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Fueron el grito agonizante de Cristo en su cruz.
El Cristo que conocí
ya anciano y dolorosamente
casto sacerdote
de ese modo se reía
En aquella ya lejana
fiesta escolar adolescente.
Su pecado el exceso de celo.
Su severidad escondida ternura.
¡Dios lo tenga en el Reino!
mientras vivo
envuelto en su memoria.
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