Nicolás confirmó sus sospechas: Lucio estaba haciendo equilibrio sobre la débil cuerda de la razón y ésta estaba a punto de cortarse, dejándolo caer hacia el precipicio del delirio esquizofrénico. Todas sus percepciones se habían vuelto más finas: la música, el descubrirlo detrás suyo sin siquiera haberlo oído entrar, el descubrir a Leticia sin verla, y sus pensamientos oscilaban peligrosamente entre la realidad y la metafísica propia de la locura: el Logos divino bajado del universo incognoscible de los arcanos del tiempo, la canción que era alucinación y la amo más que al Sol, no, más que a los veintitrés grados. Había que hacer algo por él, y había que hacerlo ya.
_ Lucio ¿Qué dirías si te pido que tomes tu medicación?
_ Diría que sos un tremendo hijo de puta _ Y sus dedos se clavaron firmemente sobre las teclas del piano, produciendo un estruendo que de inmediato se convirtió en una sonata de Beethoven que Nicolás Briski conocía bien.
_ ¿Cuándo aprendiste a tocar el piano?
_ De chiquito, con una vieja alemana que quería pegarme todo el tiempo. No la culpo.
_ ¿De chico te gustaba la música clásica?
_ No, prefería El Club del Clan._ Dejó de tocar y se dio vuelta._ Mi vieja me cantaba las canciones de Jolly Land Me cantaba una sobre una cafetera y un colador, pero nunca más pude recordar la letra.
_ ¿No le preguntaste cuál era?
_ ¡No! ¿Para qué? Son recuerdos viejos Mi mamá me cantaba eso mientras cocinaba, y cuando me arrastraba por la calle para llevarme a lo de la vieja alemana me gritaba que yo iba a ser el próximo Ludwig Van Beethoven. Yo no quería ser eso, yo quería ser soldado, capitán de la marina de guerra ¿Qué ironía, no? Mirá lo que soy ahora. Un viejo ridículo, alcohólico y loco. Ni siquiera sé cómo pasé de la cocina de mi madre a esto. Es el castigo del Logos, supongo.
_ ¿Qué es el Logos?
_ Puede tener muchos significados en el habla corriente y en el lenguaje técnico._ Lucio clavó sus dedos en el piano nuevamente._ Pero esencialmente es, o puede ser, algo que nos otorga la facultad de percibir, comunicar lo percibido y entender ambos procesos y, como consecuencia de ello, sufrir el martirio de un semidios. Es tan inaprensible y autoevidente como el Sol Bien platónico. ¿Leíste alguna vez los fragmentos de Heráclito?
_ No.
_ ¿Y qué estudian los psicólogos? Leélos, se relacionan con tu pregunta, pero no le dan respuesta; la respuesta está dentro tuyo.
_ ¿Qué tan adentro?
Lucio dejó de tocar y se dio vuelta súbitamente.
_ ¡Muy inteligente!_ Exclamó._ ¡Muy inteligente esta última pregunta! Y tiene respuesta: está tan adentro que necesitarías vivir durante siglos para encontrarla. Digamos que está en la parte inaccesible de tu inteligible e inexistente espíritu.
_ ¿Cuál es la parte accesible de mi inteligible e inexistente espíritu, Lucio?
_ Esa pregunta también es muy inteligente. La parte accesible de tu espíritu es aquella de la que tenés más o menos conciencia: los sentimientos y las percepciones reales, es decir, superficiales.
_ ¿Y si mi espíritu es inexistente cómo puede tener una parte accesible?
_ En este mundo existe lo que no existe, Briski. Como podés observar, nosotros decimos que esta conversación está ocurriendo en el tiempo presente, pero lo que llamamos presente instantáneamente se convierte en pasado y el pasado, naturalmente, ya no es el presente y por lo tanto tampoco existe. No necesito decirte que el futuro es algo ja, ja, ja no es nada; el futuro no tiene ninguna existencia más que en nuestros pensamientos, al igual que el presente y el pasado. El tiempo es ilusorio y nuestra existencia se desarrolla en el interior de una secuencia que no existe. Pendemos de un hilo, Nicolás, el más mínimo desequilibrio cuántico podría hacernos mierda, podría borrar lo que nunca existió y eso es algo maravilloso.
Nicolás Briski se relamió los labios y se acercó a la ventana, metiéndose las manos en los bolsillos. El vidrio le devolvió su deprimente imagen: un rostro de expresión triste y desconcertada.
_ Mi abuela paterna era griega, por eso me gusta la Astronomía. Yo siempre creí que los cuerpos que son absorbidos por los Agujeros Negros van al pasado
De alguna manera siempre anhelé caer en un Agujero Negro, pero éstos son el sostén de la galaxia y es muy improbable que alguno de ellos se devore a la Tierra. Vos y yo estamos ahora en una situación que no ha existido nunca y nadie tendrá registro de estos sucesos. Nos vamos a morir y cuando sólo quede nuestra patética osamenta bajo la tierra, nadie podrá dar fe de que existimos. Valemos muy poco, Nicolás, de hecho no valemos nada
Estoy contento por la llegada del invierno, me gusta más que el verano, pero tengo frío.
Lucio se levantó y salió de la habitación. Nicolás pudo escuchar sus pies descalzos rebotando sobre el mármol de la escalera y luego, desde arriba, el correr de las puertas.
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