Lamentamos no poder ayudarle
Le dijo la dependienta a la señora
No sin antes espetarle
La prenda en cuestión no la tenemos ahora
Enfadada la clienta
Dejó, también, el otro artículo
Tratada como la cenicienta
Lo ve absurdo y ridículo
Aquí dice todas las tallas
En enormes letras de colores
Quiero que me enseñe unas mallas
Que me queden de mil amores
La empleada armándose de valor
Le contesta por quinta vez
Siete horas llevo bajo éste calor
Y ya me duelen hasta los pies
No tenemos esa prenda
En la talla sesenta y dos
Y por mucho que me aprehenda
¿Como no coja y junte dos?
A la señora muy contrariada
Se le suben los colores
Cuando el resto, a carcajada
Comentan sus rubores
Muy deprisa y a la carrera
Se dirige hasta la entrada
No sin decir antes a su manera
Lo mal que le ha sentado la algarada
Que vergüenza de comercio
Que se ríe de la clientela
Además por éste precio
De marisco, me haré una Zarzuela
No me extraña que no consiga
nada que le quede bien
Si no ha de pasar fatiga
Que se vaya a un todo a cien
Una señora ya mayor
Que escuchaba toda la historia
Tosió y carraspeó
Antes de apelar a su memoria
Recuerden mis queridas Damas
Lo que nos ha costado llegar hasta aquí
No seguimos encendiendo la llama
Por lo que la mujer ha sido siempre infeliz
Haga el favor de traer
De nuevo a esa pobre mujer
Y hagámosle tener
El mejor día de compras, y sin su padecer
Dependienta y clienta
Las paces con un abrazo hicieron
Más ella seguía molesta
Porque su talla nunca tuvieron.
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