Mi primer cibersexo

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Un domingo de 2017 escuché el zumbido de mi celular, estaba tan metido en una película que tardé en ver la causa del zumbido del teléfono. Era un mensaje de WhatsApp; si, era ella y me había mandado una imagen.

Al abrir la imagen, no podía contener mi sorpresa, estaba desnuda frente a un espejo, con la mano derecha se cubría su sexo y con la izquierda sostenía el teléfono para tomar la foto, sus enormes pechos se mostraban libres, sus piernas hermosas y un poco abiertas añadían sensualidad a esa imagen, fue sólo una y sin mayor comentario, entendí que no podía decir más, así que sólo esperé a que pudiera escribir.

La película dejó de tener importancia, sólo admiraba esa imagen, ese cuerpo urgido de atención, ella tan caliente y sin ser atendida. Un poco más tarde me escribió -¿te gustó?- Qué pregunta, el verla así provocó que mi miembro despertara, y me hizo recordar la última vez que estuvimos juntos.

-Estoy caliente, y tú tan lejos- siguió escribiendo, y yo compartí una foto de mi verga dura, esa dureza que me había provocado su imagen, dura y babeando por ella.

-Me estoy tocando, amor, ojalá estuvieras aquí, pero ya no puedo seguir, me quedaré con las ganas-, suspendió su momento de intimidad y acordamos que al otro día podríamos hacer una videollamada.

Las ansias me comían, sería mi primer cibersexo, y casualmente todo se conjugaba ya que ese día estaría totalmente solo en la oficina. Me enviaba mensajes a cada rato, "...ya todos desayunaron..." "...solo me falta llevar a los niños a la escuela…" y por fin me escribió, "...ya estoy lista…"

Empezó la videollamada, estaba recostada en su cama totalmente desnuda con audífonos para evitar que por casualidad escucharan vecinos curiosos, yo estaba en mi privado con cortinas y puerta cerradas, me decía que desde el día anterior estaba caliente, pero su pareja no la satisfacía, así que ha preferido recordar nuestros encuentros casuales y masturbarse muy seguido, a la vez que se tocaba sus partes íntimas.

Pidió que le dijera cosas calientes, la forma en que la iba a poseer la próxima vez que nos viéramos, que le mostrara mi verga dura y babeante, y yo por mi parte, no me cansaba de admirar sus pechos, los tiene grandes y sus pezones duros, y cada vez se tocaba más y más fuerte su clítoris y se metía un dedo en la vagina, verla así de caliente y descontrolada es un espectáculo excepcional, cerraba sus ojos, se mordía la lengua y yo continuaba diciéndole palabras calientes y la forma en que imaginaba meterle la verga la próxima vez, recordándole todo lo que me causó cuando recibí su foto desnuda el día anterior, ella se retorcía en su cama, pronto llegaría su orgasmo, pedía más y renegaba que estuviéramos tan lejos, sus pechos brincaban y de vez en cuando se los acariciaba y llegaba a morder sus pezones, gritaba y por fin llegó esa carga eléctrica que le causaba su venida y el grito se hizo más fuerte.

Descansó y trató de reponerse, me dijo -me hacía falta, me excita que me veas- por dentro yo me moría por estar con ella, y también renegaba de estar tan lejos. Ese momento de calentura de una mujer no se puede desperdiciar, y antes de que se le bajara la calentura, y me pidió verme masturbando, pero a cambio le pedí me bailará, me enseñara todas sus partes íntimas, no hubo mucho que insistir, cooperó de una forma única. 

Se movía tan rico, se tocaba sus partes, se volteó y me mostró ese hermoso culote, sus ricas nalgotas, de pronto se agachó y las abrió y pude ver su hermoso culo, se acercó a la cámara y me mostró sus pechos grandes y hermosos, sus movimientos y el que la viera desnuda, la calentó nuevamente y se volvió a masturbar. Mi verga estaba al cien, trataba de controlarme, pero de pronto saltó todo el semen y eso provocó que ella tuviera un orgasmo más y volvió a retorcerse y se mordía los labios y gemía para tratar de no gritar.

Suspiró como descanso y se tumbó en la cama todavía con la respiración agitada, yo no me cansaba de admirar su desnudez, me vuelve loco verla desnuda.

Cortamos la videollamada y nos arreglamos la ropa y ya solo nos llamamos por teléfono, para decirnos palabras bonitas y acordar que en nuestro próximo encuentro le regalaría un vibrador para esos momentos en que la calentura le gane. Y claro ya se lo compré.


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