Andábamos muy alejados, la vida nos posicionó a una gran distancia sobre aquella tierra, con el tiempo, el destino hizo su magia y poco a poco, día a día, nos fue acercando en el tiempo y en la distancia. Nunca olvidaré aquella fría mañana, yo andaba recogiendo unas pequeñas piedras que me parecían curiosas por su forma y color, al parecer me gusta este tipo de cosas, lo acabo de descubrir. Te vi pasar a consecuencia de un destello que me deslumbró por un instante, me giré lentamente y allí estabas tú, con ese andar tan curioso que tenías, también te percataste de mi presencia y como un curioso ser, elevaste la cabeza para poder divisarme mejor, arqueaste las cejas varias veces, no podías creer de mi presencia en aquel amplio valle. Algo tituveante te fuiste acercando, a unos metros de mi te detuviste. Nos quedamos mirándonos fijamente durante algo más de una hora, tan solo parpadeádamos de vez en cuando y poco más, creo que podríamos hablar de un enorme flechazo, todo mi ser vibraba por abrazarte, por algún motivo me alegraba de haberte encontrado, sentí una atracción irresistible, algo extraño que jamás había sentido, por ello, no pude contenerme y sin hacer caso a mi conciencia que de una forma insistente me decía que me alejase de tí inmediatamente por algún motivo desconocido, me avalancé sobre tí con todas mis fuezas y con mis brazos abiertos.
Te empujé, resvalamos y los dos caímos durante varias horas por aquel enorme terraplén agarrados y mirándonos, mientras caíamos me pareció ver como, algo parecido a una lágrima se resbalaba por tu rostro….
Ambas misiones se dieron por finalizadas, Cientos de miles de horas de trabajo, años y años de estudio y Millones de dolares y de Yenes despilfarrados por un flechazo entre dos remotas máquinas que se alegraron de encontrarse en aquellas remotas llanuras marcianas, quien lo iba a decir, el amor no tiene fronteras.
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