ESTE ES UN FRAGMENTO DEL BORRADOR DE MI NOVELA. MI PRIMERA NOVELA. ESTOY TRABAJANDO EN ÉL. ME ENCANTARÍA QUE ME COMENTÁSEIS VUESTRAS OPINIONES.
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<>. Ben trataba de tranquilizarse aunque iba con una sensación extraña, de que algo no iba bien. Sus pasos a ratos se aceleraban sobre aquella acera gris. De vez en cuando sacaba el móvil del bolsillo para revisar que su madre no le había llamado o enviado algún mensaje. Era aún de día claro, aunque le quedaba poco recorrido al sol antes de ocultarse tras aquellas montañas del fondo.
Por fin llegó a su casa, el coche de Ada estaba en la puerta, el de Adam también. Ben sintió un ligero alivio al ver los dos coches, pero ese alivio se vio interrumpido unos instantes después al ver un carro contenedor con escobas. Era al carro de Arturo el basurero. Estaba apoyado en la acera de su casa. <<¿Qué narices hace esto aquí>>. Ben empezó a notar los latidos de su corazón en todo el cuerpo. Se apresuró a la puerta. Estaba nervioso, se le cayeron las llaves al suelo tres veces cuando intentó abrir la puerta exterior de la parcela. Abrió la puerta y a continuación se apresuró a paso rápido rozando la carrera hacia la puerta de la vivienda. Se le volvieron a caer las llaves. Abrió. Un silencio dominaba toda la casa, no se escuchaba absolutamente nada.
rn
—¿Mamá?, ¿papá? —no hubo respuesta alguna.
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Siguió preguntando por su padre y su madre a medida que recorría el pasillo de la entrada. Llegó al salón, ahí vio la silueta de su madre tumbada en el sofá. Se acercó, parecía dormida. Le tocó el hombro. No hubo respuesta. Volvió a tocarle el hombro. Tampoco hubo respuesta. Eso pintaba feo, Ben empezó a gritarle, a agitarle los hombros. <<No, no, venga vamos, no puede ser, despierta>> Ben comenzaba a respirar caóticamente, aunque él insistía, en el fondo supo que estaba muerta. Comenzó a llorar descontroladamente, no sabía que hacer. Se le vino el mundo encima.
<<Tap… tap…tap…>>
Se comenzaron a escuchar unos pasos provenientes del pasillo, alguien se estaba aproximando al salón. Ben se encontraba de rodillas llorando. Se percató que en la pared colgaba una katana japonesa que su padré Adam trajo de Japón hace algunos años. Un instinto de supervivencia brotó de la parte más interna de a mente de Ben. En un movimiento rápido arrancó esa Katana de su soporte y se fue tras la puerta que se hallaba medio abierta. Él estaba temblando y todavía desprendían lágrimas sus ojos. Estaba muerto de miedo. ¿Quién era la persona que se acercaba? ¿Quién había matado a su madre? ¿Dónde estaba su padre?, un montón de preguntas invadieron la mente de Ben al mismo tiempo.
<<Tap… tap…tap…>>
Los pasos cada vez sonaban más cerca, seguían un ritmo lento y constante, pero no se detenían. Seguían avanzando.
<<Tap… tap…tap…>> sonaba.
Ben estaba cada vez más nervioso. Desde el vidrio opaco de la puerta pudo ver como una silueta masculina estaba justo en la entrada al salón. Se detuvo unos instantes. No era su padre. Volvió a sonar.
<<Tap… tap…tap…>>
Esta vez le tenía enfrente pero de espaldas. El hombre avanzaba hacia el interior del salón. No se había percatado de que Ben estaba detrás de él ocultándose como podía en el hueco entre la puerta semiabierta y la pared. Ben le observaba temblando, sus piernas a duras penas conseguían mantenerle de pie con aquellos temblores. Durante un tiempo se detuvo la respiración de Ben. ¡Aquel hombre era Arturo el basurero!
<<No, no, mamá despiértame, otra vez estoy soñando>>.
Era Arturo, había sido él el que había matado a su madre. Los rumores parecían ser ciertos. ¿Era él el que estaba detrás de todas las desapariciones?. Ben se dio cuenta de que en la muñeca de Arturo estaba la pulsera de plata de su madre, esa a la que tanto aprecio tenía. Había tenido la desfachatez de robarle la pulsera después de matarla y lucirla como si nada. Enseguida todas las lágrimas, nervios, se fueron canalizando hacia un estado de rabia intensa en el cuerpo de Ben. Estaba apretando los dientes nervioso, no podía permanecer ni un segundo más viendo al asesino de su madre sin hacer nada.
