Disfruta que la mire (2).
Por Charles III
Enviado el 21/01/2021, clasificado en Adultos / eróticos
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...Acto seguido, toma suavemente y acaricia las medias blancas, de encaje/elástico en la parte superior del muslo. Melissa enrolla la media sobre sí misma, y apoyándose en el borde de la cama, introduce despacio lentamente su pie, deslizando la media a lo largo de la pierna hasta el muslo, dejando solo sin cubrir la piel entre el fin de la media y la ingle. Cambia de pierna, y repite el mismo seductivo movimiento, para luego nuevamente de pie frente al espejo mirarse de cuerpo entero: sus pechos desnudos aún, sus pezones erectos, su cabellera suelta, sus piernas cubiertas hasta los muslos por las medias blancas semitransparentes, y su zona genital arropada por aquel pequeño calzón, todo de blanco. Con una sonrisa pícara se da una auto aprobación, al tiempo que furtivamente, me dirige vía espejo, una mirada disimulada, pero sabida ella que yo la observo.
Este tortuoso ritual, por aquello de ver y no tocar, continua con ella repitiendo lo de acariciar, oler y ajustar, ahora con su blanco brassiere de encajes, cubre a medias sus redondos pechos y los rosados pezones. Posteriormente ciñe su uniforme blanco de enfermería sobre aquel delicioso cuerpo, subiendo lentamente la cremallera hasta la altura de sus pechos, pero dejando a la vista un poco de sus senos. Finalmente, Melissa calza sus zapatillas blancas y nuevamente frente al espejo, observa y luce la obra de arte que es su cuerpo, ataviada con aquella vestimenta, y se voltea a admirar otra vez su hermosa parte trasera.
Las primeras veces de este espectáculo, yo la miraba escondido, sin moverme, casi petrificado para que no me fuera a pillar, pero era lógica y obligatoria la erección, casi dolorosa por lo pronunciada, e involuntariamente eyaculaba profusa y deliciosamente. Ya para las siguientes ocasiones, con más confianza por no haber sido aún descubierto, era imposible no masturbarme, siguiendo cada uno de sus gestos, al punto que en más de una ocasión estuvo a punto de pillarme, dándome apenas tiempo de correr a mi habitación.
Pero hoy, fue un día diferente y especial. Luego de todo el ritual, ya totalmente vestida y viéndola yo ya lista para irse, corrí a refugiarme, y terminar de autosatisfacerme, al baño. Me metí a la ducha, y estaba limpiando los restos de semen consecuencia de su espectáculo, cuando oí su voz que dijo: "necesitas ayuda?". Mi primera reacción de sorpresa, fue responder tímidamente: "no, gracias". A lo que ella insistió: "pero, yo quiero ayudarte. Ven, aquí afuera te espero". Aún sorprendido, tomé una toalla, me sequé rápidamente, la ceñí alrededor de la cintura, y salí lentamente diciendo a Melissa: "se te va a hacer tarde para tus clases".
La encuentro recostada sobre mi cama. Se incorpora, se dirige hacia mí, alternando su mirada entre mis ojos y la protuberancia que se nota debajo de la toalla y acota: "hoy no tengo clases, pero me he vestido así para ti, para que tú me vieras una vez más, como lo has hecho las últimas semanas. Con la diferencia que hoy no solo verás, si no que podrás tocarme, acariciarme, besarme, lamerme y chuparme lo que tú desees. Quiero hacer realidad todo lo que has soñado e imaginado conmigo, cuando te has masturbado mientras te brindaba mi espectáculo".
Yo incrédulo pregunto: "tú sabías que yo te espiaba?", ella suelta la toalla de mi cintura, y con mi pene en sus manos, acariciándolo susurra en mi oído: "sí, lo sabía, lo sé, y eso me gusta, eso me excita". Melissa seguía jugando con mi pene, que rápidamente estuvo totalmente erecto, y sin más, se hinca, y lo introduce en su boca mientras nuestros ojos se miran, y me practica el mejor sexo oral disfrutado en mi corta vida sexual.
De más está decir que esa fue la primera de muchas otras y diversas veces en que Melissa satisfizo su deseo de ser vista y admirada, y a la vez engrosó mi curiosidad y caudal sexual.
Todo lo demás que hicimos y cómo, luego se los contaré...
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