Delirio 1

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PROLOGO

 

Anoche soñé con ella, y la verdad que me siento culpable.

Me hizo daño, me destrozó la vida,

Me hizo otro, me anuló completamente,

Pasé noches, y días llorando

Deseé morirme, y olvidarla

Pero anoche soñé con ella, y el rato que pasé fue increíble.

Reí, hablé, y la volví a amar, y por eso me siento culpable.

 

Nunca sabré de cómo sería mi vida si todo lo que pasó no hubiera ocurrido

Era tonto, pero un tonto feliz

Estaba anulado, pero contento

Me daba igual lo que hiciera o no hiciera, excepto lo último que me esperaba

Pero aun así era feliz a mi manera

No era libre, pero la tenía a ella

 

Pero anoche soñé con ella, y me siento culpable.

No sé si pedir no volver a hacerlo,

No volver a verla

No volver a estar con ella

Pero anoche soñé con ella y la volví a amar

 

Tengo que ser feliz con lo que tengo

Cerrar mil y una puertas

Vivir contento por ser por fin libre

Por disfrutar, por reír, por todo

Pero anoche soñé de nuevo con ella

Y fue todo tan perfecto, tan puro, tan sincero

Tal y como empezamos, que la verdad,

La verdad que me siento culpable.

  

CAPITULO I

 

La zona estaba desierta aquella madrugada del 1 de Diciembre. Se notaba que iba a ser un día frío, no había aparecido ninguna nube en toda la noche y el cielo estaba completamente raso. Las estrellas se podían distinguir bien a las afueras de Valencia. Aquel puente estaba lo suficientemente alejado de la ciudad para poder ver el Universo en su esplendor. Además el reflejo de la luna sobre la albufera era precioso.

 

Juan había llegado ante un aviso de una pareja que estaban por aquel lugar, que aprovechaban la oscuridad para poder satisfacer sus deseos arropados por la soledad del paraje. Había sido una noche hasta el momento tranquila, y ahora a las cuatro de las mañana había recibido la llamada por intento de suicidio en lo alto del puente de la vía del AVE Madrid-Valencia. 

 

 Juan se acercó lentamente a aquel hombre y le alumbró con la linterna. La imagen era similar a cualquier otro incidente por el estilo, sino fuera porque aquel hombre tenía al lado suyo un baúl enorme al que se encontraba esposado. El hombre estaba vestido de manera muy formal, con traje oscuro, camisa blanca. No tendría más de 45 años, y de apariencia completamente normal. Se podían distinguir ojos claros, tez morena, cara cuadrada, y con algo de barba. Juan sabía cómo proceder, ya había asistido a varios este año, la crisis agudizaba el número de suicidios por falta de dinero, pero lo normal es que ninguno se fuera al otro barrio con pertenencias.

           

Antes de dar otro paso, el hombre empezó a advertirle.

 

-        Por favor, no se acerque más si no queremos tener un disgusto.-* le dijo aquel hombre.

 

-        No se preocupe, solo quería saber qué hace aquí- le contestó Juan.

 

-        Esperando. Siempre esperando.

 

-        Necesita algo, no sé, algo de comer de beber, una manta, hace frío esta noche. –prosiguió Juan.

 

-        Típica conversación de ascensor ¿verdad?, ahora empezará a hablarme de lo que ha llovido estos días, y que lástima que no nieve aquí en Valencia. Necesito que me deje solo, posiblemente no le guste como vaya acabar esto.

-        Bueno es un país libre, aunque esto está prohibido por que parará el tráfico de trenes, pero bueno si está usted aquí, yo también puedo estar ¿no?

 

-        Haga lo que quiera, pero no se acerque- y el hombre siguió mirando en dirección a la albufera.

 

Juan podía suponer que aquella noche iba a ser larga, estaba a veinte metros de aquel hombre, y todos los demás policías se habían quedado en la parte de abajo para no ponerlo nervioso. No podían desplegar ningún dispositivo de rescate abajo, ya que el puente cruzaba una antigua cañada de agua, y era intransitable para poder poner cualquier lona o carpa para evitar el daño cuando se lanzase. Así que Juan buscó un sitio cómodo y esperó a poder hablar más adelante.

   

CAPÍTULO II

 

Habían pasado ya una hora desde que aquel hombre había hablado, Juan había intentado otras veces entablar conversación, pero no había recibido respuesta, le había preguntado por su nombre, por donde vivía, como se encontraba, pero nada aquel hombre no mostraba ningún ápice de ponerse a hablar.

 

No sabía ya cómo actuar, pero su pericia como policía le decía que no debía de desistir. Así que intentó de nuevo entablar conversación.

 

-        ¿Hay alguna razón por la que esté aquí?- le preguntó.

 

-        Veo que no va a dejar de hablar hasta que no reciba una respuesta. Bueno, no tenía ganas de hablar antes de morir pero o eso o no me va a dejar disfrutar de mi momento. ¿Dime que quiere saber? – Sorprendentemente aquel hombre había empezado a hablar.

 

-        Bueno empecemos por su nombre, ¿cómo se llamas?

 

 

-        Mi nombre es Antonio, ¿y el suyo? – eso era buena señal, ya había empezado a intimar, en menos de media hora posiblemente la incidencia estaría resuelta.

 

-        Me llamo Juan, y podrás ver por mi indumentaria que soy policía. ¿A qué se dedica usted?

 

-        Por favor tutéeme, Mi oficio no tiene relevancia, total hoy se acabará también esa tortura.

 

-        No sé, cuéntame, por qué estás aquí.

 

Antonio soltó una carcajada sarcástica.

 

-        Para cocinar no estoy, eso seguro. La pregunta se las trae, estoy esperando a que se haga la hora y que poder al fin descansar y olvidar.

 

-        No digas eso, ¿por qué está cansado? No puede ser tan grave lo que te haya pasado para que acabes con tu vida.

 

-        ¿Para ti que es grave? ¿Una enfermedad? pues estoy enfermo. Te he dicho antes que estoy esperando y cuando llegue el momento sabrás por qué.

-        Espero que no llegue, porque eso significará que terminarás suicidándote y sería una lástima que te perdiéramos.

 

-        ¿Acabas de conocerme esta noche y ya no me quieres perder? Por favor no sigas por ese camino, tú y yo nos acabamos de encontrar porque estoy aquí subido en un puente, pero seguro que si hubiera pasado al lado tuyo por la calle ni ve hubieras hecho caso. Utiliza eso para otros. Si quieres saber no preguntes, siéntate y escucha. Te diré como he llegado hasta aquí, y cuál va a ser el final.


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