Desenfundó la katana y en un gesto que ni él mismo se esperaba ser capaz de realizar se abalanzó sobre Arturo. Iba a clavarle la katana en el costado, pues Arturo estaba de espaldas. Echó el brazo hacia atrás para coger impulso y lo dirigió directamente hacia la espalda de Arturo. La katana iba a introducirse en la espalda de Arturo. Pero de repente este flexionó las rodillas y se impulsó hacia arriba en un salto que le llevó al techo. La katana de Ben golpeó al aire. Pero, ¡Arturo estaba en el techo agarrado! Ben tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había sucedido. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había llegado tan alto de un simple salto?. Ni un puma era capaz de esquivar un golpe de la forma que Arturo lo había hecho. No, no era humano ese gesto.
Ben comenzó a arrojarle todos los objetos que vio en la casa. Sorprendentemente Arturo iba esquivando todos y cada uno de ellos. Incluso lograba coger algunos para echarlos a un lado. Arturo saltó desde el techo al suelo sin esfuerzo alguno, como si estuviese saltando sobre una colchoneta a una altura de un metro. Ben asustado corrió hacia la cocina y cerró la puerta. Arturo corrió tras él. Ahora sí, Ben estaba al borde del colapso, tenía a un hombre que no sabía exactamente lo que era persiguiéndole. Su madre estaba muerta en el salón y no tenía noticias de su padre.
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—Ben, no quiero hacerte daño —dijo Arturo.
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Al momento la puerta de la cocina cayó al suelo. Arturo le había dado un puñetazo.
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—Tenemos que irnos Ben —le soltó Arturo nada más romper aquella puerta.
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Ben estaba en una esquina en el suelo sentado con la cabeza agachada y protegiéndose esta con los brazos. De repente sonó un fuerte impacto fuera de la casa. Parecía provenir de la parcela.
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—Escóndete, debajo de la mesa —ordenó Arturo.— ¡Ya!
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Ben no entendía nada, pero cuando vio romperse el muro de la cocina de repente se metió corriendo debajo de la mesa. Tras ese boquete que quedó en el muro se observaba el jardín pero no sólo eso. Ahí había alguien, bueno, más bien algo. Era un ser como el de los sueños de Ben, era más bajito que él, de piel verde grisácea. Arturo permanecía inmóvil mirando fijamente los ojos de aquel ser que parecía un alien. Parecía hipnotizado. Justo en ese mismo instante Arturo comenzó a avanzar hacia el alien de una forma extraña .Se movía como una marioneta hacia el ser extraño. Ben observaba, todavía no le había descubierto el alien.
Se abrió la puerta de la cocina y apareció otra persona, Adam. Entró con cara de sueño y bostezando. ¿Habría estado en el dormitorio de arriba durmiendo todo este tiempo? No sería raro, venía de una guardia nocturna en la que no había dormido nada. El alien pasó de mirar a Arturo a mirar a Adam. Arturo dejó de moverse como una marioneta. En ese momento era Adam quien se quedo hipnotizado por ese alien. Al instante cayó desplomado en el suelo Adam. Ben supo que estaba muerto. No entendía cómo. Aquel alien tenía poderes psíquicos, era capaz de hipnotizar y matar con la mente. No, Ben salió de la mesa hacia su padre.
Mientras tanto Arturo ya se había lanzado contra el alien. Le agarró del cuello, el alien le miró a los ojos mientras estaba atrapado. Inmediatamente Arturo comenzó a aflojar. Antes de estar completamente atrapado por la mente de aquel alien pegó un salto hacia el exterior. Cuando parecía haberse zafado de la mente de aquella cosa vio a lo lejos en el cielo como un punto se iba haciendo cada vez más grande. Era una nave con forma de platillo o algo así. Nada, en a penas cinco segundos estaba sobre la casa. Desde ella saltaron otros tres aliens idénticos al que ya estaba ahí. Arturo pego un salto enorme hasta la posición de Ben que se encontraba junto al cadáver de su padre. Cogió la mano de Ben y se tocó la pulsera. Sonó una explosión fuerte ahí donde estaban. Una gran humareda apareció. En cuanto desapareció la humareda ni Ben ni Arturo estaban ahí.
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