no quiero perder la esperanza
Por ciclistarojo
Enviado el 12/02/2021, clasificado en Reflexiones
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NO QUIERO PERDER LA ESPERANZA
Un lugar inhóspito, tétrico, ni de amor ni de alegría, triste, un “no lugar” para Marc Augé. Allí todo confluye al individualismo, a la desconfianza, al miedo; ninguno queremos estar allí, nos asfixia el ambiente, el tiempo se eterniza, escenario de pesadillas: lo abstracto de lo onírico coge forma, nada esperas, ¡solo salir!
Una familia: él perdido, ella lidera, las hijas presentes aunque ausentes: la menor bonita pero aún niña, la mayor niña pero mujer; ambas ríen, gritan, juegan absurdamente para distraer la espera, dudo por la hilaridad de ambas y éstas actúan según se espera en tan absurdo escenario.
Espontáneamente la madre desde un pasillo próximo comenta algo con alguien, sonríe y con su mirada me hace partícipe de sus comentarios, la mayor de quince años espera un hijo: “…está de tres meses”, “… a su casa viene”, no refleja preocupación o desencanto; “…fue llegar y topar”, “…una casita de alquiler”, “...él con sus padres y que la vea un ratito”, “…habrá que buscarle un trabajo”. La vida resumida en frases cortas, no hay reproches y sí el cómo afrontar vicisitudes.
El padre ensimismado, aturdido, sufriendo en su negra gruta de pensamientos, la frente entre sus manos, sus codos apoyados en las rodillas; otro que espera una rayo de luz y de esperanza. De forma espontánea la más pequeña se sienta en su regazo frente a él y le abraza, le besa, le adora; amor incondicional.
Algo tuvo que ocurrir aquella mañana para que tanto amor se exhibiera en aquel lugar, para que todos nos reafirmáramos en creer que la vida pese a todo es ¡Bella!
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