor para que corriera con ellos, les miró despidiéndose de ellos como hacía todas las noches, se encerró en su habitación, sentado en la mecedora se ajustó el cañón debajo de la barbilla y...

“Ha sonado en la habitación de Gerva”, dijo el encargado.

Toma Tonia, esto es para ti de parte de Gerva. -le dijo Mati, dos días después.

Tonia abrió el sobre donde había una nota con unas letras y dinero, en la nota decía: “Te he querido tanto que no podía vivir más, vete lejos y olvida mi locura”.


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