LA SEGUNDA VEZ
Por Jesús de Juana
Enviado el 03/08/2021, clasificado en Adultos / eróticos
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Mi primera experiencia sexual completa fue un absoluto desastre. Un poco bebida y con dieciséis años, casi diecisiete, en una fiesta en casa de una amiga. Me calentaron los besos en el cuello que me estaba dando el chico con el que bailaba agarrado y poco a poco consiguió convencerme para encerrarnos en una habitación. Era virgen y le dije que no quería follar. Se negó a escucharme y aunque no me violó porque en el estado en que yo estaba me fui dejando sobar, al final consiguió poner la punta en mi entrada y de un golpe seco me desvirgó.
El dolor fue tremendo y para colmo empezó a salirme sangre de la vagina. Estaba tan asustada y dolorida que no se me ocurrió pensar que era por la pérdida de mi virginidad. El chico, bastante mayor que yo, no quiso saber nada y se marchó dejándome allí sola y llorando.
Me fui al servicio y me limpié como pude porque con solo tocarme el dolor era insoportable. Me fui de allí sin decir nada a nadie y tuve la suerte, al menos, de encontrar un taxi libre que pasaba por delante del portal en ese momento.
Llegué a casa y me metí en la cama para intentar dormir y olvidar lo sucedido. Fue imposible, me pasé la noche en vela sin poder quitarme de la cabeza lo ocurrido, como una obsesión recurrente. Cada vez que cerraba los ojos veía al chico prepararse para metérmela de golpe y el grito de dolor atronaba mi cabeza.
Cuando me levanté, sin haber dormido nada, fui a la cocina y estaba mi hermana Alicia. Con solo verme la cara supo que no me encontraba bien y me preguntó que me ocurría. Me eché a llorar y no era capaz de contestarla. Me hizo sentar en la mesa y me preparó un cacao con leche caliente. Poco a poco me fui calmando y al final pude contarle lo ocurrido.
Lo primero que me preguntó fue si me había forzado a hacer algo que yo no quería. Le dije que no, aunque no recordaba muy bien lo ocurrido, tenía más miedo a denunciar y las consecuencias que a lo que me había pasado.
A partir de ese día mi hermana se empezó a preocupar más de mí y con frecuencia me preguntaba que tal iba con los chicos y si tenía salía con alguno. Siempre era sincera con ella y le contaba que aunque alguno me atraía y pensaba que era correspondida, la verdad es que me daba miedo revivir la experiencia. La tenía muy preocupada, aunque esperaba que se me pasara cuando conociera a alguien que me mereciese, me estaba perdiendo una época muy bonita de la vida. Tanto ella como su novio Carlos intentaban animarme, incluso a veces me decían que saliera con ellos e intentaban convencerme de que me enrollara con algún chico que me gustara, para romper los miedos. Les conté que cuando intentaba acercarme a alguno, en cuanto me besaba, salía corriendo con el recuerdo de lo ocurrido. Era superior a mis fuerzas.
Un día, ya cumplidos los dieciocho, mi hermana me dijo que se le había ocurrido algo para ayudarme y Carlos estaba de acuerdo, aunque al principio la llamó loca y le dijo que yo era como su hermana pequeña. Después de mucho insistir fue cediendo y al final lo tomaron como una terapia para mí.
Su idea era que Carlos se acostara conmigo poniendo todo el cariño y dulzura que fuera capaz. Mi hermana estaría todo el tiempo con nosotros, por supuesto sin participar, solo para que me sintiera segura. Cuando me lo contó, la miré como si estuviera loca y me negué rotundamente. Si insistencia empezó a aflojar mi resistencia y como le había pasado a Carlos, poco a poco empecé a ver la parte positiva, convencida de que si no era capaz de hacerlo con él y con mi hermana delante, nunca sería capaz de volver a estar con un hombre.
Un sábado que no estaban mis padres, llegó Carlos a casa a media tarde. Alicia dijo que era una oportunidad para poner en práctica lo que habíamos hablado. Nos sentamos él y yo en el sofá y mi hermana en el sillón, frente a nosotros. Me abrazó y empezó a acariciarme el cuello más como un hermano que como un amante. Las caricias fueron haciendo su efecto y fui perdiendo la vergüenza hasta el punto de echar la cabeza a un lado para facilitarle el acceso a mi cuello. De vez en cuando miraba a Alicia y ella me tiraba un beso, diciéndome que lo estaba haciendo muy bien.
