Vine a este planeta cabalgando a lomos de un meteorito. Conmigo venían cientos de miles de gotas como yo. Ingentes cantidades de bólidos cayeron durante milenios cubriendo La Tierra… de agua.
A lo largo de mi existencia he vivido momentos apasionantes. He visto cómo muchas naves cruzaban océanos. En una de ellas vi gritar con fuerza a un marinero:¡Tierra! Parece que fue un momento muy importante. En otras ocasiones se disparaban cañonazos. ¡Incluso hay unas curiosas naves se sumergen por debajo de la superficie!
Hubo una época de la Historia que se denomina «gótica». En Zaragoza oí que me llamaban «gotica». Todavía no sé si hay algún tipo de relación.
Al principio me resultaba divertido verme ascender al cielo para luego caer en una montaña. Luego formar parte de un riachuelo que, al crecer, se convierte en río que desemboca en el mar. Así una y otra vez, después de milenios, acaba cansando.
Es apasionante cuando me transformo por efecto del frío. En la montaña formo parte de un precioso paisaje blanco. En otras ocasiones me han colocado junto a pescados en un mostrador. Recuerdo haber flotado, junto a muchas otras gotas congeladas, en un vaso con un líquido de bonito color, pero de sabor horrible, del que acabé muy mareada.
He sido bebida en varias ocasiones. Una vez por un rey, otra por un pastor. Una monja y una meretriz también han apagado su sed con vasos de agua en las que yo me encontraba. He comprobado que los humanos son todos iguales por dentro y se deshacen de mí de forma parecida.
Lo más bonito de mi existencia ha ocurrido esta mañana. Una madre ha visto por primera vez a su hijo recién nacido. Ha llorado de alegría.
Una de esas lágrimas he sido yo.
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