Todo

Amarte, vida mía, significaba un sacrificio más allá de lo que yo podía soportar. Me esforcé tanto como pude, te di aquello que pedías y a cambio recibía todo el peso de tu indiferencia. No me importaba que tú no hicieras lo suficiente por mí, pero estúpidamente creí que podría lidiar con ello.

La verdad es que todo de mí exigía más de ti, pero nunca me atreví a decírtelo. Eso me llevó a la ruina emocional, pues tu presencia intermitente sólo martirizaba mi alma.

Me desviví por darte lo que necesitabas, dejé que invalidaras mis emociones, permití que los silencios se extendieran a todo mi ser; pero aun cuando más infeliz me hiciste, yo te amé como a nadie.