MIRADAS

No sabes cómo ocurrió, como acabaste en ese laberinto con salida hacia el abismo de sus ojos verdes.

Allí estabas sentada a su lado, sintiendo que te había enredado como una araña a su presa. Cruzasteis dos palabras, vuestras miradas hicieron el resto.

Envueltos en magia, el tiempo dejó de existir. Su cuerpo tu único universo, con él sentiste lo que con nadie nunca. Hubieras dado la vida por retener ese momento hasta la eternidad.

Pero en realidad, sabías que su mirada tan solo era un arma de doble filo, un veneno sin antídoto, un hechizo sin conjuro que pudiera romperlo.

Podrías nacer y morir mil veces y aun así seguirías perdida en sus ojos.

¡Bendita y maldita mirada!