Amores peligrosos.
Por Alma Gecé
Enviado el 08/07/2013, clasificado en Amor / Románticos
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Sara sabía que a su madre no le gustaba aquel chico, pero aun así, ella afirmaba todos los días que le quería como nunca antes había querido a nadie. Sabía perfectamente que nadie podía cuestionar sus sentimientos, nadie sentía lo que ella sentía y de la manera que ella lo hacía.
Aquella tarde salió de casa. Había quedado con Dani, su chico, en pocos minutos. El lugar de su primer encuentro se situaba cerca de un viejo hotel que ahora hacía las veces de un edificio de oficinas. Y digo "primer encuentro", porque era la primera vez que los jóvenes iban a verse cara a cara. Llevaban hablando varios meses a través de Internet, sí, pero nunca se habían visto, ni siquiera a través de videoconferencia. Quizá ese era uno de los puntos que hacían desconfiar a la madre de Sara de la veracidad de las palabras del chico.
Cuál fue la sorpresa de Sara cuando llegó al lugar acordado y allí no había nadie. "No puede ser, debe de haber un error. Fijo que Dani ha perdido el autobús. No, no ha podido dejarme tirada", pensaba la chica una y otra vez. Se negaba a pensar que el jóven no acudiría a la cita aquella tarde. "Esperaré un rato más, y si no aparece, le llamaré".
No hizo falta que Sara llamara a nadie, aunque debería haberlo hecho por su propio bien. Un coche negro apareció por la carretera principal, y se aproximó a la chica. Ella, no se detuvo en observarlo, ya que sabía que Dani acudiría al lugar en alguna de las líneas de bus urbano. Y sí, ahí estaba Dani. Apareció tras ella, tapó su boca con un pañuelo y susurró a su oído "Buenas tardes Sara, encantado de concoerte. Aprovecha este momento, es tu último segundo de vida. Ah, y lo siento".
Y se la llevó para siempre. La jóven debía reconocer que, aquella vez (como casi siempre) su madre tenía razón: Dani no era quien decía ser.
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