Me pareció increíble sentirme tan cómoda cuando empezó a acariciarme los pechos y me besó los labios. Cuando los presionó con la lengua le dejé entrar y fue el mejor beso de mi vida, al menos el que nunca he olvidado.
Me desabrochó la camisa y jugó con los pechos excitándome los pezones. Me pasó el dedo por el vientre y fue descendiendo muy despacio hasta que llegó a los pantalones. Empezó a acariciarme los muslos y cada vez la mano se acercaba más al pubis hasta que la plantó encima y empezó a presionar. Cada vez me tocaba en un sitio nuevo deteniéndose para observar si estaba bien y le veía mirar a mi hermana de vez en cuando, ella asentía con una sonrisa para tranquilizarnos a los dos.
Me bajó la cremallera del pantalón y me dijo que le ayudara a bajármelos para poder tocarme. Yo empezaba a estar en celo y levanté el culo para facilitarle el trabajo. Me tocó por encima de las bragas y notó que estaban mojadas, señal de que estaba excitada.
Alicia dijo que era mejor irnos a su habitación para estar más cómodos y relajados. Acabaron de quitarme los pantalones y cada uno me cogió de una mano. Al llegar a su cuarto ella misma me quitó la camisa y me dijo que me tumbara dándome un beso. Carlos se tumbó a mi lado y empezó a besarme de nuevo el cuello mientras me acariciaba el pubis. Cuando metió la mano dentro de las bragas y me separó los labios, sentí una sensación nueva para mí y creí que me iba a orinar. Lo que sentí a continuación fue un orgasmo que me dejó sin respiración.
Alicia se sentó de rodillas en la cama y puso la cabaza encima de sus piernas. Me miraba con tanto cariño que la cogí la mano y se la apreté para supiera que estaba bien. Carlos se desnudó y se puso un profiláctico. Se medio tumbó sobre mi y me beso los pechos. La sensación empezó a subirme por el cuerpo de nuevo y deseaba volver a sentir lo mismo otra vez.
Noté su pene en la entrada del sexo y no tuve miedo, al contrario. Entró la punta y la retiró, volvió a repetir la operación, se retiró de nuevo. Cada vez deseaba más sentirle dentro presionándome las paredes de la vagina que aceptaban la intromisión sin problema.
Cuando estuvo totalmente dentro se inclinó hacia adelante presionándome el clítoris con la base del pene y me corrí otra vez. Me la sacó sin haberse corrido y se quitó el profiláctico, tenía el capullo amoratado por la presión de la sangre.
Alicia me preguntó si me apetecía sentir la lengua de Carlos en el sexo. Dije que bueno, como si no me importara, cuando la verdad es que lo estaba deseando. Cuando sentí la lengua en el clítoris empecé a agitar y me corrí por tercera vez.
Empecé a madurar la idea de chuparle pene, pero no me atrevía. Carlos dijo que se iba a masturbar para acabar con la presión que tenía en el pene cuando Alicia me preguntó si quería chuparle. Esta vez dije que sí, me apetecía saber que se sentía al chuparlo. Me pasó el capullo por la raja para recoger mis fluidos y se arrodilló a mi lado con el pene junto a mi cara. Mi hermana se lo cogió con la mano y me lo acercó a la boca. Saqué la lengua y me dijo que la humedad era de mi sexo y que tenía que aprender a conocer mis propios sabores. Me preguntaron si quería probar el sabor del semen y asentí.
Alicia le puso las manos alrededor del pene y empezó a masturbarle, cuando cogí el ritmo me dejó que siguiera sola. Recibí el primer chorro y lo dejé salir por la comisura de los labios. Me gustó el sabor y el segundo lo retuve en la boca. Cuando ya no me cabía más, empecé a tragarlo. Me excitó la sensación del semen recorriendo la garganta e inconscientemente me llevé la mano al sexo y empecé a tocarme. No me saqué la polla de la boca hasta que me corrí por cuarta vez esa tarde. Me abrazaron los dos y me preguntaron si me encontraba bien. La sonrisa tonta de mi cara se lo confirmó.
Han pasado los años, se casaron y tiene dos niños preciosos que son mi debilidad. Nunca he olvidado lo que hicieron por mí. Dos meses después empecé a salir con un chico y en la segunda cita hicimos el amor.
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