CHUPARSELA A JAVI
Por Jesús de Juana
Enviado el 03/05/2021, clasificado en Adultos / eróticos
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Desde el primer día que le vi en el trabajo la fantasía no se me iba de la cabeza. Es un chaval de veinticinco años, viste bastante desaliñado, con cresta en el pelo, piercing en la nariz, cantidad de pendientes en las orejas y la mitad de la piel que se le ve la tiene tatuada. De carácter abierto, simpático, muy chulito y bastante macarra hablando, aunque sea con los directores. Él es así y para colmo es un vacilón y no se corta un pelo con los que compañeros.
Entró en la empresa hace poco para distribuir el correo por los distintos departamentos y un poco de chico para todo. Nos le pusieron en recepción porque somos los responsables de recibir la correspondencia y la paquetería.
Cuando me le presentó una compañera me miro de arriba abajo y dio un silbido de falsa admiración a modo de saludo. Le dijo a mi compañera que no sabía si iba a poder hacer bien su trabajo si me iba a ver todos los días, porque con los ojos deslumbrados no iba a ser capaz de leer correctamente a que departamento tenía que llevar la correspondencia.
Mirian y yo nos echamos a reír, iba a ser divertido tenerle trabajando con nosotras. Desentonaba totalmente en el departamento teniendo en cuanta que yo era la más joven y he cumplido los cuarenta, sin embargo, enseguida se hizo su hueco entre nosotros por su simpatía y su lenguaje, más propio de un mercado que de una multinacional.
No sé qué me pasó con este chico, era todo lo contrario a mi estilo de vida y pero empecé a fantasear con él cada vez que me masturbaba, incluso en el trabajo. Le miraba y me imaginaba que me levantaba, iba hasta él y se la chupaba delante del todo el mundo. En mis pensamientos tenía una polla grande y gruesa, empezaba a chuparle la punta y poco a poco me la tragaba entera traspasando la garganta y me palpaba el cuello donde imaginaba que me llegaba el capullo. Siempre hacía coincidir mi orgasmo con su corrida.
El viernes pasado era el cumpleaños de Lupe y nos invitó a tomar una copa en su casa a los ocho del departamento. Dos no pudieron apuntarse y Javi en cuanto nos hoyó hablar de copas dijo que se apuntaba. Lupe le dijo que ya contaba con él y se arrodillo delante de ella abrazándola por la cintura y dando gracias Dios por tener unos compañeros tan cojonudos. La carcajada fue general.
Quedamos a las seis y media en casa de Lupe y cada uno iba en su coche para poder volver a su casa. Vive en una zona residencial en la periferia al sur de Madrid, en un chalet adosado de esos que parecen colmenas, todos iguales. Javi dijo que él se trasladaba siempre en el Metro y no sabía cómo ir, lo dijo con carita de pena para que alguno se prestara a llevarle. Le dije en broma que era un jeta y que no se preocupara, a las seis en punto le quería en la puerta y quería venirse conmigo.
Al salir allí estaba con su mochila al hombro. Se colgó de mi brazo y me dijo que era su cicerone hasta llegar al coche porque quería que le vieran agarrado del brazo de la empleada más sexy de toda la empresa, seguro que le hacía sumar puntos con otras compañeras. Es increíble, no para y es para comérselo, en todos los sentidos.
Al entrar al coche la falda se me subió hasta medio muslo y dijo que no sabía si iba a resistir todo el viaje conmigo a su lado sin ponerse nervioso.
Pero tú has visto las piernas que tienes princesa, si es que dan ganas de acariciarlas y dar gracias dios por haber creado algo tan bonito – me dijo.
Pues ni se te ocurra hacerlo porque puedes provocar un accidente – contesté riéndome de su ocurrencia.
Siempre es igual, nunca suelta un chascarrillo solo, lo acompaña de alguna frase ingeniosa para que no parecer grosero y no puedas evitar reírte. Lo dice muy serio, como si fuera inevitable callarse ante tanta belleza.
Llegamos a casa de Lupe y salimos al jardín trasero donde había preparado una mesa con bebidas y algo de picoteo. Javi enseguida se ofreció a servir las copas preguntándonos a cada uno que queríamos. También aquí voy a ser vuestro fiel sirviente así que podéis pedirme lo que queráis y vuestros deseos serán órdenes para mí, dijo haciendo una reverencia.
