No tenía mucha experiencia sexual, salvo revistas y videos. Solo teoría, nada de práctica. No soy una chica muy llamativa. 1.48. Morena, delgada, según varios maduros, tenía un cuerpito muy sabroso, pequeño, firme y muy bien definido. Pues los jóvenes de mi edad no lo veían tanto así. Sin embargo, como se quién soy, tenía mucho que dar, pues a escondidas siempre fui muy caliente.
Lo conocí cerca de mi casa, 15 años mayor que yo. Mujeriego, calculador, interesante, simplemente encantador. Apenas me conoció me miro como una niña sin serlo, pues aparento menos de lo que tengo. Igual jugaba con mi mente y me ponía en el sitio que él deseaba, sin darme cuenta. Me declaré, insinué. Porque aunque el me deseaba, me decía que era muy inocente para las cosas que él estaba acostumbrado a hacerle a las demás mujeres.
Empezó con un beso en su camioneta. Luego con juegos cada noche. Me excitaba, me calentaba, me hacía fantasear. Luego en su camioneta me demostró el placer que puede sentir mi cuerpo en cada parte de mí. Fue difícil desnudarme frente a él, pues sentía una adrenalina tan intensa, que no puedo describir, a la vez creo que era más el miedo que me daba al no saber cómo reaccionar. A él le emocionaba, después de estar con tantas mujeres, estar con una cuyo cuerpo era prácticamente virgen, y le gustaba lo que me hacía sentir.
Pero, al decirle que lo amaba después de meses de lujuria, no quería hacerme suya por completo. Insistía que no debía, y de verdad. Aunque teníamos sexo oral, jamás me penetraba, yo estaba al borde de la calentura.
Sali de clases por un tiempo, de vacaciones y vino un familiar el cual conozco muy bien. Casi que un hermano para mí. Pero yo para el no. Insistía en abrazarme, besarme en lugares que no debía, por un momento fue una molestia. Empezó a contarme que sus primas disfrutaban de sexo con él, yo sabía que intentaba excitarme, pero no le hacía caso.
Una vez me mostro unos condones que tenía, y yo ni le preste atención.
Cierta noche mi maduro lo hizo otra vez. Me llevaba a un mundo de fantasías, me mandaba fotos de su miembro y yo mandándole fotos de mis senos y mi sexo. Hacía que usara dildos improvisados, y acordamos que algún día le daría mi culito para que gozáramos los dos, pero al final de la noche no terminaba de decirme el día ni la hora, todo era un, ya veremos.
Me sentía mal, frustrada y muy deseosa de sexo real. Extrañamente mis padres salieron a guardar un camión, llego mi primo y ellos igual se fueron. Yo sabía que iba a tener problemas. Y así fue. Empezó a ponerse intenso y simplemente me fui a mi cuarto. El me llama y salgo a la sala y él estaba sentado con los pantalones abajo, y tocando su miembro. Lo vi y resulta que tenía un pene extraño. Él es moreno igual que yo. Pero su pene estaba dormido, el cuero era negro, y aunque estaba dormido se veía grueso.
Era feo, jamás había visto un pene tan feo y extraño. Pero por eso llamo mi atención. Sabía que era un error, pero lo iba a hacer, sentía que no tenía nada que perder, pero al saber que mis padres podían llegar me excito más. Me arrodillé, me lo metí en la boca y empecé a chuparlo. No creció mucho más, pero era grueso, más que el de mi casi novio.
Yo misma me quite la blusa, no tenía sostén, pues no tengo muchos senos, el igual me los beso y yo continúe masturbándolo con mi boca, el sabor era distinto, la textura, pero me gusto hacerlo. Cuando el sintió que podía acabar me alejó. Me levanto, y me desnudo por completo. Yo hasta me había afeitado completa, pensado que podía verme con mi casi novio, en parte quería que alguien viera mi vaginita completamente depilada. A él le encantó, jamás había visto una vagina más pequeña. Me sentó, abrió mis piernas lo más que pudo, me la chupo y al ir a meterlo le dije.
Por allí noooooo...
La noche anterior mi novio me hizo meterme un desodorante por atrás, para que me vaya abriendo el ojete. Así que ya sabía que es sentir algo por atrás.
El entendió de inmediato, no le dije que no quería, solo le dije que por mi vagina noooo.
Así que en el mismo mueble me puso en cuatro. Soy delgada, pero con buenas nalgas. Me beso el ojete. Metió un dedo, después dos, y de una metió su miembro dentro de mí. Usó solo saliva, pues no tenía nada más.
Yo no quería dejar de ser virgen, menos por él, pero quería placer, y él me lo dio. Fue fuerte, cuando lo logro meter completo, era más grande que el desodorante que yo usaba para masturbarme. Él lo saco y se lo volvió a lubricar, y después nada lo detuvo. Al principio fue placentero, pero al agarrarme tan fuerte y meterlo con esa rapidez empezó a dolerme y arderme, y no tenía fuerzas para soltarme de él. Así que traté de relajarme lo más que puede y cuando sentí que empezó más rápido buscando acabar, apreté lo más que pude y sentí que por fin el acabó.
El no mentía, la verdad era un animal teniendo sexo. De momento me dio asco cuando empezó a salir semen dentro de mí, además que me ensucie un poco. Pero por fin sentí que era tener un hombre y un miembro dentro de mí.
Fue su culpa por provocarme y no responderme. Aunque lo hice con el después en su mismo auto, tuve que fingir que fue la primera vez, y no fue tan placentero. Él se perdió ser el primero, pero fue su culpa.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales