Y SIN PENSARLO MUCHO (CONTINUACIÓN)

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Hoy en todo el día no vino, ni siquiera una llamada o un saludo a lo lejos, ella se había vuelto un deseo en mi piel y los días que ella vino de visita a mi oficina solo me dejaban caliente con deseos de penetrarla por todos lados y hacerla mi puta mientras ella entre gemidos y jadeos me pedía echárselos en la cara.

Así transcurrió la mañana con la intriga de lo que estaría tramando, ¿acaso su misión era ponerme caliente y luego dejarme sin nada? ¿Acaso solo quería hacerme perder el control para elevar su ego? ¿La busco? ¿La llamo? ¿Qué hago?

No iba a desesperarme, mandé a Julieta, mi asistente a dar una vuelta por las oficinas de las organizadoras de eventos, ella vino diciendo que todos estaban en su lugar y que la pasante andaba viendo uno evento en la sala de juntas 17, la más alejada en el piso más alto y que desde temprano estaba trabajando.

No había nada más que decir, su ausencia era producto del trabajo y con eso en mente también me puse manos a la obra para dedicar mis tareas, luego de una media hora entró uno de los botones a hacer una inusual entrega.

-Contador, le mandan este sobre.

Julieta no pudo evitar la curiosidad y entró cerrando la oficina dispuesta a ser una vez más mi confidente. Abrí el sobre y en él estaba una bolsa ziploc, dentro de esta unas bragas de encaje negras completamente empapadas en una mezcla de perfume y jugos vaginales, el golpe nos llegó de lleno a ambos, yo en un segundo me puse caliente al recibir el aroma de ese sexo y mi asistente no evitó gemir tenuemente luego de aquella impresión. No solo eran las bragas, también una nota en un papel que decía:

“Te espero en la sala de juntas 17, a las tres en punto, confío en que estarás a tiempo. Besos”

-Oh por Dios, que delicioso.

Mi asistente se llenó de morbo al saber que Fabiola me había citado tan formalmente para coger, se mordía los labios y se tocaba las chichis imaginando lo que pasaría. –Llévame para ver, ándale. –Me decía con jadeos entrecortados.

-Ve a terminar tu trabajo Julieta, luego te cuento que tal estuvo.

Con gesto de berrinche Julieta salió de mi oficina, pero desde lo lejos me hacía señas juntando sus palmas para pedir de favor que la llevara, mientras yo solo le respondía con una sonrisa.

A las 2:45 de la tarde yo estaba en el elevador dirigiéndome al piso 12, caminando entre los pasillos vacíos hasta llegar a la sala de juntas 17, toqué la puerta y la voz de Fabiola me preguntó quién era. –Soy yo. –Le dije, y en un segundo se abrió la puerta y una mano me jaló hacia adentro.

Caminamos unos cuantos pasos besándonos con deseo, mi verga dura estaba en su abdomen y ella en un segundo comenzó a jadear y respirar rápido.

Me detuve para tomar aire y entonces vi que ella se había quitado el saco, el pantalón y la camisa, para solo ponerse un abrigo corto y unas medias oscuras que con su tono de piel claro, lucían extremadamente deliciosas, ella tan hermosa con esos ojos avellanados y su pelo negro lacio, con esos labios delgados en toco rojo mate, sus pestañas su maquillaje todo en ella era perfecto. Me acerqué para desabotonar su abrigo, ella me miraba y sin poner resistencia dejaba que uno a uno sus botones cedieran.

Ahí estaba ella, con una figura deliciosa, era obvio que yo no notaba antes su cuerpo estando en el uniforma tan horrendo que nos hacen usar. Era la figura de una modelo, piernas largas y torneadas, un abdomen delicioso y plano y esos senos medianos que me excitaron al máximo, su sexo depilado con perfección, era evidente porque ella bajo ese abrigo solo tenía puesto el brasier, sus bragas estaban en el cajón de mi escritorio.

Me fui directo a besar su cuello, mis manos la tomaban y la pegaban a mi cuerpo cuya erección estaba rozando su cuerpo, con una mano desabotoné su sostén, contemplé sus tetas y me fui sobre ellas devorándolas como un loco, sus pezones duros eran mi delirio mientras que sus gemidos me ponían cada vez más caliente.

Se fue acomodando sobre la extensa mesa de juntas, poco a poco hasta quedar boca arriba y con las piernas volando, fue en ese entonces cuando la tomé de las piernas besé desde sus talones hasta sus muslos uno por uno, llegué hasta su sexo y luego de inhalar el mismo aroma que estaba en aquellos calzones me fui como un vampiro a chuparle su panochita, jugosa y ardiente yo abría sus labios para meter mi lengua hasta el fondo, Fabiola se retorcía apretando sus tetas mientras yo pasaba desde su clítoris erecto a su ano delicioso y apretado.

Metiendo mis dedos en su vagina y chupando su clítoris como perro, ella apretó mi cara con sus muslos mientras gemía extasiada sintiendo que se venía delicioso, mi boca sintió empaparse con ese chorro pequeño que brotó de su pucha, yo estaba vuelto un loco con la verga ansiosa de penetrarla. Ella gemía y temblaba mientras su vulva brillaba y se empapaba.

Pasados unos segundos Fabiola recobró el aliento para levantarse y ponerse de pie, me beso con deseo en la boca y con ansias locas me fue desnudando, me quitó la camisa y en segundos el pantalón y mi bóxer, besó mi pecho y mi abdomen para terminar de rodillas chupando mi verga como si fuera a acabarse la vida, gemía y chupaba mientras que yo la miraba desnuda tan solo con esas medias negras puestas.

-¡Quiero que me lo metas papito!

En ese momento yo la levanté del piso y le di la vuelta, ella apoyada en la mesa abrió sus perfectas piernas para dejar expuesto ese culo delicioso y bien formado, de un solo golpe le metí mi verga, luego la tomé del cuello para besarla. –¿Te gusta putita?. –Le dije mientras apretaba sus tetas dispuesto a moverme con furia.

Pero Fabiola solo dio un gemido alargado… Me tomó del cuello y me besaba entre gemidos sintiendo como se venía otra vez, sus muslos tambaleaban y sus fuerzas al abrazarme se iban perdiendo. Se botó en la mesa gimiendo y temblando nuevamente mientras que mi verga poco a poco se iba saliendo.

-Ahora si papito, dame fuerte.

De un solo golpe nuevamente la penetré entre ese jadeo precipitado, se la saqué completa y abrí sus nalgas pasé mi lengua por su vulva hasta su culo y luego de echar un poco de saliva a mi verga me fui completo, ella gemía fuerte mientras yo la bombeaba y la cogía. Le di la vuelta para tener su cara frente a mí y ver sus gestos de puta. Luego de acomodarnos dos veces sentí como ella se venía por tercera vez, me moví fuerte y chorros inmensos de leche brotaban dentro de su panochita. Recobrando el aliento me disponía a vestirme, pero ella me quitó la ropa de las manos.

-Espera, aun quiero que me cojas por el culo.


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