¿Bailas?
Por Francisco Camino de Esperanza
Enviado el 15/02/2021, clasificado en Adultos / eróticos
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Una noche más de pandemia, pero esta, no era una noche, igual que las otras, había quedado con Merche (no lo creía); pudimos ir a cenar, no éramos muchos, ni siquiera seis, ni tres; éramos, tú y yo (eso lo hacía especial), éramos los dos, más dos mascarillas (que agobio), al fin pudimos sentarnos a cenar, vernos las caras, reír y charlar, pero no bailar, quizás sea mejor así, ¿cómo bailar contigo? con una mascarilla puesta,
Y tú dijiste: - vamos a mi casa, tomamos algo y escuchamos algo de música.
-mi imaginación empezó a volar, Merche, estaba esa noche arrebatadora (la verdad, ¿cuándo no?)
Salón grande y acogedor. - Ponte cómodo Iván (ya lo estaba, en aquel sofá),estaba algo nervioso, nunca había estado en su casa y menos a solas, recuerdo que tomaba un ron con coca cola(me dije, bueno el cubata, me quitará estos nervios), ella tomaba, un puerto de indias(porque las chicas, tomaran esto) y me preguntaste: -
-Iván: - ¿qué música te apetece escuchar? - yo todavía, no había ni empezado a -decírtelo, cuando dijiste - ¡¡ espera !!, yo tengo un cd que me apetece escuchar...
Como un resorte, saltaste del sofá y colocaste el cd en tu equipo y empezó a sonar, un tema de Ana Gabriel “Eres todo en mi”(desde ese día, lo he escuchado tanto); la rapidez, que habías tenido para ir a poner el Cd, se había ralentizado,- de repente y al lado del equipo, empezaste a moverte elegante y sinuosa, era una música de las de “bailar tan pegaditos” y me dije: - voy a levantarme a bailar con ella, ufff; esta deslumbrante; desde el sofá, la veía alta, elegante, moverse con su vestido negro, los zapatos de tacón rojos y esos labios, con el mismo rojo pasión, fueron segundos, los tengo grabados a fuego, más en mi sexo, que en mi mente; ella se abrazaba a sí misma; pufff yo, ya no tenía duda(el ron, me había quitado algo los nervios) y pensé, que: - esa era, una invitación a que me uniese a ella, pero, no me había levantado del todo, cuando me dijo: -”siéntate Iván”, ahora, voy yo, a bailar para ti, y me quedé en el sofá, petrificado; pensaba:- estoy un poquito acelerado.
Recosté mi espalda, mis ojos ,no lo podían creer, yo sabía que ella, había hecho baile unos años, pero no era eso; era la elegante sensualidad, de aquellos movimientos, ¿cómo?, esas caderas, que se estaban moviendo suavemente, al ritmo de una canción tan deliciosamente suave, podían mover, el vestido de esa manera, estaba como soñando y bastante excitado en el sofá, debía tener los ojos fijos y como platos, pasados unos minutos; dejaste de abrazarte, te cogiste la melena y la echaste toda para un lado, tus movimientos de cadera, se acompañaban con tus largos pendientes, que se movían a la vez ,mi sexo me recordaba, que no estaba del todo hipnotizado; los movimientos, eran tan cadenciosos, que tu lentitud de movimientos, me aceleraba más uffff, me estaban entrando ganas, de saltar del sofá, estaba excitándome por momentos más y más, un calor, empezó a recorrerme el cuerpo y un ardor, en todo mi sexo, pero ese impetuoso deseo y ganas de ti, se acrecentó aún más, pues te fuiste acercando, te agarrabas el pelo, te lo llevaste a la boca, me moría, te acercaste más, moviéndote tan sensual ,estabas tan bella, mis ojos que querían abarcarte toda tú, tus pechos, tus caderas, tu pelo; pero se pararon en tus rojos labios; cuando me dijiste: -“ven amor, ahora, si deseo, que te unas a mi”;uffff, me agarraste de la mano, tenía una mezcla, de excitación y un deseo tan fuerte ,tan impetuoso, como ese viento, que desnuda, los pétalos de una flor, con su fuerza; pero tú eras brisa, suave cadenciosa y lenta; esa brisa que te acaricia y todavía no desnuda.
Y en medio del salón, se juntaron el viento y la brisa, las ganas de ti y tu sonrisa, tus gestos, tus caderas, tus miradas, yo en mi estómago, un poco ron y un millón de mariposas ,ufff; mi pecho se salía de mí, y mi sexo, era un volcán de pasión; esa pasión, que penetra y rasga, que arrolla, pero que tú, en tu morbosa lentitud, más y más provocabas, no aplacaba la brisa al viento ,sino que le daba, más fuerzas, más y más ganas, -te hubiese desgarrado el vestido, pero mis manos se impregnaron de tu sensual delicadeza y le bajé la cremallera ,en esa interminable espalda, hasta el límite, que estaba en su culo ¡¡ tann duro ¡! ;Pufff; moviéndose aún -yo, al límite también estaba, que daba a mi sexo, más dureza aún ,que el culo de Merche; pufff ese culo duro; subí delicadamente ,mis manos, sobre sus hombros y deje caer, con una suave caricia en sus brazos, los tirantes del vestido, cayendo este, hasta la tarima de su salón ;en ese momento ,tú, con las dos manos, te cogiste el pelo, para al instante soltarlo ,note en mi pecho, tan fuerte la sensación ,de que deseabas estar desnuda ante mí, ufff no lo olvido; todo aquel instante quedándome extasiado de ese cuerpo,¿ cómo podías seguir moviendo, de esa manera tus caderas?, esas largas piernas, con ese liguero y esas medias negras, me contagie de tu lentitud; descendía mi mirada, desde esos zapatos rojos y las medias negras y ascendían mis ojos a tu sujetador negro y a esos labios rojos, se llenó, mi mente y mi mirada, de tanto rojo y negro y de ese esbelto cuerpo, que no paraba de moverse, era ya tanta la” tortura”, para mi caliente y duro sexo, no podía ni colocármelo(como bajar las manos); puff, y ella en movimiento; fue cuando en ese momento, los dos juntamos nuestros cuerpos, por tu movimiento, yo sentía, tus caderas en mis manos ,más que mis manos ,en tu cadera, que también bajaban por instantes, a tu culo, tu mientras ,me desabrochabas la camisa y aquel movimiento de caderas, acompasaban mis manos, allí pegadas y entonces; te diste la vuelta ,mis manos se deslizaron en tu piel, giraron contigo y pegaste tu culo en mi sexo, uffff, un volcán ardiente ,como el rojo de tus labios y de esos rojos zapatos, tocaste tan de cerca el fuego; que girándote otra vez, te agachaste para liberar tanto ardor, desabrochando el cinturón, bajándome el pantalón y todo lo demás, acercando, el rojo ardor de tus labios, a su volcán, tu mano, tu boca, todo era ardiente, mi sexo, tus labios y tu boca, parecía que iba a llegar, el estallido a toda esa excitación ,pero estaba equivocado,- y cuando, yo más me moría y me derretía en tu boca , cuando menos lo imaginaba y en plena excitación de mi cuerpo; pufff; te levantas y me sientas en el sofá de aquel salón improvisado de baile, qué no de música y sexo, pero ya no era, para contemplar tu baile, lentamente, te sientas encima, no de mí ;sino del volcán, con todo su fuego, que si atravesó el centro profundo de tu cuerpo, el cual cambió de movimiento ufff;te seguiste moviendo en otra postura, esas caderas y ese culo, no bastaron, muchas cabalgadas sobre mí, para que esa lava tan ardiente, llenara, ese cráter de pasión, tan ávido de ella, aquel volcán rocoso y duro esparció, toda aquella lava ardiente, dentro de ti ,entre una y otra expulsión de tanta lava, tan ardiente lava, que se esparció como rio caliente y desbocado por tu cráter, inundándolo de placer y después por tus muslos y tus medias negras, en una erupción de deseo, como si buscase, el rojo de tus zapatos, no importaba ya nada en aquella explosión de sexo.
Merche, mi bella y esbelta bailarina, llenaste de sensualidad el salón y mi cuerpo, de tan ardientes ganas, por tu hermoso cuerpo y todo aquel momento de placer y deseo, uffff, como me acuerdo, de que ya tan llenos, el uno del otro, sin la tensión ya del deseo, nos miramos, todavía, no nos habíamos lavado, esa blanca lava, que ya se enfriaba y riéndonos tan satisfechos y con mucha complicidad dijimos: - ¿Bailas?
Francisco Camino
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