Absoluto acaparamiento

      Antes de que se publicase, supe cómo iba a llamarse la última novela de ese gran escritor español. ¿Cómo era eso posible? Porque en un sueño vi la portada del libro con el título y el autor: La cruz de San Andrés, Camilo José Cela. Se trataba, pues, de un sueño premonitorio (uno de los muchos que he tenido). Cuando desperté, no daba crédito.

      Lugar: El Corte Inglés Nervión, en la ciudad de Sevilla. Era por la tarde cuando los integrantes de una cola en forma de L -una decena de hombres y mujeres, adultos y viejos- aguardaban con paciencia y expectación a que el escritor gallego Camilo José Cela les dedicara y firmara, a todos y cada uno, el ejemplar correspondiente de su último libro: La cruz de San Andrés (Premio Planeta 1994).

      (El acto de la firma se realizó en una zona inusual de la planta baja, lejos del Departamento de Librería, de esos grandes almacenes. Dos guardas de seguridad velaban por un orden que, en modo alguno, llevaba trazas de alterarse.)

      Camilo José Cela (78 años), impecablemente vestido con un traje gris claro, camisa blanca y corbata de franjas coloridas, acompañado de Marina Castaño (37 años), su pareja sentimental desde 1985 y su esposa desde el 10 de marzo de 1991, detrás de una lujosa mesa blanca de patas curvadas con un tablero de cristal y aplicaciones de bronce dorado, dedicaba y firmaba los ejemplares proveídos por sus lectores y admiradores.

      Marina Castaño, sentada al lado de don Camilo, había girado el torso hacia éste, apoyado el codo izquierdo en la mesa, la mano izquierda sosteniendo la rubia cabeza, en una postura envolvente, de absoluto acaparamiento, a la vez que sus labios musitaban sin pausa, muy cerca, delante del escritor, el cual le mostraba el rostro de perfil, sin apartar la vista del ejemplar, mientras firmaba, escuchaba y asentía levemente con la cabeza y los labios.