EL ATRAPASUEÑOS

Despertaba cada mañana sintiendo que le faltaba algo. No sabía qué era, pero estaba segura de ello. Sentía muy adentro aquella ausencia, aquel vacío que le helaba hasta el alma. En su desesperación, pensó en usar un atrapasueños que su abuela le regaló de niña y nunca había sacado de su caja porque jamás creyó en ese tipo de cosas; quizá con él le sería posible recordar algo, lo que fuera, que le librara de aquella inquietud tan grande.

No imaginaba lo que iba a suceder. Por la mañana, despertó entre lágrimas. Descubrió que un tercio de su corazón, el que correspondía al amor, estaba ocupado por la nada y la nostalgia. ¿Cómo y cuándo le había ocurrido? Fue ella, ¡ella! Recordó con nitidez que lo había expulsado de sí misma el día que le robaron el sentido a sus sentimientos...