ACTRIZ DE DOBLAJE

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Nunca se me ocurrió pensar que en el edificio de oficinas donde trabajo pudiera haber un estudio de rodaje de películas porno. Hay más de cuarenta empresas distribuidas en las catorce plantas. Predominan las consultoras financieras y alguna compañía de seguros que tiene allí su sede en España.

Coincidí con Carmen alguna vez en el ascensor y nunca pasamos del buenos días o buenas tardes. Era una chica atractiva con grandes senos y algo rellenita, el conjunto la hacía atractiva sin ser una mujer del montón.

Un día, a la hora del café de media mañana, entró en la cafetería de los bajos del edificio y estaba a rebosar. Debían de hacer una selección de personal en alguna de las empresas porque no hacía más que entrar y salir gente no habitual. Yo estaba sentado solo en una mesa y ella buscaba un sitio para sentarse con el café en la mano. Cuando me vio y me reconoció vino a mi mesa. Me pidió permiso para sentarse y lógicamente le dije que sí. Aquella vez solo comentamos sobre lo lleno que estaba el local y la suerte que habíamos tenido al podernos sentar.

Me levanté para volver al trabajo y me dijo que ella también tenía que irse. Entramos juntos en el hall del edificio y nos dirigimos a los ascensores. Le pregunté a que piso iba y me dijo que al octavo, presioné la techa ocho y la seis que era la mía. Al despedimos le dije que hasta otra.

A partir de ahí, cada vez que coincidíamos comentábamos cosas intranscendentes como vecinos del mismo edificio, hasta que una tarde volvimos a coincidir en la cafetería. Yo había tenido una tarde de perros y me paré a tomar una copa antes de coger el coche y marcharme a casa. Cuando entró y me vio se acercó a la barra a pedir su consumición y señaló al camarero mi mesa.

Se sentó sin preguntarme esta vez y me dijo que esperaba que no me molestara, no le apetecía sentarse sola y ser objetivo de las miradas de los salidos del bar. Ante su sinceridad y la original manera de expresarse no pude evitar una sonrisa. Le pregunté si ya había acabado la jornada laboral y me dijo que en media hora tenía que subir otra vez a trabajar. Me sorprendió que se tomase una copa si tenía que trabajar, aunque no dije nada.

Me preguntó a que me dedicaba y le dije que a hacer que la gente rica lo fuera cada vez más, aunque a veces perdían parte de sus fortunas, lo que se llama un asesor financiero para inversiones en bolsa. Me dijo que ella era actriz de doblaje en películas eróticas y me aclaró que era lo que todo el mundo conoce por porno. Me sorprendió que lo dijera como si se tratara de trabajar de administrativa. Me aclaró que su trabajo era una farsa como en cualquier otra película, con la diferencia de que cada escena se rodaba en función del aguante físico de los actores.

Su especialidad era doblar a las actrices principales en escenas donde el dolor estaba presente. Me vio abrir mucho los ojos porque no me lo esperaba y me aclaró en que consistía su trabajo. Cuando a una actriz de las importantes tenían que maltratarla los pechos, por ejemplo, se hacía la toma del cuello para abajo con un primer plano de los pechos y parecía que maltrataban a la actriz principal, cuando realmente eran los suyos los que sufrían el castigo. Me quedé sin saber que contestar y al darse cuenta me aclaró que era un trabajo como otro cualquiera, aunque la verdad es que no todo el mundo valía para ello.

Cuando llegó su hora de marcharse llamó al camarero para pagar y le dije que lo dejara, que yo me ocupaba de la cuenta. Me tiró un beso diciéndome dijo que me debía una y se marchó moviendo exageradamente el culo.

Volvimos a coincidir una semana después en la cafetería. Esta vez fue ella la que estaba desayunando sentada y yo quien se sentó en su mesa a pesar de haber otras libres. Acababa de rodar una escena y no tenía que volver hasta la tarde para rodar otra. Le pregunté si había sido muy dura la sesión y contestó que lo normal, unas cuantas tortas en los pechos y el consabido retorcer de pezones, mientras la actriz principal suspiraba a un micrófono para grabar su voz al montar la escena en producción.

Me miró y me dijo que no era tan terrible. Me contó qué en la adolescencia, cuando le empezaron a crecer los pechos, descubrió con las compañeras de clase que al tocarse los pezones a todas les dolía y aunque a ella también, la verdad es que disfrutaba. A partir de ahí cuando se masturbaba lo que más la excitaba era apretarse los pezones o estirarlos.

