Hola, os dejo otro fragmento del borrador de mi novela. Agradezco comentarios y opiniones. Un saludo
Salió de la habitación, subió las escaleras y se dirigió al exterior. Ni había terminado de girar el pomo de la puerta cuando ya sentía movimiento en el exterior. Deslizó la hoja de la puerta hacia atrás disponiéndose a salir. <<¿Qué sucede?>>. Ahí fuera había mucha gente. En el tiempo que llevaba Ben ahí no había visto tanto movimiento nunca. Muchos de ellos iban vestidos en túnicas, cosa tampoco habitual.
Ben intentaba encontrar algún rostro conocido entre los yad que iban y venían. Todos se dirigían hacia una dirección, parecían descender por un camino situado al lado contrario del lago. Siguió ese camino para ver hacia dónde se dirigían.
Llego un punto en el que no había un camino marcado, sino que era todo césped con un relieve redondeado. Por él ascendió hasta llegar al punto de inflexión desde el cual volvía a descender. Justo ahí pudo verlo, vio el sitio al que se dirigían todos. Era un escenario enorme. Con una pantalla gigantesca flotando sobre la nada. Alrededor se erigían unas gradas de piedra con un estilo romano. Había ya gente sentada, la mitad de las gradas estaban ocupadas con total seguridad. Todo aquello se mezclaba y enlazaba con el verdor del suave césped. Se trataba de un escenario futurista en un teatro romano.
—¿Qué haces aquí?—sintió una mano apoyada en su hombro tras él—. Vamos abajo a tomar asiento.
Giró su cuello, era Grunt. Mostró una sonrisa cálida al chico. Se puso delante de él y avanzo. Ben le siguió.
Poco a poco se fueron llenando las gradas. Ya se encontraban totalmente rodeados de gente, estaban los dos sentados juntos. Se sentía una atmósfera de celebración, pero no una celebración normal. Todos iban bien vestidos, se veía que era importante, sí, pero las sonrisas y las bromas brillaban por su ausencia. Todo era serio. Tampoco se podía decir que fuese un luto, no es eso. Pero daba la impresión de ser una celebración impregnada de un polvo amargo.
Cuando estuvieron todos sentados la pantalla se encendió y comenzó a ascender lentamente. Si ya estaba sobre el suelo sin apoyarse más que las moléculas del aire, también era capaz de elevarse por sí sola. Llegada a un punto se paró y rotó sobre un eje horizontal inclinándose ligeramente hacia adelante. En ese punto tenía mayor visibilidad para todos los asistentes.
“Bienvenidos a la ceremonia del 100 aniversario en la Tierra.” Una voz femenina sonó, y el silencio reinó.
“Hace 100 años que llegamos a este planeta. Hace 100 años que vivimos perseguidos. Hace 100 años que vivimos en un sitio que no es nuestro hogar.”
Grunt apretó los puños, Ben lo notó.
La negrura de la pantalla comenzó a diluirse hasta mostrar un sistema planetario. Habían dos estrellas girando alrededor de un punto. Más alejadas de ellas se veían tres cuerpos redondos girando en una órbita elíptica alrededor de esas dos estrellas. Iban descompasados, dos giraban en un sentido y uno en el contrario. Las velocidades y las trayectorias eran dispares.
“Todo era bonito en nuestro sistema, era nuestro hogar.”
Una lágrima se deslizaba por la mejilla de Grunt. Ben le observó.
—Los cuerpos humanos con lo débiles que son… Tengo alergia.
Ben supo que estaba mintiendo, aunque no le quedo claro si era una broma de las suyas o intentaba excusarse.
“No teníamos otra raza en nuestro sistema que pusiera trabas a nuestra vida. Nuestras estrellas nos proporcionaban nuestra energía, estábamos bien.”
En la pantalla pasó a mostrarse una especie de estrella, pero no era ninguna de las dos anteriores. Esta estaba moviéndose, no rotando, sino que iba en linea recta.
“Mut terminó con esa paz y prosperidad que reinaba en nuestro planeta. Vino para cambiar todo para siempre” Todos los asistentes observaban la pantalla en silencio. Grunt no era el único que soltó una lágrima. Eran varios los que sostenían un pañuelo y luchaban por mantener a raya las ganas de derramar un lloro sobre los párpados. Algunos estaban ya perdiendo esa batalla.
Se disminuyó el zoom hacia esa estrella, Mut, en el extremo de la pantalla se veía el sistema estelar de antes. Mut se dirigía hacia ahí. Bueno, no exactamente, quizás no justo ahí pero por esa zona cercana.
