Aquel soleado día por la mañana Natalia Ferrer que era una mujer de cabello castaño y ojos grandes, que rondaba los cincuenta años de edad; dedicada a sus labores, al pasar junto a un kiosco en el que además de mostrar todo tipo de periódicos también había varias revistas del "Corazón" cada una de las cuales venían a decir lo mismo; pues era como si se hubiesen copiado los contenidos de las unas a las otras. Mas en aquella ocasión todas ellas se publicaban una tremenda y fatal noticia capaz de conmocionar a un público determinado. ¿Era acaso el fallecimiento de algún personaje relevante? ¿Una ecatombe natural? En modo alguno. Se trataba de que el idílico matrimonio del célebre cantante de melodías románticas Guillermo Santana con la no menos glamurosa y rica aristócrita madrileña de rasgos orientales Belinda Duncán se había roto estepitosamente porque al parecer ella había descubierto a su marido de cuento de hadas en la cama copulando salvajemente nada más y nada menos- ¿quién se lo iba a imaginar?- con la joven asistenta de su esposa, que era una mujer muy sexy de origen brasileño.
Así que cuando Natalia llegó a su casa al mediodía se apresuró a encender el televisor para enterarse en directo sobre los pormenores de aquella "bomba" informativa. Y efectivamente en un canal determinado que emitía un programa diario de cotilleo salió reflejada en una pantalla gigante para que la pudiese ver todo el mundo; con un descarado exhibicionismo la apenada figura de Belinda Duncán, que con una afligida expresión en sus ojos contaba a la audiencia su drama conyugal.
De súbito Natalia Ferrer aunque estaba cómodamente sentada en un sillón en su hogar y llevada por el rutilante morbo que le suscitaba aquel altibajo familiar reflejado en el aparato, y a la vez con la convicción que a los personajes famosos la vida también les da garrotazos como a cualquier ser mortal, por lo que se hacen más próximos al espectador, ella con la imaginación se sintió transportada al plató de aquel estudio de televisión para aconsejar como era debido a aquella mujer ultrajada que a su juicio lo haría mejor que cualquiera de las tertulianas que habían allí, y en consecuencia los pequeños problemas domésticos que Natalia pudiera tener pasaron a un segundo plano.
"- Ante todo Belinda, deja que te diga que siento mucho este penoso bache sentimental por el que estás pasando - se imaginó Natalia que le decía a la aristócrata-. Pero tú no desfallezcas y sigue confiando en tus cualidades a pesar de sentirte herida en tu amor propio. Piensa que ante todo tú eres una señora guapa, rica y famosa con toda una vida por delante, mientras que los hombres son en su mayoría unos vanidosos; unos niños grandes capaces de hacer las peores canalladas- expresó la dueña de la casa con una mueca despectiva.
- Oh, gracias, gracias por tus palabras de consuelo. Y que buenos consejos das - respondió Belida agradecida.
- Sí, ya sé que aconsejo bien. Ya me lo decía mi padre que en gloria esté - dijo ella hinchada de orgullo como un pavo real.
Pronto aquel ensueño de Natalia se volatilizó porque vino su marido Fermin que era un acreditado economista de una multinacinal norteamericana, el cual tenía que dar una buena noticia a su esposa, a la vez que ella se dirigía a la cocina a preparar el almuerzo.
Resultaba que a Fermin en breve lo asenderían a socio de la empresa y por tanto ganaría más dinero.
-Sí, ya lo ves. Hoy en día las pequeñas y medianas empresas están destinadas a desaparecer, porque las grandes así como la venta on-line será lo que acapare al Mercado y éstas ya no pueden competir con ellas. Es aquello de que el pez grande se come al pez chico. Y tu padre hoy en día con su pequeño negocio no tendría nada que hacer - dijo Fermin con altanería.
-¡Oye con mi padre no te metas que él hizo lo que pudo en su época para salir adelante - le reprochó Natalia molesta.
Fermin que en el fondo temía contrariar a su pareja por su imprevisible talante colérico se limitó a encogerse de hombros. Pues si bien en la oficina tenía fama de ser un tipo exigente y hasta déspota con sus subordinados, con Natalia era un cordero sin demasiado criterio propio que se dejaba influir por sus opiniones.
Entonces a Natalia le dio la sensación de que ellos aunque de una manera más modesta gracias al poder adquisitivo de Fermin también pertenecían a la misma onda elitista que los famosos. "El dinero mueve al mundo; y todo tiene un precio" - solían decir-. Y quien no compatía este modo de pensar para ellos apenas tenía credibilidad.
Sin embargo a pesar de aquella relumbrante situación Natalia se aburría como una ostra. Ultimamente sufría de insomnio y tenía que tomar un tranquilizante si quería dormir bien. En realidad aquel matrimonio vivía en una jaula de oro ya que entre ellosapenas tenían nada que decirse. A veces cuando Fermin dejaba de ver interminables partidos de fútbol o de tenis que avivaban su compulsivo instinto competitivo, sus insulsas conversaciones giraban en torno al trabajo, o a las trivialidades de los amigos o conocidos con quienes ellos se comparaban para engordar a sus respectivos egos.
Asimismo a la hora del sexo cada uno de los cónyuges se imaginaba que iba con personajes famosos. Natalia fantaseaba que su soso marido era el tunante y romántico cantante Guillermo Santana, al tiempo que a éste su mujer se le antojaba que era una joven y guapa locutora del telediario de las nueve de la noche.
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