Denunciar relato
Infancia sin infancia, ojos de luz apagada y felicidad robada.
Aprendió a jugar levantando los olivos en una tierra de gris esperanza.
Sobrevivir fue su lucha diaria. De recompensa, cobijo y manta.
El porvenir, criar a los siete de su manada.
Valiente y de alma entregada, vida de sacrificio y manos ensangrentadas.
Señora de vocabulario escaso pero de corazón impagable.
Sin saberlo, maestra de bondad y nobleza.
Así se fue, volviendo a los campos que la vieron crecer, regresando al hogar que con tanto esfuerzo creó y del que siempre habló con orgullo.
Dejó un gran legado, ése del que muchos carecen, el de los valores. Esa fue su mayor riqueza y la mía sin duda, tenerla como abuela.
¡Qué grande fuiste Manuela!.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales