Disfruta que la mire (1).
Por Charles III
Enviado el 21/01/2021, clasificado en Adultos / eróticos
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Ya había cumplido mis 18 años, era mayor de edad, pero todavía algo inocente social y sexualmente, por haber transcurrido mi época colegial metido entre libros y libros. Pero ahora iniciando en el ambiente universitario, con tantas chicas bonitas, ricas y atrevidas, estaba ávido de experiencias y más en el campo sexual.
Además, ese despertar había sido incitado en los últimos meses por la presencia ocasional de Melissa, una hermosa y sofisticada chica estudiante de enfermería, amiga de mi hermana mayor. Ella pernoctaba en nuestra casa algunas veces, y sus despreocupadas caminatas por la terraza, cocina, comedor, sala y demás habitaciones, vistiendo pijamas reveladores y ropas diminutas, habían terminado de alborotar mis hormonas.
Había situaciones que ahora sé, a propósito ella hacía para provocarme. Como cuando en más de un desayuno, estando solo ella y yo, vertía agua o jugo encima de su pequeño top de pijama, haciendo traslucir sus pechos y resaltando sus pezones, sin siquiera inmutarse. O la vez que al chorrear y mojar su pantalón de pijama se lo quitó y continúo desayunando solo en calzoncito y camiseta de tirantes. O cuando se "tiraba de panza" en la alfombra dizque a estudiar enfundada en unos shorts que apenas le cubrían "media nalga" y que hacían ver sus muslos y culo super deliciosos, y ni que decir de cómo se le repintaba, el "camel toe" que dicen los norteamericanos, cuando en licras hacía ejercicios. Pero lo que más me provocaba fue descubrir que, a veces, se duchaba y vestía con la puerta entreabierta.
Sin embargo, estoy casi seguro que Melissa lo que más gozaba, era torturarme los días que obligatoriamente debía ir a campo clínico ataviada con su uniforme de enfermería. Ella se esmeraba en ser despreocupada al alistarse y vestirse, pero con disimulo y adrede me permitía ver su ritual. Fingía no saber que yo la espiaba, pero parecía disfrutar que yo la observara, porque bien sabía que la veía, desde que tomaba la ducha y salía envuelta en una toallita, hasta que finalizaba perfumando su cuerpo eróticamente.
El ritual iniciaba, luego de que mi hermana y mis padres se marchaban. Ella después de la ducha, en su habitación, desnuda frente al espejo de cuerpo entero, secaba su cuerpo lenta y armoniosamente, y acicalaba eróticamente su cabellera. Acariciaba su piel esparciendo cremas y "splashes" en sus brazos, hombros, pechos, estómago, piernas, nalgas, muslos, abdomen, entrepierna, ingles y espalda. Sus muy cadenciosos y lentos movimientos, eróticos según la parte corporal, eran demasiados excitantes para mí. Verla embarrar cremas en sus pechos jugando con sus pezones, y luego acariciar con aceites su zona pélvica, ingles y nalgas, eran suficiente motivo para generarme espasmos eyaculatorios.
El acto seguía con ella tomando en sus manos delicadamente, observando y admirando su diminuto calzoncito blanco, lo olía sugestivamente, acariciaba su encaje, mientras en el espejo se reflejaba su deliciosa figura desnuda. Luego lentamente levantaba una pierna y la introducía en él, y repetía la misma acción con la otra pierna, y frente al espejo lo subía ocultando su bien depilada vulva. Lo ceñía a la cadera y lo acomodaba con sus dedos índices, eróticamente, en las ingles. Esta bella flaca, se volteaba para ver su rico trasero en el espejo, lo elevaba, y acomodaba el calzoncito en su lugar, introduciendo y deslizando sus dedos elongando los elásticos sobre sus glúteos. El espectáculo era para mí inmensamente provocativo e inevitablemente la erección inmensa, casi dolorosa.
Melissa, vistiendo solo su calzoncito, que por pequeño dejaba ver el inicio del delicioso surco entre sus nalgas, y con sus redondos y erguidos pechos aun desnudos, procedía con el maquillaje, poco muy poco pero muy atrayente en ojos y boca. Peinaba su semiamargo cabello, suelto, acentuando sus movimientos de cepillo, cabeza y cabellera en forma muy, muy erótica. De pie frente al espejo se contornea, y creo mas que para admirarse para que la vea yo, y seguir torturándome. Se nota, que ella lo disfruta, que goza que la mire, y a mí me excita mirarla...
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