Denunciar relato
Cuando el reloj de la iglesia daba las nueve.
—Cuando el reloj de la iglesia daba las nueve, teníamos que estar formados en la calle. Entonces, sonaba el Cara al Sol. Y con el brazo extendido, teníamos que esperar a que los camiones nos rociasen con la droga que nos hacía soñar con lo que ellos querían.
—¿Por qué a las nueve, abuela?
—Porque adelantándose una hora a las diez, que era cuando el anterior gobierno nos prohibía salir para no contagiarnos de la pandemia, creían que podían adelantarse a nuestros sueños.
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