Poco después propuso poner música aduciendo a que la fiesta estaba siendo un poco sosa y nos merecíamos que nos la animara un poco. Lupe le dijo que el equipo estaba en el salón y que pusiera lo que quisiera. Contestó que él iba siempre preparado y sacando su móvil y un pequeño altavoz de la mochila los conecto. No sonaba con mucha calidad, pero era bastante aceptable.
Puso reguetón y empezó a bailar solo animándonos a que le siguiéramos. Ninguno éramos muy partidario de la música latina y con un puchero puso a Julio Iglesias. Empezamos a abuchearle y nos preguntó que música queríamos. Como no nos poníamos de acuerdo busco un bolero y decidió que era lo que íbamos a escuchar todos. Nos fuimos animando y empezamos a movernos al ritmo de la música mientras él cantaba todas las canciones, no lo hacía mal y se las sabía todas.
Con una inclinación propia de los salones del siglo XVIII le preguntó a Lupe si le concedía un baile. Entre risas se levantó y alzó los brazos para unirse a él manteniendo la distancia. Le dijo que eso se bailaba más apretado para sentir la música juntos y que no se preocupase porque la iba a respetar. Más risas de todos.
Cuando les vi bailar con la mano justo encima del trasero de Lupe, empecé a fantasear con que era mi culo y me lo acariciaba delante de todos aprovechando para restregarme los pechos contra él. Me estaba empezando a poner cachonda.
Al rato dijo que iba a poner algo de éxito de nuestra época, buscó en el móvil y empezó a sonar una lambada. Olga le dijo que ya éramos un poco mayores para ese tipo de baile y sin hacernos caso se puso a bailar sensualmente el solo.
Perdida un poco la compostura por los cubatas que me había bebido, me levante y subí los brazos a la altura de sus hombros para que me cogiera. Al principio guardé las formas, aunque enseguida tenía el pubis pegado a su muslo y todos aplaudiendo.
Acabado el baile me fui al baño a aliviar la vejiga y refrescarme un poco. Estaba cerrando la puerta cuando alguien la sujeto, era Javi y se metió conmigo cerrándola a su espalda. No dijo nada, directamente metió la mano por debajo de la falda y me tocó el pubis, creí que me moría.
Retiró las bragas y metió un dedo dentro del sexo, lo sacó y se lo llevó a la boca degustándolo. Me presionó los hombros en señal inequívoca de lo quería y le dejé hacer. Desabroché el cinturón, le bajé la cremallera. Él estaba medio empalmado y yo caliente como una perra. Le pasé la lengua de arriba abajo y chupé sus huevos antes de metérmela en la boca.
Empezó a moverse metiéndola cada vez más llegando a la garganta. En vez de provocarme una arcada dejé que se deslizara por la garganta y le mantuve allí el tiempo que aguanté sin respirar. Se puso como loco, la sacaba y volvía a enterrármela entera. No tardó mucho en dar muestras de ir a correrse. Se la aprisioné entre la lengua y el paladar y le masturbé hasta que se corrió. Se acababa de cumplir mi fantasía.
Nada más sacármela me sentó encima del wáter abriéndome las piernas y enterró la cara en mi coño. Intentó subírmelas lo suficiente para poder lamerme el culo y era imposible por la posición y el espacio que teníamos. Me prometió que la próxima vez me lo follaría con la lengua hasta que me meara de gusto. Le callé la boca poniéndomela en el coño y me comió hasta que me corrí dos veces seguidas.
Al final de la fiesta me ofrecí a llevarle pensando en follármelo en el coche antes de dejarle en su casa. Le pregunté donde vivía y metiéndome una mano por el escote me apretó un pezón con fuerza y me dijo que esa noche era huésped en mi casa. La idea me pareció perfecta sobre todo pensando que al día siguiente era sábado.
Cuando llegamos a mi casa tenía la camisa abierta hasta el ombligo y el sujetador en el cuello, no había dejado de sobarme las tetas en todo el trayecto y estaba deseando que se ocupara de mi entrepierna. Fue una noche larga y agotadora, cumplió la promesa que me había hecho en casa de Lupe y no di crédito cuando lo hizo y lo consiguió.
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