Fragmento de mi diario

VIERNES VEINTICUATRO DE JULIO DEL DOSMIL VEINTE…

Si nunca han visto a un gato escupir bolas de pelo no se sientan mal, yo tampoco.

¿Vivimos vidas sin sentido? Quiero salir y ver si ahí está la vida, en los parques, en las salidas de la iglesia, en los helicópteros que vigilan desde el cielo. Quiero salir y darme cuenta de que todo no es más que un embrollo de la sociedad. Que no somos malos, sino idiotas, imbéciles destetados antes de tiempo para pasarnos a una alimentación de fórmulas químicas y efectivas dicen. Quiero salir y encontrar un cigarro que nunca se consume. Caladas y caladas de humo, sin perecer. Y llegar a viejo para decir, bueno, esto se siente la vejez. Y vivir novecientos años, en conciencia plena de mi ser y de mis acciones. Actuando con libre albedrío y no sin pena, repartiendo hijos cada cincuenta años. O sea, si vivo novecientos años, vendrían siendo: 50x2=100… 50x8=400…50x18=900… Entonces, a lo largo de mi vida habría tenido diez y ocho hijos virtuosos que no quieran la muerte. Porque lo peor de todo es eso. La muerte y matar. Ya no creo en la muerte física, ni espiritual, ni en la muerte súbita, la que viene antes de ese periodo de años, que bien podrían ser como noventa años con un cero agregado. Qué diferencia hay. Qué es el tiempo. Sol+luna=tiempo…

Está mal querer cosas, es pregunta. Todo es pregunta. Está mal querer escribir. Está mal querer un lugarcito mío. Eh, es pregunta. Está mal fumar, y comer puros carbohidratos, está mal querer pasar dos tercios de mi vida nadando en el mar.

  Necesitamos más historias inspiradoras. Leer, leer y leer.

Quise decir.

Quería haber dicho.

Me hubiera gustado decir algo diferente.

Siempre las palabras equivocadas.