ASALTADA EN SU PROPIA CASA

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Es mi primer día en el ático amueblado que he alquilado en la zona nueva de Vallecas. Es de nueva construcción y aún no hay casi vecinos, yo diría que solo somos dos porque en el garaje solo había un coche cuando he ocupado mi plaza. El edificio tiene ocho plantas y hay cuatro viviendas por piso.

Por fin voy a poder vivir sola sin nadie que me moleste y sin preocuparme en pensar si molesto o no a los compañeros de piso, como me pasaba en Malasaña. Una casa de cuatro habitaciones y un inquilino por habitación.

He subido de coche las dos maletas repletas de ropa y he dejado varias cajas en el maletero que subiré más tarde. Lo primero que he hecho es llevarlas a la habitación que va a ser mi dormitorio y abrir una que he volcado sobre la cama para coger el masajeador eléctrico y mi Manolo, un pene de goma tan grande que cuando me lo regalaron mis amigas pensé que nunca sería capaz de metérmelo sin riesgo a lastimarme. Bueno, eso lo pensaba entonces.

Cojo del neceser la caja de condones y el tubo de lubricante y me voy al salón. Enciendo la tele para que me haga compañía y me siento en el sofá. Voy a estrenar mi casa haciéndome una paja en el salón, una fantasía que antes no podía hacer por razones evidentes de convivencia.

Le pongo un condón a Manolo y otro al masajeador de clítoris. Normalmente los lavo antes de usarlos, aunque si los cubro no es necesario y el tacto es más suave. Me desnudo y pongo el masajeador en el sexo, lo enciendo en la primera velocidad mientras estiro un poco hacia arriba del piercing que tengo atravesado en el clítoris para que se ajuste en la parte más sensible y me presione.

Solo con las primeras vibraciones sé que estoy lista para recibir a Manolo. Le pongo un poco de lubricante que siempre ayuda y lo extiendo por la punta, no es necesario poner más porque una vez empiece a entrar, con mi lubricación va a ser suficiente.

Voy incrementando velocidades al masajeador mientras meto y saco a Manolo dentro de mí. El primero llega sin avisar y me retuerzo de placer, pero no paro, sé que el segundo va a tardar un poco más y será mucho más intenso, no tengo prisa.

Lo siento venir y meto a Manolo hasta el límite mientras el masajeador hace vibrar al piercing dentro de la carne atravesada, es devastador. Estoy agotada y los pechos me suben y bajan intentando meter aire en los pulmones para recuperarme. Ya calmada me levanto y dejo en el suelo a mis compañeros de juego para ir al baño, necesito una ducha urgente y bajar a comprar algo para cenar y lo básico para el desayuno.

Cuando el agua caliente empieza a caer sobre el cuerpo, notó como los músculos se van relajando. Me acarició entre las piernas y al momento desisto de masturbarme otra vez porque voy a acabar irritada y no me apetece.

Me quedaría toda la tarde en la ducha sintiendo el agua recorrerme el cuerpo y en ese momento se me ocurre que me tengo que comprar una banqueta de plástico para la ducha para sentarme debajo del agua con mis amigos cumpliendo su función, tiene que ser lo más.

Apago la ducha y me seco, me pongo las zapatillas y me voy a la habitación a vestirme para bajar a la compra. Al salir de la habitación me quedo petrificada, hay una persona totalmente vestida de negro con un pasamontañas en la cabeza que solo le deja al descubierto la boca y los ojos. Instintivamente me giro para intentar huir hacia el baño y encerrarme cuando me encuentro a otra persona más de frente que me pone algo punzante en el cuello y me dice que si me muevo o grito me degolla allí mismo. Me empiezan a temblar las piernas y no se que hacer cuando me empuja hacia el salón y el otro individuo se aproxima hacia mí.   

Me pregunta donde tengo dinero y cualquier objeto de valor. Temblando le digo que me acabo de mudar ese mismo día y solo he traído ropa que esta en la habitación. Me dice que eso ya lo sabe y lo quiere es el dinero que tenga y las joyas. Contestó que solo tengo lo que llevo en el monedero que esta en el bolso encima de la mesa y lo señalo con la mano.

Coge el bolso y saca la cartera. La revisa y saca apenas cien euros en billetes cuando se percata de mi identificación de policía. La revisa y le dice a la otra persona que trabajo para la científica. Se acerca de nuevo hacia mí y me retuerce un pezón, en ese momento me doy cuenta de que estoy desnuda.

Grito por la sorpresa y el dolor a partes iguales. Lo que intuyo que es una navaja vuelve a rozarme el cuello de nuevo. Respiro hondo dos veces y analizo la situación como me han enseñado en la academia. Se que me pueden hacer lo que quieran sin posibilidad de evitarlo y en todo caso solo tendré una oportunidad, si es que llega a presentarse. El problema añadido es que si fallo se van a poner más agresivos. De momento solo puedo recabar datos de los personajes para una investigación posterior, cuando todo acabe.

El que está detrás le pasa al otro un rollo de cinta americana gris. Corta un trozo y me lo pega en un ojo. Le veo cortar otro trozo y sé que va a Hacer lo mismo para dejarme a ciegas. Intentó mover la cara para evitarlo y me suelta un bofetón que me hace girar la cabeza. Me quedo quieta para que no me pegue de nuevo.

