Los Espìas y la Higiene Parte Tres - Final.
Por EM Rosa
Enviado el 13/05/2012, clasificado en Ciencia ficción
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Emilio Ruiz trabajaba en el departamento de informática de CTBC. Fue un prometedor ingeniero de alto intelecto y buenas ideas pero cuando lo saltearon en un puesto de mediana jerarquía se trastornó. Ron Pol, así se llamaba quien lo llamó aquella fatídica tarde (¿porque será que las malas noticias son peores en las primeras horas de la tarde?), se identificó como directivo de IAR y le ofreció el mismo puesto por el mismo salario (¿cómo se habría enterado?). Emilio declinó la oferta dado que replicó que por más responsabilidad mayor salario pero no hubo caso. Por su pantalla pasaban todos los proyectos de CTBC, detallados, precisos, completos. Entonces se le ocurrió otra cosa. Un mes después se convertía en espía de IAR por cantidades de dinero que cuadruplicaban su salario en CTBC. Esa tarde recibió un llamado de Ron, parecía muy exaltado.
- Me enteré - decía Emilio - toda una fatalidad.
- Escucha, Emilio - Decía Ron. - necesito tu ayuda. Mi cabeza pende de un hilo. Si no le doy al hijo de puta de Sodosky algo muy grande me hunde y tú conmigo.
- Ron yo hice todo bien -
- ¡Lo se, lo se!. Pero a veces no alcanza. El dinero que ganas justifica que de tanto en tanto te extremes un poco. Ese momento es ahora. Es a vida o muerte. Tienes veinticuatro horas.
- ¡¿Qué ?!. ¡Oye está loco yo no puedo !. Pero la comunicación se cortó y por más que Emilio lo intentó y lo intentó ya no pudo comunicarse con Pol.
Frenéticamente comenzó a operar su computadora. Ante sus ojos desfilaban todos los proyectos de CTBC pero no encontraba fisura alguna, todo estaba debidamente documentado. Debía darse prisa, alguien notaría su injustificada permanencia en esos archivos, pero las bases de datos se agotaban una tras otra y nada. Tras cuatro horas de búsqueda decidió salir de la rutina de búsqueda para no despertar sospechas. Seguiría al otro día y, si no encontraba nada, debería huir del país para evitar a la ley y, peor aún, a Sodosky, quien seguramente lo mandaría matar. Estaba por salir del programa que habitualmente usaba cuando una tardía orden de archivo llegó. Leyó el encabezado y su corazón se aceleró: Un trabajo de Cara Mason, una de las más encumbradas científicas de CTBC. Leyó el asunto y una corriente de algarabía le recorrió el alma: Tejido biosintético adherente a cualquier material y autoregenerativo. No lo podía creer, lo que IAR venía buscando desde décadas para darle aspecto humano a sus robots. El formato venía en borrador para archivar pero con un detalle y una prolijidad injustificable para un formato tan primario. Claro que se trataba de Cara Mason, una investigadora increíble, poseedora de una prolijidad y una atención en los detalles prodigiosos. Era un regalo del cielo, nadie podría reclamar un trabajo indocumentado y si IAR trabajaba presta y organizadamente podía considerarlo suyo. Era el golpe maestro. Luego de esto desaparecería escondiéndose en alguna remota isla del pacífico a disfrutar de los jugosos dividendos obtenidos por este trabajo. No era una tarea de espionaje cualquiera, era la cima. Copió el archivo en su disco portátil y se encaminó a la salida. Ya en la calle llamó al móvil de Pol. Esta vez lo atendió.
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Io Sodosky no podía creer lo que había en su computadora: Un trabajo increíble de Cara Mason listo para ser patentado y sin derecho a reclamo ni demanda. Desde la pantalla del videófono Ron sonreía con toda su dentadura. Sin embargo el rostro de Sodosky seguía sombrío.
- ¿Cómo has conseguido esta joya?.
- Es demasiado bueno para ser verdad, ¿no?.
- ¿Quien es el contacto?.
- Emilio Ruiz -
- Ah -
- Ya hizo varios trabajos para nosotros -
- Si -
- ¿Le doy curso?. Sodosky le dio un momento de suspenso a la charla.
- Por supuesto. Sentenció al fin. Ron Pol salió de su despacho a la carrera. Esta vez no habría errores.
Un punto negro voló desde un armario a la espalda de Sodosky hasta la abertura de climatización. Una luz de espanto infinito se pintó en el obsesivo anciano.
- ¡¡¡Una mosca en mi despacho!!!. Vociferó. Y salió corriendo a las duchas químicas. Mucha gente perdería su empleo hoy.
Al otro día un grupo de tres directivos de CTBC pedían entrevistarse con Sodosky. Cuando el fundador de IAR se enteró esbozó una sonrisa socarrona.
Seguramente vienen a entregar la empresa pensó y se soñó ofreciendo a los derrotados directivos un precio infame por CTBC. Pero la actitud de los tres hombres que ingresaron a su despacho (excepción hecha solo por el momento de gloria presunta pero sin excluir el barbijo) era muy distante de la que imaginaba y eso lo desconcertó. Sin mediar muchas palabras le mostraron el video donde él y Ron Pol hablaban del hurto al trabajo de Cara y una confesión escrita de Emilio Ruiz.
- Nadie irá a la cárcel si acceden a nuestros términos. Le decía el máximo directivo de Seguridad Industrial. Incluso archivaríamos la confesión de Ruiz pero en lo que a usted respecta tiene veinticuatro horas para declarar el cierre de IAR y retirar sin cargo el paquete accionario del mercado de valores. Sin decir una palabra más se retiraron con paso ágil.
Al otro día Sodosky declaraba el cierre y quiebra de IAR y tres horas después se suicidaba higiénicamente en su mansión. Nadie pudo nunca develar como se había filmado ese video, es decir, casi nadie.
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Cara estaba en el despacho de Has tomando un te de cerezas mientras miraba a su amigo con expresión pícara.
- Debo reconocer que me fui de boca, de idiota no tienes un pelo.
Has miraba concentrado un pequeño frasco de vidrio con algo muy pequeño y negro dentro.
- En lo futuro me empeñaré mucho más en los detalles. Reconozco que si la miras con algo de atención te das cuenta de que realmente no es una mosca pero, ¿quién mira una mosca con atención?. Dijo el científico en nano-tecnología.
- Y menos aún el obsesivo Sodosky.
- Lástima que no la mirara de frente, - dijo mirando aún la mosca robot en el frasquito - me hubiera gustado tener una imagen de su cara espantada y su grito de horror. -
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