Escrito hace cinco minutos delante de Quentin Tarantino

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Enviado el , clasificado en Drama
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Hola lector. ¿Cómo estás? ¿Lo pasas bien? ¿Lees mucho? ¿Dónde vives? Yo, la verdad, no leo casi nada. Bueno, sí, los periódicos. Todos los periódicos de derechas que se vomitan en España pasan por aquí. Ya sabes. Estos dos ojitos que Borges no tuvo ni falta que le hizo al cabrón.

Al asunto.

Mira que yo soy un tipo que se mueve por Madrid callado y lento. Un tanque. No conozco a nadie. Hay que ser más exacto. Me conoce gente, pero, o bien pasa de mí, esa gente, o bien sabe que yo prefiero que se mantengan así, alejadas, montándose la película de no sé de qué tipo me habla usted. Ni puta idea.

Yo cambié, dicen, cuando borracho maté a mi esposa y a mis tres hijos. Conduciendo en dirección contraria y cagándome en la puta madre de mi jefa por el móvil. Gritos dentro, y la oscuridad total ahí afuera. Hasta que todo se fue a la mierda. Menos yo. Yo me quedé aquí. Hecho un asco, pero aquí. Ni un rasguño. Pastillas y pastillas y pastillas y seguir bebiendo pero ahora con más ganas y yo que sé cuántas cosas más y todas podridas. Como esas cabronas que me follan y me hablan y me ensucian. Como esos cabrones que me piden haz esto para que no te rompamos las piernas. Y lo hago.

Antes, tampoco era una vida a color, quede claro. Trabajaba en un periódico de esos que llaman importantes, influyentes. Y era, decían, un plumilla con trono. Algún que otro reportaje en el extranjero pasándolo muy bien y exprimiendo a un tarao de esos que hacen cine, escriben libros, pintan, componen, hacen la guerra, la paz, o se meten en la política para. Hasta el Papa. ¿Qué tal Santidad? Y la Santidad: “Me han dicho que debo tenerle miedo. Pero es creyente, así que, no pienso hacerles caso.” Error. Titulé así: “El Papa Sánchez reconoce que no es virgen”.

Pasado, pasado. El Papa murió y pusieron a otro. Yo dejé el periódico y pusieron a otro. Mi familia murió y yo puteo más que nunca.

Hasta mi aficioné a fumar.

En España fumó como un carretero uno de esos actores de cine y antes de rodar aquí no había probado el tabaco. El director le exigió que fumara para hacer más creíble el personaje. El caballo se partía de la risa.

Yo hago más creíble la muerte cuando me piden que matarile.

Repito que soy un tanque.

Vale, vale, también me llaman Lorencito.

Es que soy fuerte, cojones. Desde chico. Pero el mal carácter vino después de todo aquello. No es mal carácter. Qué va a ser mal carácter. Es una hijoputez que hace que Dios se aleje de mí porque si me entero que anda por aquí.

¿Quieres saber más de mí, lector?

Hoy tengo un trabajito sencillo. Romperle las piernas a un chino y hacer un carnaval en la cara de un sevillano que se pasa de listo cobrando por una droga de mierda. Al chino, la verdad, le romperá las piernas con profesionalidad.

Oye, chino, que me dice quien tú sabes que ya no aguanta más y que si te pones a llorar le da lo mismo, así que vas a estar una larga temporada viendo documentales de koalas. Crack. Las dos.

¿Y por qué el chino? Debe dinero y no quiere pagar. Es un magnífico comerciante. Y gran trabajador. Pero su tren de vida tumba a cualquiera, a no ser que seas el tipo ese que vive en Golfo y chochea pero se ríe de nosotros.

Al sevillano si le tengo ganas en plan, ¡coño, que no quería hacerlo así, que quería hacerlo de esto otro modo! Así, así. Y otra vez he vuelto a equivocarme. Y mil golpes, no cuatrocientos, en la cara.

El sevillano, nacido en Oviedo, no conoce Sevilla, es otro tanque, pero está hecho de péplum.

Atemoriza a mujeres, niños, y viola a todo bicho viviente.

Cuando se enteró que iba a por él se armó con todo. Y puso a vigilar las calles.

Ya lo tengo entre mis manos. Llevo repartiendo alrededor de ochocientos setenta y siete golpes en esa carita roja y grotesca. Y no pierde el sentido porque sé qué hacer para que no se me pierda. Es una obra de arte. No lo reconocerá mi jefe, seguro. ¿Y el sevillano? Es este, coño. ¿Qué dices? Y risas y más risas y bien pagado otra vez.

Y a la puta calle a moverme de aquí para allá y a buscar un rincón donde leer periódicos de derechas.

Al cementerio voy. Claro que voy. Y hablo. Me siento. Bebo. Como. Me echo a dormir.

Nunca salgo bien. Entro jodido y salgo con ganas de joder.

De joderme, para ser exacto.

 


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