Escucho al que me tiene puesta la navaja en el cuello decirle que me sujete las manos y me siente en el sofá. Por la voz es una mujer. Me ponen cinta americana alrededor de las muñecas con las manos atrás y me dejan inmovilizada.

El instinto profesional se impone e intento relajarme para analizar la situación. Llevan guantes de látex y no van a dejar huellas, posiblemente sean profesionales. Escuchó vibrar al masajeador junto a mi oído y caigo en la cuenta de que deje los juguetes en el suelo antes de meterme en la ducha y siguen con los condones puestos.

Este chisme huele a coño que tira de espaldas, igual que la polla de goma – dice la mujer. La muy guarra se lo ha estado haciendo antes de ducharse, seguramente no se ha quedado satisfecha del todo y podemos ayudarla – contesta el otro y ambos se ríen.

Intuyo que me van a violar y lo único en que puedo pensar es que ojalá dejen restos biológicos para analizar cuando todo acabe y analizarlos en el laboratorio para buscar pruebas de ADN y contratarlos con el banco de datos de la policía.

Me ponen de rodillas en el suelo y me dicen que abra la boca al tiempo que noto de nuevo la navaja en la garganta. Me advierten que al menor indicio de intentar morder me rajan el cuello y me violan mientras me desangro. El pánico se apodera de mí, se que son capaces de cumplir la amenaza.

Una polla me presiona los labios y aprieto los dientes para evitar que la meta en la boca. Un nuevo bofetón me cruza la cara e inmediatamente noto la presión de una punta en un ojo, es la navaja.

Abre la boca o te rebanamos el ojo - me dicen.

No tengo opción y me mete la polla hasta la garganta, me da una arcada e intentó no moverme porque la navaja sigue pegada al ojo. Me dice que coja aire porque voy a estar un rato sin poder respirar y no quiere accidentes. Se que me la va meter en la garganta y nunca me lo han hecho, pero sé que necesito relajarla al máximo para facilitar la penetración. Si toso o me muevo me puedo quedar sin ojo.

Empiezo a ponerme roja por la falta de aire y me la saca. Me avisa que la va a meter de nuevo para que coja aire e intento relajarme de nuevo. Esta vez tengo que empujarle para que la saque cuando noto que me asfixio. Me la saca y doy una bocanada de aire que me hace toser.

Me advierte que se va a correr en mi boca y me tengo que tragar todo porque si una sola gota me mancha el pelo me lo van a tener que cortar al cero y que no preocupe porque cuando acaben conmigo me van a hacer beber whisky hasta que vomite para eliminar las posibles muestras de ADN de mi estómago. Joder, son profesionales y sádicos. Es la primera vez que voy a tragar semen con asco y no tengo más opción que hacerlo, sé que mi vida está en juego.

Caigo en la cuenta de que su intención no era robarme, sino violarme y seguramente habían seguido todos mis movimientos desde que entre con el coche al garaje. Me temo lo peor, no hay nada más peligroso que unos sádicos sexuales deseando hacer daño.

Me tumban en el suelo y noto que me tocan el sexo y tiran del piercing hacia arriba hasta hacerme daño al tiempo que me meten algo frío en la vagina, es lubricante. Me presionan con algo los pezones y escucho a la mujer decir que me va a poner pinzas de tender. La presión es soportable hasta que las aprieta y estira. Grito de dolor y una bofetada vuelve a cruzarme la cara.

Lo que no entiendo es porque no me han tapado la boca y pronto salgo de dudas. Una mano se abre paso en mi vagina y el sexo de la mujer me aplasta la cara y me dice que empiece a chuparla como si fuera lo último que iba a hacer en mi vida, si la aprecio. No tengo opción.

Tengo el sexo tan tirante que estoy convencida de que me va a desgarrar la mano que me han introducido, seguramente hasta la muñeca. Con mi Manolo me presionan el ano y sé que la única opción de aceptarlo relajando los músculos, si es que es posible. Me lo meten sin contemplaciones y de un solo empujón, consigo no moverme aunque se me saltan las lágrimas del dolor.

Con el sexo de mujer asfixiándome, los pezones pinzados y las dos entradas a punto de reventar, empiezan a masturbarme el clítoris tirando del piercing y consiguen su propósito riéndose. No tengo tiempo para sentirme humillada, solo para mantener la calma y desear que todo acabe lo antes posible.

Cuando la mujer se corre en mi boca me levantan tirando del pelo y me llevan al cuarto de baño para meterme en la bañera y me sientan. Entre risas noto liquido caliente por todo el cuerpo y sé que se están meando encima de mí, ahí puede quedar alguna muestra de ADN.

Cuando acaban abren la ducha y me lavan con agua por todas partes haciendo desaparecer cualquier resto que sirviera para identificarlos posteriormente. Me abren la boca y me hacen beber whisky directamente de la botella, me abrasa la garganta y no tengo más remedio que seguir bebiendo hasta que vomito. Me meten la ducha en la boca y el agua entra directamente al estómago hasta que vuelvo a vomitar e intuyo que están limpiando los restos con agua.  

Me sueltan las manos y ni siquiera me muevo, estoy sin fuerzas. Oigo trastear en el salón y cerrarse la puerta de la calle. Me quito la cinta de los ojos y corro al salón para llamar por teléfono a mí unidad. No está, se lo han llevado.

Derrotada en todos los aspectos, me tumbo en el suelo en posición fetal y rompo a llorar desconsoladamente.


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