Cuando empezó a tener relaciones sexuales siempre se lo pedía a los ocasionales amantes y llegó a soportar verdaderos castigos llegando incluso a hacerla sin que ella dijera nada para detenerles. Una amiga le habló de esta modalidad de actriz y probó. Le gustó desde el principio y aunque a veces era muy duro estaba muy bien pagado. Cada vez me sorprendía más.

Notó incredulidad en mi cara y me preguntó si me apetecía presenciar un rodaje suyo. Las actrices tenían derecho a ser acompañadas por su representante o pareja para supervisar en todo momento el rodaje y que nada se saliera de lo estrictamente pactado en el contrato. Las carreras en ese negocio son efímeras y es fácil quemar los actores antes de tiempo.

Iba a asistir por primera vez a un rodaje de cine porno. Quedé con Carmen a las seis y media en la cafetería y subimos a la octava planta del edificio. Nada más entrar a las oficinas Carmen firmó un documento donde decía que rechazaba hacer cualquier reclamación a la productora por los posibles daños que pudiera sufrir durante el rodaje. Yo tuve que enseñar el carnet de identidad solo para tener una relación de las personas que accedían a la productora.

Nos dirigimos a lo que alguna vez debió ser un despacho, ahora convertido en camerino, y al poco llegó una chica para maquillarla. Puso una foto de la actriz principal delante del espejo y empezó la transformación de Carmen cubierta tan solo con una bata. Poco a poco se iba transformando cada vez más en la cara de la foto e iba desapareciendo su imagen debajo del maquillaje. El colofón fue una peluca rubia exactamente igual al pelo de la chica de la foto.

Pusieron otra foto donde solo se veían dos pechos y la maquilladora fue trabajando sobre Carmen hasta que tuvieron el mismo tomo de piel y el color de los pezones. Cuando acabaron parecía que la foto se la habían hecho a ella.

Esperamos allí a que la llamaran y fuimos al plato de rodaje donde dos hombres penetraban simultáneamente a la actriz que Carmen iba a doblar. Tardaron un poco hasta que los dos se corrieron ficticiamente con clara de huevo en su cara y el director gritó corten.

Mediante la visión en un proyector de una escena ya rodada, colocaron a Carmen en una posición determinada y mediante un ordenador consiguieron reproducir la misma luz que había cuando rodó la actriz a la tenía que doblar. El director le preguntó si estaba preparada y uno de los dos actores se colocó delante de ella. Cuando el director dijo acción, empezó a darle bofetadas en los pechos. Repitieron varias veces la escena, cada vez los tenía más rojos y al final aparecieron las marcas de los dedos.

Prepararon la siguiente secuencia con la misma meticulosidad y esta vez ambos actores retorcían y tiraban de sus pezones hasta que tenían que cortar porque no soportaba el dolor. En la última escena, le pusieron unas pinzas que se ajustaban con tornillos y cada vez presionaban más los pechos. Al final los dos actores acababan mordiéndole los pezones como si se los quisieran arrancar.

Cuando nos fuimos al camerino note que tenía los ojos brillantes y estaban a punto de saltársele las lágrimas. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí pero demasiado excitada para irse así a casa. Se quitó las bragas y las tenía tan mojadas que pensé que se había meado durante el rodaje. Cuando vi flujo vaginal resbalar por los muslos, entendí que había disfrutado.

Me preguntó si me importaba masturbarla, solo unos toques en el clítoris y se correría enseguida. La toqué con un dedo directamente donde me había dicho y se corrió enseguida. A continuación, se orinó en mi mano. La expresión de la cara le cambió por completo, ahora estaba relajada y el brillo de sus ojos era distinto.

Me puso la mano en la polla empalmada desde hacía rato y me dijo que yo también necesitaba relajarme antes de que me empezaran a doler los huevos. Me la sacó y empezó a hacerme una paja a dos manos me miraba a la cara. La escena que había visto y su mirada fija en mis ojos mientras me la meneaba fueron demasiado para mí y me corrí en sus amoratados pechos.

Se dio una ducha rápida y se vistió. Me dio un beso en la mejilla y me dijo que la invitara a una copa en el bar de abajo.


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