CONFESIONES 3ª parte

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A las ocho de la tarde, como cada día, llegó Elmer del trabajo. Ester, ya no estaba enfadada con el, pero se mostró indiferente y callada. A su juicio, Elmer, merecía sufrir un poco mas. Decidió irse a la cama temprano, aún arrastraba sueño de la noche pasada. Elmer, la siguió como un perrito faldero, dispuesto a demostrar a su dueña su fiel sumisión. Ester, ya acostada, no podía evitar esbozar una sonrisa de satisfacción por la experiencia vivida, y sobre todo por que Elmer, hacía todo lo posible por demostrarle su amor.

A la mañana siguiente, Ester, se levantó temprano dispuesta a preparar el mejor desayuno de su vida. Estaba contenta y feliz, y deseosa de hacer las paces con Elmer. Aunque no comulgaba con las ideas liberales de pareja, estaba dispuesta a dejar que Elmer pensara como quisiera, siempre y cuando ella no se viera comprometida y el no la ocultase cualquier otro asunto. Con todo, Ester, no le confesó lo sucedido la tarde anterior. Decidieron que esa misma tarde, después del trabajo de Elmer, irían al cine a ver una película, y retomar la buena relación de antes.

Caminaron sin prisas y con tiempo para la última sesión. Ester estaba especialmente contenta y deseosa de que Elmer terminara el trabajo que ella no le dejó hace dos noches. Quiso jugar un poco y provocarlo para ponerlo a tono esta noche.

-Vosotros los liberales- dijo con tono guasón y picardía -¿también os van los lugares públicos, como los cines, no? Tendré que tener cuidado

-¿Que quieres? ¿Que te meta mano en el cine?- le respondió Elmer, siguiéndola el juego .

Ambos siguieron con las bromas hasta llegar al cine. La sala en la que proyectaban la película era pequeña. Había muy poca gente y dispersada. Elmer y Ester fueron a la fila de atrás que era la mas oscura y ocuparon las butacas a su juicio mas discretas. Los preliminares eran perfectos y prometían el mejor sexo de sus vidas una vez en casa.

Cuando se apagaron del todo las luces, verdaderamente aquella zona era la mas oscura, apenas se veían las caras. Aunque la película era interesante, Ester y Elmer se estaban comiendo a besos y entonándose. Ester puso la mano en los genitales de Elmer, por encima del pantalón y pudo comprobar lo excitado que estaba. Pero no quería que eso fuera a más, quería reservar la mejor parte en casa, donde podrían tener sexo completo y del bueno. Elmer también tocó a Ester y pudo comprobar que estaba mojada.

-Súbete la falda, y quítate las bragas- le susurro al oído

-No, vamos a dejarlo para terminar en casa- le respondió Ester lo mas bajo que pudo.

-Solo un poco, no te preocupes- insistió Elmer al oido -venga, déjame un poquito mas, que estas muy buena.

Ester estaba ya muy caliente, y temía que no aguantase mucho, pero accedió a los deseos de Elmer. Se subió la falda con disimulo casi hasta la cintura y se quitó las braguitas y las guardó en el bolso. De todas formas, aunque estaba tan oscuro que apenas se veía nada, decidió ponerse por encima de las piernas la chaquetilla que llevaba para ponerse después del cine. El corazón le latía a mil por hora, aquella situación era de lo mas morbosa que había vivido. Elmer no paraba de masajearla los labios de su vulva hinchada, y Ester estaba que no aguantaba mas. De pronto, un chico joven, de unos veintitantos, entró con prisas por que la película estaba empezada, y se sentó al lado de Ester.

La situación pasó de morbosa a bochornosa para Ester. No quería mover ni un solo dedo para que el chico no se diera cuenta de lo que estaban haciendo. Tenía las piernas ligeramente abiertas y cubiertas con la chaquetilla y su marido no paraba de tocarla. El joven se dio cuenta enseguida de lo que ocurría. Ester, estaba que se mordía el labio inferior y peleaba por controlar aquella situación. Miró al muchacho para ver si este se había dado cuenta de algo. Su mirada se cruzó con la del chico que la miró sonriente y ella apartó la vista abriendo un poco la boca por la sorpresa pero sin decir nada para no llamar la atención. También miró a Elmer, pero este no se dio cuenta o lo simulaba muy,pensó para sí Ester.

El joven perdió todo el interés por la película y notó como su pene ya no cabía dentro del pantalón. No lo dudó un segundo, puso su mano con disimulo sobre el muslo de Ester por debajo de la chaqueta y comenzó a acariciarla con suavidad y subir hasta llegar a tocar el vello de su pubis. Ester no pudo evitarlo. Por un lado, su marido la masturbaba decidido llegar hasta el final. Y por el otro lado, el joven y guapo sin vergüenza la manoseaba con descaro y lascivia. Sin poderlo remediar, se dejó llevar, hasta que su cuerpo explotó con un orgasmo como un volcán en erupción.

Se arreglo lo mas rápidamente posible y sin mirar al muchacho le indicó a Elmer que ya era hora de irse. Ya en pie y dispuestos a salir de la fila, el joven llama la atención de Ester...

-¡Disculpe! Se le ha caído esto- dijo señalando a una tarjeta que llevaba en la mano para dársela

Ester, quedó extrañada, pues no llevaba tarjetas, pero vio que el joven le guiñaba un ojo al tiempo que se la ofrecía. Le sonrió y cogió la tarjeta.


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