Pasados unos minutos el televisor gigante mostraba a Mut en el punto más cercano al sistema, no pasaba pegado. Pasaba a cierta distancia, pero lo que se observaba era espectacular. Los planetas del sistema estelar doble aceleraron su velocidad de rotación, sus órbitas cambiaron. Dos de ellos salieron disparados en línea recta. Como si el hilo imaginario que unía esos planetas con las dos estrellas se rompiese por la presencia de Mut . Y eso que no estaba cerca en exceso.
“Nos robó nuestras estrellas, nos privó de la luz. Se nos venía una oscuridad eterna.” En ese momento el monitor sólo se centraba en un planeta en concreto. Era un planeta verde, tan verde como el césped que rodeaba toda la ceremonia. Avanzaba alejándose del sistema estelar. Mut, había generado una onda gravitacional tan grande a su paso que había alterado todo, tanto que lo expulsó hacia el espacio exterior. Ahora vagaba en la oscuridad del espacio, en el vacío.
“Cuando creímos que moriríamos, cuando la supervivencia de nuestra especie se puso en entredicho conseguimos reponernos, aguantamos, luchamos. Fueron milenios duros para nuestra especie. Vimos cosas duras. La situación fue límite, y se fue tensando cada vez más.”
Había un sistema estelar distinto, un sistema estelar triple. Impresionante, eran tres estrellas rotando y alrededor habían cuatro planetas.
“Cuando todo estaba perdido, pasó algo impensable. Cuando un planeta sale al exterior tiene un ,0000043% de posibilidades de encontrarse con otro sistema estelar en algún momento. Pues nuestro planeta entró en ese porcentaje. Una nueva oportunidad se nos brindó a todos nosotros, a la raza Yad. Esto abrió un mundo de esperanzas. Recuperamos la luz perdida.”
En la imagen del sistema triple irrumpió el mismo planeta de antes. Este venía directo hacia una colisión inminente. Pero cuando se acerco, cambió su trayectoria, esta se convirtió en una trayectoria elíptica y comenzó a girar alrededor de las estrellas para quedarse ahí para siempre.
“Cuando todo parecía que iba a solucionarse, topamos con algo inesperado. Ese sistema estelar no era inerte. Ahí había alguien más, los badars.”
Se mostraba uno de los planetas del nuevo sistema. Era enorme, tenía un océano de agua. A diferencia de la Tierra se veían solamente dos continentes flotando sobre el inmenso azul dominante.
“El planeta Krun, la casa de los Badar. Aprendimos a convivir con ellos en el mismo sistema, luchando contra ataques, amenazas y hostilidades. Aunque había momentos de cierta paz, en ningún momento cesaba la sensación de amenaza constante. Ellos nos tomaron como invasores desde el principio. Nosotros sólo queríamos vivir y avanzar como sociedad ante la nueva oportunidad que se nos brindaba.”
Los asistentes miraban la pantalla con unos ojos empapados de nostalgia, de una mezcla de sentimientos. Se podía sentir la carga emocional en el ambiente.
“Pasaron pocos siglos antes de que toda esa hostilidad se materializase. Fuimos atacados. Gleis fue arrasado”
El planeta verde pasó a ser rojo. Las llamas invadieron el verdor. Explosiones varias se veían en el Gleis.
“Ahora estamos en la Tierra, gracias a Celeste, tenemos esperanzas de poder recuperar un hogar. Fue hace 100 años que vinimos aquí, fue hace 100 años que vivimos al límite, pero hemos pasado una situación parecida. ¡Saldremos de esta!”
La imagen mostraba una criatura. Era un ser alto con dos tentáculos saliendo de la parte trasera de su cabeza. Este levantó sus brazos de forma paralela y sin doblar los codos los puso a la altura de su cabeza. Flexionó los codos y cruzó los brazos dos veces diciendo:
—Sobreviviremos a la vida.
En ese mismo instante todos se levantaron e hicieron exactamente lo mismo.
—Sobreviviremos a la vida— sonó fuerte, firme y de forma coordinada.
En una parte del teatro sucedía algo. Nadie se había dado cuenta hasta entonces. Había un corro. Poco a poco la pantalla fue dejando de acaparar toda la atención. Todos miraban ese corro. Estaban rodeando a un chico, ¡a Ben! Estaba sangrando a chorros por la nariz y además tenía convulsiones. ¿Qué sucedía? Celeste apareció pidiendo paso. Naturalmente todos la dejaron, se iban apartando. Cogió al chico a hombros aprovechando la enorme fuerza que tenía como yad y se fue sin mediar palabra.
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